DOMINGO DE PASCUA (17 abril 2022)
De Corazón a corazón: Hch 10,34.37-43 (“Jesús de Nazaret… pasó haciendo el bien… Nosotros somos testigos… Dios lo resucitó al tercer día”); Col 3,1-4 (“Habéis resucitado con Cristo… Vuestra vida está oculta con Cristo en Dios… Cristo es vuestra vida”) / 1Cor 5,7 (“Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva… Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado”); Jn 20,1-9 (“El discípulo a quien Jesús amaba… entró en el sepulcro… vio y creyó”)
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: “Su resurrección es nuestra esperanza” (San Agustín). El anuncio de la resurrección de Jesús continúa en la historia humana por medio del testimonio de sus discípulos (“bautizados”, que viven en Él y son sus testigos). Cristiano es quien ha encontrado a Cristo Resucitado, especialmente al escuchar su Palabra y vivir la Eucaristía el “domingo” (“día del Señor" resucitado) para hacerse pan partido entre los hermanos. Y se ha sabido amado y acompañado por Él. Para encontrar a Cristo en estos signos “pobres” de la Iglesia y del día a día, como en el sepulcro vacío, se necesita la fe del discípulo amado: “Entró,.. vio y creyó”. La fe se concreta en “un conocimiento vivido de Cristo” (S. Juan Pablo II, VS 88).
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: El discípulo amado “la recibió en su casa” (Jn 19,27), es decir, “en comunión de vida”, en familia. Por esto nos alegramos con ella por la resurrección de Jesús: “Reina del cielo, alégrate… ha resucitado”. Ella se alegra de verdad si la dejamos entrar para ayudarnos a vivir en Cristo Resucitado. Ella fue la primera en creer, transformando el dolor en esperanza gozosa y en atención a los demás.
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