miércoles, 27 de junio de 2018

¿Llevo a la práctica el ¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo!?

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Una hermosa canción de Marco Frisina para acompañar la meditación de hoy



ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

«¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo!». ¿De verdad que lo llevo a la práctica? ¿Soy capaz de desprender de mi corazón todo los rencores para perdonar al prójimo y poder vivir en paz con el hermano que vive a mi lado? ¡Pero si el que me ha lastimado ha sido él!
¡Qué gran prueba de amor no pone habitualmente Dios con nuestra actitud de amar al prójimo! ¡Es tan sencillo amar al que no te daña, al que te cubre de parabienes, al que no te hace sombra, al que no te hiere, al que no te estorba! El mérito auténtico esta en amar al que te ha herido.
Son muchas las veces que cuando pronuncio en la Santa Misa el «¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo!» pienso: «¡Qué poco sigues la doctrina de Cristo!» o «¡Cuántas veces Dios me pone a prueba el amor que siento y cuántas veces lo desaprovecho!»
Uno tiene la tendencia a vanagloriarse interiormente de su oración, de su Misa diaria, de sus ayunos, de su generosidad hacia el prójimo, de su servicio… y entonces te preguntas si el Señor recibirá con alegría y agrado esta ofrenda cuando sabe que tu corazón no es un corazón dolorido, ni humillado, ni contrito sino un corazón que acumula heridas, desánimos o impide el perdón y la reconciliación.
Entonces comprendes que el único que se hace daño a si mismo con esta actitud eres tu. Fundamentalmente porque con ella me alejo de Dios. Y porque la persona que alejo de mi corazón también es parte de Dios.

En la vida espiritual, la que concierne al amor, al perdón, al juicio ajeno… el único juez es Dios. No soy nadie para juzgar al prójimo. No me corresponde evaluar sus errores y sus fallos porque ya tengo suficiente con los míos.
«¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo!». Amando al prójimo amas principal y sustancialmente a Dios porque Él está en el prójimo. Por eso debo tratar de dañar lo menos posible a los demás y siempre perdonar porque cada vez que lo hago daño también a Dios.

¡Señor Dios, Padre nuestro, te damos gracias porque nos has dado el mandamiento del amor, para que nos amemos unos a otros, te amemos a Tí y reconozcamos a todas las personas que nos rodean como nuestros hermanos, creados a tu imagen y semejanza! ¡Ayúdanos, Padre de bondad, a amarnos unos a otros ya que así mostramos a la sociedad que somos tus hijos con el fin de que con nuestro ejemplo crean en tí, Dios de bondad y de Paz, de Amor y Misericordia! ¡Envíame, Señor, Tu Espíritu para que mis ojos se impregnen de tu misericordia y sea capaz de ver en los demás su dignidad y la belleza que hay en su interior, los vea como me ves Tú a mí y no juzgue nunca por las apariencias porque solo tu Señor sabes lo que anida en su corazón! ¡Envíame, Señor, Tu Espíritu para que esté siempre atento a las necesidades del prójimo y mis oídos estén abiertos a su llamada y su clamor como me escuchas Tú siempre a mí, y no haga oídos sordos a sus dolores, su sufrimiento, su tristeza o a su llanto acercándome a ellos con ternura y compasión! ¡Envíame, Señor, Tu Espíritu para que de mi boca sólo surjan palabras de aliento, de misericordia, de consuelo, de paz, de perdón y de cariño y ayúdame a no juzgar ni a ser injusto con los que me rodean! ¡Que mi mente, Señor, se vuelva siempre hacia el más cercano para que pueda entender su necesidad como Tú entiendes siempre la mía! ¡Que mis manos, Dios mío, sean como las tuyas tiernas y generosas, acogedoras y sensibles, entregadas y puras, para que todas mis acciones sean para levantar, abrazar, acoger y llevar a cabo esas tareas que los otros no quieren realizar! ¡Que mi corazón se vuelva siempre hacia el corazón del prójimo para que sea capaz de amarlo siempre como me amas Tú, con ese amor clemente, amoroso, paciente y misericordioso! ¡Que en cada prójimo vea a un hermano; que su dolor sea el mío y dame, Padre bueno, el don para suavizar sus penas y compartir su espíritu! ¡Ayúdame a vivir en el amor, a vivir para el amor y a vivir de amor! ¡Que mi vida no tenga ya otra motivación, ni otro sentido, ni otra meta que el amarte en los demás!

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