PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
De la Carta de san Pablo a los Romanos: «Hermanos, ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que ya vivamos ya muramos, somos del Señor. Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos» (Rom 14,7-9).
Pensamiento franciscano:
Alabanzas del Dios altísimo que compuso san Francisco después de su estigmatización: «Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas... Tú eres belleza, mansedumbre; tú eres protector, custodio y defensor nuestro; tú eres fortaleza, refrigerio. Tú eres esperanza nuestra, fe nuestra, caridad nuestra, toda dulzura nuestra, vida eterna nuestra: Grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso Salvador» (AlD 5-6).
Orar con la Iglesia:
Bendigamos a Jesús, nuestro Salvador, que por su muerte y resurrección nos ha abierto el camino de la salvación.
-Señor de misericordia, que en el bautismo nos diste una vida nueva, haznos cada día más conformes a ti.
-Enséñanos, Señor, a ser alegría para los que sufren, y haz que sepamos servirte en cada uno de ellos.
-Ayúdanos, Señor, a hacer frutos dignos de penitencia y a buscar tu rostro con sinceridad de corazón.
-Perdona las faltas que hemos cometido contra la armonía y unidad de tu familia, y haz que tengamos un solo corazón y un solo espíritu.
Oración: Purifica y protege, Señor, a tu Iglesia, dirígela y sostenla siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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