miércoles, 20 de febrero de 2019

Puertas del Abismo.

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Puertas del Abismo.
Si el pecado se presentara a nosotros como realmente es, ninguno pecaría, pues el pecado se nos presenta como algo deseable y lindo, la tentación es agradable y por eso tienta. Pero si viéramos lo que es en realidad un pecado, ya nos cuidaríamos muy bien de pecar. 
También el demonio se esconde bajo apariencias de belleza y bien, se disfraza de ángel de luz, pero si lo viéramos como realmente es, temblaríamos de pavor y jamás cometeríamos un pecado, porque nos estaríamos poniendo en sus horribles manos. 
Cuando vemos una hermosa chica, vestida indecentemente y provocativa, con una gran belleza, no nos damos cuenta de que esa es una puerta del Abismo, pues si la miramos con concupiscencia nos hace caer en pecado y así nos hacemos dignos del Infierno eterno. 
Y aquél joven hombre tan elegante, perfumado y bien vestido, pero que lleva en su interior un alma muerta por el pecado grave, nos atrae y no vemos la fealdad que los ángeles si ven, porque nosotros sólo vemos lo exterior, pero Dios y sus ángeles ven lo interior. 
Hay Santos a los que Dios les ha mostrado lo que es un alma en pecado mortal, y se han sentido llenos de pavor. 
Es que si viéramos lo que es un pecado, lo que es Satanás, jamás pecaríamos, porque ambos son horripilantes. Pero la tentación es linda y agradable, y nosotros vamos tras ella, sin caer en la cuenta de que pecando, nos matamos el alma y la hacemos horrible ante Dios, y nos ponemos en las garras sucias y malvadas de los demonios. 
El pecado más fácil de evitar es el primero, porque cuando más vamos pecando, cada vez más se va apagando el remordimiento, y ya se nos hace cuesta arriba salir del vicio y del mal. Por eso tratemos de evitar el primer pecado. No digamos “ahora peco y después me confieso”, o también “hoy peco porque soy joven, pero más adelante, cuando sea viejo, haré una vida santa”. ¡Son miserables engaños del demonio que sabe que nunca saldremos del pecado, y nos tendrá para siempre en su Infierno para torturarnos por los siglos de los siglos! 
Pidamos al Señor que nos abra los ojos como a los ciegos del Evangelio, para que veamos con los ojos del espíritu, con la mirada de Dios, para ver realmente qué es lo bueno y qué es lo malo, qué es lo bello y qué es lo feo, no según el mundo y lo exterior, sino según el espíritu. 
Las puertas del Abismo son todas agradables y aparentemente inofensivas y alegres, pero esconden la tremenda realidad de una eternidad de horror. No entremos por ellas.



Santísima Virgen. 
¡Gracias por difundir este mensaje!

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