"Dichoso aquel que participe en el banquete del Reino de Dios".
Misa para pedir la gracia de una buena muerte MR, p. 1159 (1151) / Lecc. II, p. 966
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 22, 4
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo, Señor y Dios mío, tu vara y tu cayado me dan seguridad.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que nos creaste a tu imagen y quisiste que tu Hijo padeciera la muerte por nosotros, concédenos permanecer siempre vigilantes en la oración, para que merezcamos salir de este mundo sin mancha de pecado y descansar llenos de gozo en el seno de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Cristo se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó.
De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 5-11
Hermanos: Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 21
R/. Alabemos juntos al Señor.
Le cumpliré mis promesas al Señor delante de sus fieles. Los pobres comerán hasta saciarse y alabarán al Señor los que lo buscan: su corazón ha de vivir para siempre. R/.
Recordarán al Señor y volverán a él desde los últimos lugares del mundo; en su presencia se postrarán todas las familias de los pueblos. R/.
Porque el Señor es rey, él gobierna a los pueblos y sólo ante él se postrarán todos los que mueren. R/.
Mi descendencia lo servirá y le contará a la siguiente generación, al pueblo que ha de nacer, la justicia del Señor y todo lo que él ha hecho. R/.
ACLAMACIÓN Mt 11, 28
R/. Aleluya, aleluya.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio, dice el Señor. R/.
Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa.
Del santo Evangelio según san Lucas: 14, 15-24
En aquel tiempo, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: "Dichoso aquel que participe en el banquete del Reino de Dios".
Entonces Jesús le dijo: "Un hombre preparó un gran banquete y convidó a muchas personas. Cuando llegó la hora del banquete, mandó un criado suyo a avisarles a los invitados que vinieran, porque ya todo estaba listo. Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. Uno le dijo: ‘Compré un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me disculpes’. Otro le dijo: ‘Compré cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes’. Y otro más le dijo: ‘Acabo de casarme y por eso no puedo ir’.
Volvió el criado y le contó todo al amo. Entonces el señor se enojó y le dijo al criado: ‘Sal corriendo a las plazas y a las calles de la ciudad y trae a mi casa a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos’.
Cuando regresó el criado, le dijo: ‘Señor, hice lo que me ordenaste, y todavía hay lugar’. Entonces el amo respondió: ‘Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa. Yo les aseguro que ninguno de los primeros invitados participará de mi banquete’ ".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Así como venciste nuestra muerte, Señor, con la muerte de tu Unigénito, así también concédenos, por la eficacia de este sacramento, que, obedeciendo a tu voluntad hasta la muerte, salgamos de este mundo llenos de paz y de confianza, hechos partícipes de su gloriosa resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio común V, MR, p. 548 (544), o VI, p. 549 (545).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Rom 14, 7-8
Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor.
O bien: Lc 21, 36
Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan comparecer seguros ante el Hijo del hombre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido por estos misterios la prenda de la inmortalidad, te pedimos, Señor, que el auxilio de tu amor nos ayude en el momento de nuestra muerte, y que, venciendo las tentaciones del enemigo, seamos acogidos en el seno de tu eterna gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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