jueves, 7 de abril de 2022

El poder del discurso destructivo 7 de abril de 2022 Jueves de la Quinta Semana de Cuaresma

 




Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!

El poder del discurso destructivo
7 de abril de 2022
Jueves de la Quinta Semana de Cuaresma
Lecturas para Hoy

San Juan Bautista de la Salle, Presbítero—Memoria

Jesús dijo a los judíos: “Amén, amén, de cierto os digo, el que guarda mi palabra, no morirá jamás”. Entonces los judíos le dijeron: “Ahora estamos seguros de que estás poseído”. Juan 8:51–52

Es difícil imaginar algo peor que pueda decirse de Jesús. ¿Realmente pensaron que estaba poseído por el maligno? Parece que sí. Qué cosa más triste y extraña que decir sobre el Hijo de Dios. Aquí está Dios mismo, en la persona de Jesús, ofreciendo una promesa de vida eterna. Él revela la Verdad sagrada de que la obediencia a Su Palabra es el camino a la felicidad eterna y que todos necesitan conocer esta Verdad y vivirla. Jesús habla esto libre y abiertamente, pero la respuesta de algunos que escuchan este mensaje es profundamente decepcionante, calumniosa y maliciosa.

Es difícil saber qué estaba pasando en sus mentes para que dijeran tal cosa. Quizás estaban celosos de Jesús, o quizás simplemente estaban seriamente confundidos. Cualquiera que sea el caso, hablaron algo que fue seriamente dañino.

El daño de tal declaración no fue tanto hacia Jesús; más bien, era perjudicial para ellos mismos y para quienes lo rodeaban. Jesús podía manejar personalmente cualquier cosa que se hablara de Él, pero otros no. Es importante entender que nuestras propias palabras pueden hacernos mucho daño a nosotros mismos ya los demás.

En primer lugar, sus palabras se dañaron a sí mismos. Al hablar públicamente de una declaración tan errónea , comienzan a descender por el camino de la obstinación. Se necesita una gran humildad para retractarse de tal declaración en el futuro. Así es con nosotros. Cuando verbalizamos algo que daña a otro, es difícil retractarse. Es difícil disculparse después y reparar la herida que hemos causado. El daño se hace principalmente a nuestro propio corazón en el sentido de que es difícil dejar de lado nuestro error y seguir adelante con humildad. Pero esto debe hacerse si queremos deshacer el daño.

En segundo lugar, este comentario también hizo daño a quienes estaban escuchando. Algunos pueden haber rechazado esta declaración maliciosa, pero otros pueden haberla ponderado y comenzado a preguntarse si, de hecho, Jesús estaba poseído. Así, se sembraron semillas de duda. Todos debemos darnos cuenta de que nuestras palabras afectan a los demás y debemos esforzarnos por pronunciarlas con el mayor cuidado y caridad.

Reflexiona, hoy, sobre tu propio discurso. ¿Hay cosas de las que ha hablado con otros que ahora se da cuenta de que eran erróneas o engañosas? Si es así, ¿ha tratado de deshacer el daño retractándose de sus palabras y disculpándose? Reflexione, también, sobre el hecho de que es fácil ser arrastrado a la conversación maliciosa de los demás. ¿Te has dejado influenciar por tales conversaciones? Si es así, resuelve silenciar tus oídos a tales errores y busca maneras de decir la verdad.

Señor de toda Verdad, dame la gracia de pronunciar santas palabras que siempre te den gloria y reflejen las eternas Verdades vivas en Tu Corazón. Ayúdame a ser también consciente de las mentiras que me rodean en este mundo de pecado. Que Tu Corazón filtre los errores y permita que solo las semillas de la Verdad sean plantadas en mi propia mente y corazón. Jesús, en Ti confío.


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