miércoles, 23 de septiembre de 2020

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS. - 24 DE SEPTIEMBRE JUEVES XXV DEL T. ORDINARIO

 



De la Feria. Salterio I

 

OFICIO DE LECTURA

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: CON GOZO EL CORAZÓN CANTE LA VIDA

 

Con gozo el corazón cante la vida,

presencia y maravilla del Señor,

de luz y de color bella armonía,

sinfónica cadencia de su amor.

 

Palabra esplendorosa de su Verbo,

cascada luminosa de verdad,

que fluye en todo ser que en él fue hecho

imagen de su ser y de su amor.

 

La fe cante al Señor, y su alabanza,

palabra mensajera del amor,

responda con ternura a su llamada

en himno agradecido a su gran don.

 

Dejemos que su amor nos llene el alma

en íntimo diálogo con Dios,

en puras claridades cara a cara,

bañadas por los rayos de su sol.

 

Al Padre subirá nuestra alabanza

por Cristo, nuestro vivo intercesor,

en alas de su Espíritu que inflama

en todo corazón su gran amor. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.

 

Salmo 17, 31-51 IV - EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR

 

Perfecto es el camino de Dios,

acendrada es la promesa del Señor;

él es escudo para los que a él se acogen.

 

¿Quién es dios fuera del Señor?

¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?

Dios me ciñe de valor

y me enseña un camino perfecto;

 

él me da pies de ciervo,

y me coloca en las alturas;

él adiestra mis manos para la guerra,

y mis brazos para tensar la ballesta.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.

 

Ant 2. Tu diestra, Señor, me sostuvo.

 

Salmo 17 V

 

Me dejaste tu escudo protector,

tu diestra me sostuvo,

multiplicaste tus cuidados conmigo.

Ensanchaste el camino a mis pasos

y no flaquearon mis tobillos;

 

yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo;

y no me volvía sin haberlo aniquilado:

los derroté, y no pudieron rehacerse,

cayeron bajo mis pies.

 

Me ceñiste de valor para la lucha,

doblegaste a los que me resistían;

hiciste volver la espalda a mis enemigos,

rechazaste a mis adversarios.

 

Pedían auxilio, pero nadie los salvaba;

gritaban al Señor, pero no les respondía.

Los reduje a polvo, que arrebataba el viento;

los pisoteaba como barro de las calles.

 

Me libraste de las contiendas de mi pueblo,

me hiciste cabeza de naciones,

un pueblo extraño fue mi vasallo.

 

Los extranjeros me adulaban,

me escuchaban y me obedecían.

Los extranjeros palidecían

y salían temblando de sus baluartes.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tu diestra, Señor, me sostuvo.

 

Ant 3. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

 

Salmo 17 VI

 

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,

sea ensalzado mi Dios y Salvador:

el Dios que me dió el desquite

y me sometió los pueblos;

 

que me libró de mis enemigos,

me levantó sobre los que resistían

y me salvó del hombre cruel.

 

Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,

y tañeré en honor de tu nombre:

tú diste gran victoria a tu rey,

tuviste misericordia de tu Ungido,

de David y su linaje por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

 

V. Ábreme, Señor, los ojos.

R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del libro de Tobit 6,1-22

 

VIAJE DE TOBÍAS CON EL ÁNGEL

 

Cuando salieron el muchacho y el ángel, el perro se fue con ellos. Caminaron hasta que se les hizo de noche, y acamparon junto al río Tigris. El muchacho bajó hasta el río a lavarse los pies, y un pez enorme saltó del río intentando arrancarle un pie; Tobías dio un grito, y el ángel le dijo:

 

«¡Cógelo, no lo sueltes!»

 

Tobías sujetó al pez y lo sacó a tierra. Entonces, el ángel le dijo:

 

«Ábrelo, quítale la hiel, el corazón y el hígado, y guárdalos, porque sirven como remedios; los intestinos, tíralos.»

 

El chico abrió el pez y juntó la hiel, el corazón y el hígado; luego, asó un trozo del pez, lo comió y saló el resto. Siguieron su camino juntos hasta llegar a Media. Entonces, Tobías preguntó al ángel:

 

«Amigo Azarías, ¿qué remedios se sacan del corazón, el hígado y la hiel del pez?»

 

El ángel respondió:

 

«Si a un hombre o a una mujer le dan ataques de un demonio o un espíritu malo, se queman allí delante el corazón y el hígado del pez, y ya no le vuelven los ataques. Y, si uno tiene manchas blancas en los ojos, se le unta con la hiel; luego, se sopla, y queda curado.»

 

Habían entrado ya en Media, y estaban cerca de Ecbatana, cuando Rafael dijo al chico:

 

«Amigo Tobías.»

 

Él respondió:

 

«¿Qué?»

 

Rafael dijo:

 

«Hoy vamos a hacer noche en casa de Ragüel. Es pariente tuyo, y tiene una hija llamada Sara. Es hija única. Tú eres el pariente con más derecho a casarse con ella y a heredar los bienes de su padre. La muchacha es formal, decidida y muy hermosa, y su padre es de buena posición.»

 

Luego, siguió:

 

«Tú tienes derecho a casarte con ella. Escucha, amigo. Esta misma noche hablaré al padre acerca de la muchacha, para que te la reserve como prometida. Y, cuando volvamos de Ragués, hacemos la boda. Estoy seguro de que Ragüel no va a poner obstáculos ni la va a casar con otro, pues se expondría a la pena de muerte, según la ley de Moisés, sabiendo como sabe que su hija te pertenece a ti antes que a cualquier otro. De manera que escucha, amigo. Esta misma noche vamos a tratar acerca de la muchacha y hacemos la petición de mano. Luego, cuando volvamos de Ragués, la recogemos y la llevamos con nosotros a tu casa.»

 

Tobías le dijo:

 

«Amigo Azarías, he oído que ya se ha casado siete veces, y todos los maridos han muerto en la alcoba la noche de bodas, cuando se acercaban a ella. He oído decir que los mataba un demonio; y como el demonio no le hace daño a ella, pero mata al que quiere acercársele, yo, como soy hijo único, tengo miedo de morirme y de mandar a la sepultura a mis padres del disgusto que les iba a dar. Y no tienen otro hijo que pueda enterrarlos.»

 

El ángel le preguntó:

 

«¿Y no te acuerdas de las recomendaciones que te hizo tu padre, que te casaras con una de la familia? Mira, escucha, amigo, no te preocupes por ese demonio; tú, cásate con ella; sé que esta misma noche te la darán como esposa. Y, cuando vayas a entrar en la alcoba, coge un poco del hígado y del corazón del pez y échalo en el brasero del incienso. Al esparcirse el olor, en cuanto el demonio lo huela, escapará y ya no volverá a aparecer cerca de ella. Cuando vayas a unirte a ella, levantaos antes los dos, haced oración, pidiendo al Señor del cielo que os conceda su misericordia y que os proteja. No temas; que ella te está destinada desde la eternidad; tú la salvarás, ella irá contigo, y pienso que te dará hijos muy queridos. No te preocupes.»

 

Al oír Tobías lo que iba diciendo Rafael, y que Sara era pariente suya, de la familia de su padre, le tomó cariño y se enamoró de ella.

 

RESPONSORIO    Tb 4, 6; 13, 12

 

R. Acuérdate del Señor toda tu vida; * no consientas en pecado ni quebrantes sus mandamientos.

V. Da gracias al Señor como es debido y bendice al Rey de los siglos.

R. No consientas en pecado ni quebrantes sus mandamientos.

 

SEGUNDA LECTURA

 

Del Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores

(Sermón 46, 24-25. 27: CCL 41, 551-553)

 

EN PASTOS JUGOSOS APACENTARÉ A MIS OVEJAS

 

Las sacaré de entre los pueblos, las congregaré de entre las naciones, las traeré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel. Para ti, Israel, el Señor constituyó montes, es decir, suscitó profetas que escribieran las divinas Escrituras. Apacentaos en ellas y tendréis un pasto que nunca engaña. Todo cuanto en ellas encontréis gustadlo y saboreadlo bien; lo que en ellas no se encuentre repudiadlo. No os descarriéis entre la niebla, escuchad más bien la voz del pastor. Retiraos a los montes de las santas Escrituras, allí encontraréis las delicias de vuestro corazón, nada hallaréis allí que os pueda envenenar o dañar, pues ricos son los pastizales que allí se encuentran. Venid, pues, vosotras, solamente vosotras, las ovejas que estáis sanas; venid, y apacentaos en los montes de Israel.

 

En los ríos y en los poblados del país. Desde los montes que os hemos mostrado fluyen, abundantes, los ríos de la predicación evangélica, de los cuales se dice: A toda la tierra alcanza su pregón; a través de estos ríos de la predicación evangélica el mundo entero se ha convertido en alegre y rico pastizal, donde pueden apacentarse los rebaños del Señor.

 

Las apacentaré en ricos pastizales, tendrán sus dehesas en los montes más altos de Israel, esto es, hallarán un lugar del que podrán decir: «Bien estamos aquí; aquí hemos encontrado y nos han manifestado la verdad; no nos han engañado.» Se recostarán bajo la claridad de Dios, y en la luz de Dios encontrarán su descanso. Dormirán, es decir, descansarán, se recostarán en fértiles campos.

 

Y pastarán pastos jugosos en los montes de Israel. Ya hemos dicho más arriba que los montes de Israel son unos montes buenos, hacia los cuales levantamos nuestros ojos, pues de ellos nos viene el auxilio. Aunque, en realidad, el auxilio nos viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Por ello, para que no pongamos nuestra confianza en un monte, por muy bueno que nos parezca, se nos dice a continuación: Yo mismo apacentaré a mis ovejas. Levanta, pues, tus ojos a los montes, de donde te vendrá el auxilio, pero espera únicamente en el que te dice: Yo mismo te apacentaré, pues, tu auxilio te viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

 

Y concluye, diciendo: Las apacentaré con justicia. Fíjate cómo él es el único que puede apacentar con justicia. Pues, ¿quién puede juzgar al hombre? La tierra entera está llena de juicios temerarios. En efecto, aquel de quien desesperábamos, en el momento menos pensado, súbitamente se convierte y llega a ser el mejor de todos. Aquel, en cambio, en quien tanto habíamos confiado, en el momento menos pensado, cae súbitamente y se convierte en el peor de todos. Ni nuestro temor es constante ni nuestro amor indefectible.

Lo que sea en el día de hoy el hombre apenas si lo sabe el propio hombre, aunque, quizá, en alguna manera, lo que es hoy sí que puede saberlo; pero lo que uno será mañana ni uno mismo lo sabe. El Señor, en cambio, que conoce lo que hay en el hombre, puede apacentar con justicia, dando a cada uno lo que necesita: A éste, esto; a ése, eso; a aquél, aquello: a cada cual según sus propias necesidades, pues él sabe bien qué es lo que debe hacer.

 

Cuando el Señor apacienta con justicia, redime a los que juzga; por tanto, el Señor apacienta con justicia.

 

RESPONSORIO    Jn 10, 14; Ez 34, 11. 13

 

R. Yo soy el buen Pastor, * y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.

V. Yo mismo buscaré mis ovejas, y seguiré sus huellas, y las sacaré de entre los pueblos y las apacentaré.

R. Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Oh Dios, has hecho del amor a ti y a los hermanos la plenitud de la ley; concédenos cumplir tus mandamientos y llegar así a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVITATORIO

(Si Laudes no es la primera oración del día

se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.

 

Himno: CRECE LA LUZ BAJO TU HERMOSA MANO.

 

Crece la luz bajo tu hermosa mano,

Padre celeste, y suben

los hombres matutinos al encuentro

de Cristo Primogénito.

 

El hizo amanecer ante tus ojos

y enalteció la aurora,

cuando aún no estaba el hombre sobre el mundo

para poder cantarla.

 

El es principio y fin del universo,

y el tiempo, en su caída,

se acoge al que es la fuerza de las cosas

y en él rejuvenece.

 

Él es quien nos reanima y fortalece,

y hace posible el himno

que, ante las maravillas de tus manos,

cantamos jubilosos.

 

He aquí la nueva luz que asciende y busca

su cuerpo misterioso;

he aquí, en la claridad de la mañana,

el signo de tu rostro.

 

Envía, Padre eterno, sobre el mundo

el soplo de tu Hijo,

potencia de tu diestra y primogénito

de todos los que mueren. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

 

Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.

 

Misericordia, Dios mío, misericordia,

que mi alma se refugia en ti;

me refugio a la sombra de tus alas

mientras pasa la calamidad.

 

Invoco al Dios Altísimo,

al Dios que hace tanto por mí:

desde el cielo me enviará la salvación,

confundirá a los que ansían matarme,

enviará su gracia y su lealtad.

 

Estoy echado entre leones

devoradores de hombres;

sus dientes son lanzas y flechas,

su lengua es una espada afilada.

 

Elévate sobre el cielo, Dios mío,

y llene la tierra tu gloria.

 

Han tendido una red a mis pasos

para que sucumbiera;

me han cavado delante una fosa,

pero han caído en ella.

 

Mi corazón está firme, Dios mío,

mi corazón está firme.

Voy a cantar y a tocar:

despierta, gloria mía;

despertad, cítara y arpa;

despertaré a la aurora.

 

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;

tocaré para ti ante las naciones:

por tu bondad, que es más grande que los cielos;

por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

 

Elévate sobre el cielo, Dios mío,

y llene la tierra tu gloria.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

 

Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

 

Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14

 

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,

anunciadla en las islas remotas:

«El que dispersó a Israel lo reunirá,

lo guardará como un pastor a su rebaño;

porque el Señor redimió a Jacob,

lo rescató de una mano más fuerte.»

 

Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,

afluirán hacia los bienes del Señor:

hacia el trigo y el vino y el aceite,

y los rebaños de ovejas y de vacas;

su alma será como un huerto regado,

y no volverán a desfallecer.

 

Entonces se alegrará la doncella en la danza,

gozarán los jóvenes y los viejos;

convertiré su tristeza en gozo,

los alegraré y aliviaré sus penas;

alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,

y mi pueblo se saciará de mis bienes.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

 

Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

 

Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN

 

Grande es el Señor y muy digno de alabanza

en la ciudad de nuestro Dios,

su monte santo, altura hermosa,

alegría de toda la tierra:

 

el monte Sión, vértice del cielo,

ciudad del gran rey;

entre sus palacios,

Dios descuella como un alcázar.

 

Mirad: los reyes se aliaron

para atacarla juntos;

pero, al verla, quedaron aterrados

y huyeron despavoridos;

 

allí los agarró un temblor

y dolores como de parto;

como un viento del desierto,

que destroza las naves de Tarsis.

 

Lo que habíamos oído lo hemos visto

en la ciudad del Señor de los ejércitos,

en la ciudad de nuestro Dios:

que Dios la ha fundado para siempre.

 

¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia

en medio de tu templo:

como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza

llega al confín de la tierra;

 

tu diestra está llena de justicia:

el monte Sión se alegra,

las ciudades de Judá se gozan

con tus sentencias.

 

Dad la vuelta en torno a Sión,

contando sus torreones;

fijaos en sus baluartes,

observad sus palacios,

 

para poder decirle a la próxima generación:

«Este es el Señor, nuestro Dios.»

Él nos guiará por siempre jamás.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

 

LECTURA BREVE   Is 66,1-2

 

Así dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies: ¿Qué templo podréis construirme?; ¿o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío -oráculo del Señor-. En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.»

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

 

V. Guardaré tus leyes.

R. Respóndeme, Señor.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.

 

PRECES

 

Demos gracias a Cristo que nos ha dado la luz del día y supliquémosle diciendo:

 

Bendícenos y santifícanos, Señor.

 

Tú que te entregaste como víctima por nuestros pecados,

acepta los deseos y las acciones de este día.

 

Tú que nos alegras con la claridad del nuevo día,

sé tú mismo el lucero brillante de nuestros corazones.

 

Haz que seamos bondadosos y comprensivos con los que nos rodean

para que logremos así ser imágenes de tu bondad.

 

En la mañana haznos escuchar tu gracia

y que tu gozo sea hoy nuestra fortaleza.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Fieles a la recomendación del salvador, digamos llenos de confianza filial:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti, al empezar el día, a media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE   Am 4, 13

 

El Señor formó las montañas, creó el viento, descubre al hombre su pensamiento, hace la aurora y la oscuridad, camina sobre el dorso de la tierra. Su nombre es el Señor de los ejércitos.

 

V. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor.

R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.

 

Este mundo del hombre, en que él se afana

tras la felicidad que tanto ansía,

tú lo vistes, Señor, de luz temprana

y de radiante sol al mediodía.

 

Así el poder de tu presencia encierra

el secreto más hondo de esta vida;

un nuevo cielo y una nueva tierra

colmarán nuestro anhelo sin medida.

 

Poderoso Señor de nuestra historia,

no tardes en venir gloriosamente;

tu luz resplandeciente y tu victoria

inunden nuestra vida eternamente. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Ábreme los ojos, Señor, y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

 

Salmo 118, 17-24

 

Haz bien a tu siervo: viviré

y cumpliré tus palabras;

ábreme los ojos y contemplaré

las maravillas de tu voluntad;

soy un forastero en la tierra:

no me ocultes tus promesas.

 

Mi alma se consume, deseando

continuamente tus mandamientos;

reprendes a los soberbios,

infelices los que se apartan de tus mandatos;

aleja de mí las afrentas y el desprecio,

porque observo tus preceptos.

 

Aunque los nobles se sientan a murmurar de mí,

tu siervo medita tus leyes;

tus preceptos son mi delicia,

tus decretos son mis consejeros.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Ábreme los ojos, Señor, y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

 

Ant 2. Haz, Señor, que camine con lealtad.

 

Salmo 24 I - ORACIÓN POR TODA CLASE DE NECESIDADES

 

A ti, Señor, levanto mi alma;

Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado,

que no triunfen de mí mis enemigos;

pues los que esperan en ti no quedan defraudados,

mientras que el fracaso malogra a los traidores.

 

Señor, enséñame tus caminos,

instrúyeme en tus sendas:

haz que camine con lealtad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,

y todo el día te estoy esperando.

 

Recuerda, Señor, que tu ternura

y tu misericordia son eternas;

no te acuerdes de los pecados

ni de las maldades de mi juventud;

acuérdate de mí con misericordia,

por tu bondad, Señor.

 

El Señor es bueno y es recto,

y enseña el camino a los pecadores;

hace caminar a los humildes con rectitud,

enseña su camino a los humildes.

 

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad

para los que guardan su alianza y sus mandatos.

Por el honor de tu nombre, Señor,

perdona mis culpas, que son muchas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Haz, Señor, que camine con lealtad.

 

Ant 3. Mírame, ¡oh Dios!, y sácame de mis tribulaciones, que estoy solo y afligido.

 

Salmo 24 II

 

¿Hay alguien que tema al Señor?

Él le enseñará el camino escogido:

su alma vivirá feliz,

su descendencia poseerá la tierra.

 

El Señor se confía con sus fieles

y les da a conocer su alianza.

Tengo los ojos puestos en el Señor,

porque él saca mis pies de la red.

 

Mírame, ¡oh Dios!, y ten piedad de mí,

que estoy solo y afligido.

Ensancha mi corazón oprimido

y sácame de mis tribulaciones.

 

Mira mis trabajos y mis penas

y perdona todos mis pecados;

mira cuántos son mis enemigos,

que me detestan con odio cruel.

 

Guarda mi vida y líbrame,

no quede yo defraudado de haber acudido a ti.

La inocencia y la rectitud me protegerán,

porque espero en ti.

 

Salva, ¡oh Dios!, a Israel

de todos sus peligros.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mírame, ¡oh Dios!, y sácame de mis tribulaciones, que estoy solo y afligido.

 

LECTURA BREVE   Am 5, 8

 

El Señor creó las Pléyades y Orión, convierte la sombra en aurora, oscurece el día en noche; convoca las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. Su nombre es el Señor.

 

V. Honor y majestad lo preceden.

R. Fuerza y esplendor están en su templo.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz, pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD

 

Danos, Señor, la firme voluntad,

compañera y sostén de la virtud,

que sabe en la fatiga hallar quietud

y en medio de las sombras claridad:

 

La que trueca en tesón la veleidad,

y el ocio en perennal solicitud,

y las ásperas fiebres en salud

y los torpes engaños en verdad.

 

Y así conseguirá mi corazón

que los favores que a tu amor debí

le ofrezcan algún fruto en galardón.

 

Y aún tú, Señor, conseguirás así

que no llegue a romper mi confusión

la imagen tuya que pusiste en mí. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.

 

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.

 

Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.

 

Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

 

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

 

Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.

 

Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

los que coméis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

 

La herencia que da el Señor son los hijos;

una recompensa es el fruto de las entrañas:

son saetas en mano de un guerrero

los hijos de la juventud.

 

Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

no quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

 

Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.

 

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

 

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

 

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;

 

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

 

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dichoso el que teme al Señor.

 

LECTURA BREVE   Am 9, 6

 

El Señor construye en el cielo su morada, cimenta sobre la tierra su bóveda; convoca las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. Su nombre es el Señor.

 

V. El cielo proclama la gloria de Dios.

R. El firmamento pregona la obra de sus manos.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Contempla, Señor, a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de tu Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: VENGO, SEÑOR, CANSADO.

 

Vengo, Señor, cansado;

¡cuánta fatiga

van cargando mis hombros

al fin del día!

Dame tu fuerza

y una caricia tuya

para mis penas.

 

Salí por la mañana

Entre los hombres,

¡y encontré tantos ricos

que estaban pobres!

La tierra llora,

porque sin ti la vida

es poca cosa.

 

¡Tantos hombres maltrechos,

sin ilusiones!;

en ti buscan asilo

sus manos torpes.

Tu amor amigo,

todo tu santo fuego,

para su frío.

 

Yo roturé la tierra

y puse trigo;

tú diste el crecimiento

para tus hijos.

Así, en la tarde,

con el cansancio a cuestas,

te alabo, Padre.

 

Quiero todos los días

salir contigo,

y volver a la tarde

siendo tu amigo.

Volver a casa

y extenderte las manos,

dándote gracias. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

 

Salmo 29 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE

 

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

 

Señor, Dios mío, a ti grité,

y tú me sanaste.

Señor, sacaste mi vida del abismo,

me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

 

Tañed para el Señor, fieles suyos,

dad gracias a su nombre santo;

su cólera dura un instante;

su bondad, de por vida;

al atardecer nos visita el llanto,

por la mañana, el júbilo.

 

Yo pensaba muy seguro:

«No vacilaré jamás.»

Tu bondad, Señor, me aseguraba

el honor y la fuerza;

pero escondiste tu rostro,

y quedé desconcertado.

 

A ti, Señor, llamé,

supliqué a mi Dios:

«¿Qué ganas con mi muerte,

con que yo baje a la fosa?

 

¿Te va a dar gracias el polvo,

o va a proclamar tu lealtad?

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;

Señor, socórreme.»

 

Cambiaste mi luto en danzas,

me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;

te cantará mi alma sin callarse.

Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

 

Ant 2. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

 

Salmo 31 - ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO

 

Dichoso el que está absuelto de su culpa,

a quien le han sepultado su pecado;

dichoso el hombre a quien el Señor

no le apunta el delito.

 

Mientras callé se consumían mis huesos,

rugiendo todo el día,

porque día y noche tu mano

pesaba sobre mí;

mi savia se me había vuelto

un fruto seco.

 

Había pecado, lo reconocí,

no te encubrí mi delito;

propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,

y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

 

Por eso, que todo fiel te suplique

en el momento de la desgracia:

la crecida de las aguas caudalosas

no lo alcanzará.

 

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,

me rodeas de cantos de liberación.

 

Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,

fijaré en ti mis ojos.

 

No seáis irracionales como caballos y mulos,

cuyo brío hay que domar con freno y brida;

si no, no puedes acercarte.

 

Los malvados sufren muchas penas;

al que confía en el Señor,

la misericordia lo rodea.

 

Alegraos, justos, y gozad con el Señor,

aclamadlo, los de corazón sincero.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

 

Ant 3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

 

Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a

 

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,

el que eres y el que eras,

porque has asumido el gran poder

y comenzaste a reinar.

 

Se encolerizaron las naciones,

llegó tu cólera,

y el tiempo de que sean juzgados los muertos,

y de dar el galardón a tus siervos los profetas,

y a los santos y a los que temen tu nombre,

y a los pequeños y a los grandes,

y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

 

Ahora se estableció la salud y el poderío,

y el reinado de nuestro Dios,

y la potestad de su Cristo;

porque fue precipitado

el acusador de nuestros hermanos,

el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

 

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero

y por la palabra del testimonio que dieron,

y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.

Por esto, estad alegres, cielos,

y los que moráis en sus tiendas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

 

LECTURA BREVE   1Pe 1, 6-9

 

Saltad de júbilo, aunque de momento tengáis que sufrir un poco en diversas pruebas. Así la pureza de vuestra fe resultará más preciosa que el oro (que, aun después de acrisolado por el fuego, perece) y será para vuestra alabanza y gloria y honor en el día de la manifestación de Jesucristo. A él no lo habéis visto, y lo amáis; en él creéis ahora, aunque no lo veis; y os regocijaréis con un gozo inefable y radiante, al recibir el fruto de vuestra fe, la salud de vuestras almas.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Nos alimentó el Señor con flor de harina.

R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.

 

V. Nos sació con miel silvestre.

R. Con flor de harina.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

 

PRECES

 

Invoquemos a Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, y digámosle:

 

Escucha, Señor, nuestra oración.

 

Dios de amor que has hecho alianza con tu pueblo,

haz que recordemos siempre tus maravillas.

 

Que los sacerdotes, Señor, crezcan en la caridad

y que los fieles vivan en la unidad del Espíritu y en el vínculo de la paz.

 

Que el mundo prospere y avance según tus designios

y que los que lo construyen no trabajen en vano.

 

Envía, Señor, operarios a tu mies

para que tu nombre sea conocido en el mundo.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

A nuestros familiares y bienhechores difuntos dales un lugar entre los santos

y haz que nosotros un día nos encontremos con ellos en tu reino.

 

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Tú, Señor, que iluminas la noche y haces que después de las tinieblas amanezca nuevamente la luz, haz que, durante la noche que ahora comienza, nos veamos exentos de toda culpa y que, al clarear el nuevo día, podamos reunirnos otra vez en tu presencia para darte gracias nuevamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE

 

Cristo, Señor de la noche,

que disipas las tinieblas:

mientras los cuerpos reposan,

se tú nuestro centinela.

 

Después de tanta fatiga,

después de tanta dureza,

acógenos en tus brazos

y danos noche serena.

 

Si nuestros ojos se duermen,

que el alma esté siempre en vela;

en paz cierra nuestros párpados

para que cesen las penas.

 

Y que al despuntar el alba,

otra vez con fuerzas nuevas,

te demos gracias, oh Cristo,

por la vida que comienza. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Mi carne descansa serena.

 

Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.

 

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;

yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»

Los dioses y señores de la tierra

no me satisfacen.

 

Multiplican las estatuas

de dioses extraños;

no derramaré sus libaciones con mis manos,

ni tomaré sus nombres en mis labios.

 

El Señor es mi heredad y mi copa;

mi suerte está en tu mano:

me ha tocado un lote hermoso,

me encanta mi heredad.

 

Bendeciré al Señor, que me aconseja,

hasta de noche me instruye internamente.

Tengo siempre presente al Señor,

con él a mi derecha no vacilaré.

 

Por eso se me alegra el corazón,

se gozan mis entrañas,

y mi carne descansa serena.

Porque no me entregarás a la muerte,

ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

 

Me enseñarás el sendero de la vida,

me saciarás de gozo en tu presencia,

de alegría perpetua a tu derecha.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mi carne descansa serena.

 

LECTURA BREVE   1Ts 5, 23

 

Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Salve, Reina de los cielos

y Señora de los ángeles;

salve raíz, salve puerta,

que dio paso a nuestra luz.

 

Alégrate, virgen gloriosa,

entre todas la más bella;

salve, agraciada doncella,

ruega a Cristo por nosotros.




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