viernes, 7 de abril de 2023

La Cruz, escuela de Amor

 




La Cruz, escuela de Amor.
Tratado del Amor de Dios - San Francisco de Sales

Otros Autores 6 abril, 2023 en Ejercicios Espirituales, Espiritualidad, Meditación Tiempo de Lectura: 2 mins

Que la palabra «Calvario» es la verdadera escuela de amor
Finalmente, para concluir, la muerte y la pasión de nuestro Señor es el motivo más dulce y el más fuerte que puede mover nuestros corazones en esta vida mortal, y en la gloria celestial, después del motivo de la bondad divina conocida y considerada en sí misma, el de la muerte del Salvador será el más poderoso para arrebatar a los espíritus bienaventurados en el amor de Dios, en prueba de lo cual, en la Transfiguración, que no era más que una muestra de la gloria, hablaban con nuestro Señor del exceso que había de realizar en Jerusalén. Mas ¿de qué exceso, sino del exceso de amor, por el cual la vida fue arrebatada al Amante
para ser dada al amado?

El monte Calvario, es el monte de los amantes. Todo amor que no se origina en la pasión del Salvador es frívolo y peligroso. Desgraciada es la muerte sin el amor del Salvador. El amor y la muerte están de tal manera entrelazados en la pasión del Salvador, que es imposible tener uno de ellos en el corazón sin el otro.

En el Calvario no puede haber vida sin amor, ni amor sin la muerte del Redentor. Fuera de allí todo es, o muerte eterna o amor eterno, y toda la sabiduría cristiana consiste en saber escoger bien. ¡OH amor eterno! mi alma te requiere y te escoge eternamente. Ven, Espíritu Santo, e inflama nuestros corazones en tu amor. O amar o morir; o morir o amar. Morir a todo otro amor, para vivir tan sólo al de Jesús, a fin de que no muramos eternamente, sino que, viviendo en tu amor eterno, oh Salvador de nuestras almas, cantemos eternamente: ¡Viva Jesús. Yo amo a Jesús, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Que estas cosas, Teótimo, que han sido escritas para tu caridad, con la gracia y el favor de la caridad, arraiguen de tal manera en tu corazón, que esta caridad encuentre en ti el fruto de las santas obras; no tan sólo las hojas de las alabanzas. ¡Bendito sea Dios!

San Francisco de Sales, “Tratado del Amor de Dios”

(Libro Duodécimo, cap.XIII


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