lunes, 23 de mayo de 2022

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CONSAGRACIÓN A MARÍA, DIMENSIÓN MISIONERA

Significado de la consagración:

A la luz de la Encarnación redentora de Cristo, todo creyente está llamado a ser “santo”, “hijo en el Hijo”, expresión suya ante el Padre y los hermanos, “para alabanza de su gloria”. De este modo todos estamos llamados a “recapitular en Cristo todas las cosas”, “marcados con el sello del Espíritu Santo” (Ef 1,4-13). Corresponde a la llamada universal a la santidad como “perfección de la caridad” (LG 40 y 45).

La realidad de la consagración es una acción divina, puesto que es un don de Dios e iniciativa suya. Al mismo tiempo, Dios quiere y hace posible la colaboración libre de la persona. Se puede decir, pues, que Dios consagra (con su iniciativa y don de gracia) y que la persona se consagra a Dios. Esta base teológica está en armonía con la Alianza esponsal (el «sí» de Dios y el «sí» del hombre).

Dimensión misionera de la consagración mariana

La consagración mariana, personal o comunitaria, indica una entrega a los planes salvíficos de Dios en Cristo, como ella y con ella. Hay, pues, una «entrega» y una «confianza» en la función materna de María. Es una donación a Cristo por medio de «la Señora», para recibir el Espíritu Santo.

Se recuerda a San Ildefonso de Toledo (siglo VII) como el primer Padre de Occidente que habla sobre la consagración a María. San Juan Damasceno (siglo VIII) es el primero en el Oriente.»San Luís María Grignion de Montfort proponía a los cristianos la consagración a Cristo por manos de María, como medio eficaz para vivir fielmente el compromiso del bautismo» (S. Juan Pablo II, RMa 48).

Al «entregarse» y «confiarse» a María, se toma conciencia de la actitud mariana del «fiat», «Magnificat» y «stabat», transformándola en una actitud relacional de fidelidad a sus palabras: «Haced lo que él os diga» (Jn 2,5). Consagrarse y confiarse a María significa, pues, comprometerse como ella (y con su presencia y ayuda materna) a ser discípulos de Cristo, ser fieles a la Palabra de Dios y a la acción santificadora y evangelizadora del Espíritu Santo.

La consagración al Corazón Inmaculado de María según Papa Francisco:

“Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania”…

“Los labios de María pronunciaron la frase más bella que el ángel pudiera llevar a Dios: «Que se haga en mí lo que tú dices» (Lc 1, 38) … Es la participación más íntima en su proyecto de paz para el mundo. Nos consagramos a María para entrar en este plan, para ponernos a la plena disposición de los proyectos de Dios” …

“Que Ella tome hoy nuestro camino en sus manos; que lo guíe, a través de los senderos escarpados y fatigosos de la fraternidad y el diálogo, por el camino de la paz… Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti” (Papa Francisco 25.3.22)


 

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