viernes, 22 de febrero de 2019

Cristo dice: Yo soy la puerta!!!

Ahora bien, ya que donde uno cae allí queda tendido y, a menos que alguno se ponga al lado, ya no ha de levantarse (Sal 40, 9; Is 24, 20).
Tampoco nuestra alma habría podido alzarse desde las cosas sensibles a la contemplación de si misma y de la Verdad eterna en ella, si la Verdad misma, tomando forma humana en Jesucristo, no se hubiera convertido en escala reparadora de nuestra alma y de nuestra vida.
Por lo que, aunque sea bien iluminado por la luz de la naturaleza y de la ciencia adquirida, nadie puede entrar en sí, para tener tus delicias en el Señor (Sal 36, 4), sino por medio de Cristo que dice: Yo soy la puerta, si uno entra por mí estará salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto (Jn 10, 9).
Pero a esta puerta no podemos acercarnos si no creemos y esperamos en él, si no lo amamos.
Entonces, si queremos gozar nuevamente de la Verdad como en el Paraíso, es necesario entrar de nuevo por medio de la fe, la esperanza y la caridad del mediador de Dios entre los hombres, Jesucristo, que es como el árbol en medio del jardín (Gen 2, 9).

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