domingo, 3 de febrero de 2019

Jesús hoy nos habla a nosotros



JESÚS HOY NOS HABLA A NOSOTROS


Por José María Martín OSA


1.- No es fácil anunciar el mensaje de Dios. Jeremías ha sido llamado por Dios para anunciar su mensaje. Es duro pedir a la gente que cambie de vida. Jeremías es joven y tímido, pero debe aceptar su ministerio sin miedos y con rapidez. Esta es la paradoja de Jeremías: se siente con pocas fuerzas, pero sabe Dios le ha prometido su ayuda. Su palabra es potente al ser palabra de Dios, y, a la vez, impotente, ya que no puede forzar a nadie a la fe y a la obediencia. En la promesa del Señor sólo se le garantiza la asistencia y triunfo final; pero para nada se habla de triunfalismo y éxitos rotundos, tiene que sufrir una larga travesía del desierto. Esta será también la suerte de todo mensajero hoy. Ante la enorme dificultad de la tarea, ¿no damos de lado a nuestro ministerio buscando opciones, caminos que nos resultan más llevaderos y se nos presentan más atractivos? Nos falta muchas veces entusiasmo y energía. El salmo protesta contra la pérdida de vitalidad y de fuerzas, que a veces nos supera. Pero Dios está con nosotros. Aun en medio de las situaciones más dolorosas, el creyente continúa su canción y da gracias.




2.- Amar es lo que importa. Lo extraordinario del cristianismo no está en las manifestaciones prodigiosas o en el poder de hacer milagros, sino en que un hombre ordinario sea capaz de amar con sencillez, humildad y perseverancia. Frente a esa manera pagana de ver las relaciones humanas, Pablo describe el ideal cristiano de la caridad. La caridad es un amor que se manifiesta en pequeños detalles, en gestos muy concretos. Un amor que se pone en actitud de servicio, es decir, que invita a los demás a pedir favores. Se puede contar con él. Un amor desinteresado y gratuito que renuncia a sus propios derechos, a tomarse la justicia por su mano, y se dirige precisamente a aquellos que no le devolverán nada: los pobres y los enemigos. Un amor que evita las palabras y los gestos ofensivos. Un amor que busca la verdad y la acepta, incluso si la encuentra en los propios enemigos.


3.- ¿Cuál es nuestra actitud ante Jesús? Ante sus paisanos anuncia que se están cumpliendo en Elías promesas de Isaías. Se presenta a sus paisanos para anunciarles el año de gracia, para proclamar que con su venida al mundo se inaugura ya la salvación que profetizara Isaías. Este es el contenido de la explicación que hizo Jesús en la sinagoga de Nazaret sobre el texto profético. Los vecinos de Nazaret no podían comprender que su carpintero fuera un enviado de Dios, mucho menos el Mesías, y no digamos ya el mismo Hijo de Dios hecho hombre. Además, ¿por qué no hacía en su pueblo lo que se decía que había hecho en Cafarnaúm? Jesús conoce las cavilaciones de sus paisanos y las pone al descubierto con un refrán: "Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo", y responde con otro refrán: "Nadie es profeta en su tierra". Su interpretación del profeta Isaías no parece haber interesado mucho a los oyentes. Estos están más bien preocupados por la omisión de la frase del texto del profeta sobre la venganza de Dios. Esta omisión la consideran una manipulación del texto sagrado. Jesús omite esta expresión a propósito "¿Quién se cree que es?". En la base de esta reacción se halla una concepción nacionalista. Esta es, en el fondo, la acusación que le hacen a Jesús sus paisanos: es un traidor. En realidad, Jesús no hace más que desmontar el supuesto privilegio de Israel, a base de datos tomados de la propia historia judía. Escandalizados por las palabras de Jesús, y heridos en su amor propio, sus paisanos atentan contra la vida del que se ha presentado ante ellos como enviado de Dios. Esta anécdota de Nazaret se radicalizará y se universalizará en el rechazo del que será objeto Jesús al ser entregado por los judíos y morir fuera de los muros de la ciudad santa bajo el poder de los romanos. Porque "vino a los suyos, y los suyos no le recibieron". Ahora los suyos somos nosotros. ¿Cuál es nuestra actitud? ¿Le negamos? ¿Le mostramos indiferencia? ¿Aceptamos su mensaje y lo vivimos?

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