martes, 23 de noviembre de 2021

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS. - 24 DE NOVIEMBRE MIÉRCOLES XXXIV DEL T. ORDINARIO SAN ANDRÉS DUNG-LAC PRESBÍTERO Y COMPAÑEROS MÁRTIRES



Del Común de varios mártires. Salterio II.



SANTOS ANDRÉS DUNG-LAC, presbítero, y compañeros, mártires. (MEMORIA)



Durante el siglo XVI, varias familias religiosas anunciaron el Evangelio en las diversas regiones del Vietnam. Mucha gente del pueblo recibió con alegría la Buena Noticia del Evangelio. Esta aceptación de la fe cristiana fue enseguida probada por la persecución. Durante los siglos XVII, XVIII y XIX, a pesar de que hubo breves intervalos de paz, muchos cristianos obtuvieron el don del martirio. Entre ellos hubo obispos, presbíteros, religiosos, religiosas, catequistas, tanto hombres como mujeres, y laicos de sexo y condición diversa. El papa Juan Pablo II canonizó ciento diecisiete mártires el día 19 de junio de 1988; este grupo de mártires estaba formado por noventa y seis vietnamitas, once misioneros dominicanos españoles y diez franceses. A petición del episcopado vietnamita, el mismo Papa ha introducido en el Calendario romano la memoria del presbítero Andrés Dung-Lac y sus compañeros.



OFICIO DE LECTURA



INVITATORIO



Si ésta es la primera oración del día:



V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza



Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:



Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.



Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA



Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.



Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.



Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.



Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.



Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.



Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:



V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.





Himno: TESTIGOS DE AMOR



Testigos de amor

de Cristo Señor,

mártires santos.



Rosales en flor

de Cristo el olor,

mártires santos.



Palabras en luz

de Cristo Jesús,

mártires santos.



Corona inmortal

del Cristo total,

mártires santos. Amén.



SALMODIA



Ant 1. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.



Salmo 38 I - SÚPLICA DE UN ENFERMO



Yo me dije: vigilaré mi proceder,

para que no se me vaya la lengua;

pondré una mordaza a mi boca

mientras el impío esté presente.



Guardé silencio resignado,

no hablé con ligereza;

pero mi herida empeoró,

y el corazón me ardía por dentro;

pensándolo me requemaba,

hasta que solté la lengua.



Señor, dame a conocer mi fin

y cuál es la medida de mis años,

para que comprenda lo caduco que soy.



Me concediste un palmo de vida,

mis días son nada ante ti;

el hombre no dura más que un soplo,

el hombre pasa como pura sombra,

por un soplo se afana,

atesora sin saber para quién.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.



Ant 2. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.



Salmo 38 II



Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?

Tú eres mi confianza.

Líbrame de mis iniquidades,

no me hagas la burla de los necios.



Enmudezco, no abro la boca,

porque eres tú quien lo ha hecho.

Aparta de mí tus golpes,

que el ímpetu de tu mano me acaba.



Escarmientas al hombre

castigando su culpa;

como una polilla roes sus tesoros;

el hombre no es más que un soplo.



Escucha, Señor, mi oración,

haz caso de mis gritos,

no seas sordo a mi llanto;



porque yo soy huésped tuyo,

forastero como todos mis padres.

Aplaca tu ira, dame respiro,

antes de que pase y no exista.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.



Ant 3. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.



Salmo 51 - CONTRA LA VIOLENCIA DE LOS CALUMNIADORES



¿Por qué te glorías de la maldad

y te envalentonas contra el piadoso?

Estás todo el día maquinando injusticias,

tu lengua es navaja afilada,

autor de fraudes;



prefieres el mal al bien,

la mentira a la honradez;

prefieres las palabras corrosivas,

lengua embustera.



Pues Dios te destruirá para siempre,

te abatirá y te barrerá de tu tienda;

arrancará tus raíces

del suelo vital.



Lo verán los justos, y temerán,

y se reirán de él:

«Mirad al valiente

que no puso en Dios su apoyo,

confió en sus muchas riquezas,

se insolentó en sus crímenes.»



Pero yo, como verde olivo,

en la casa de Dios,

confío en su misericordia

por siempre jamás.



Te daré siempre gracias

porque has actuado;

proclamaré delante de tus fieles:

«Tu nombre es bueno.»



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.



V. Mi alma espera en el Señor.

R. Espera en su palabra.



PRIMERA LECTURA



Del libro del profeta Ezequiel 37, 15-28



SE ANUNCIA LA RENOVACIÓN DE LA UNIDAD ENTRE ISRAEL Y JUDÁ



En aquellos días, el Señor me dirigió la palabra y me dijo:



«Hijo de hombre, toma una vara y escribe en ella: "Judá"; toma luego otra vara y escribe en ella: "José". Empálmalas la una con la otra de modo que formen una sola vara y queden unidas en tu mano. Y cuando te pregunten tus paisanos: "Explícanos lo que quieres decir", respóndeles: "Esto dice el Señor: Voy a tomar la vara de José y a empalmarla con la vara de Judá, de modo que formen una sola vara y queden unidas en mí mano."



Toma en la mano las varas escritas y, enseñándoselas, diles: "Esto dice el Señor: Voy a recoger a los hijos de Israel de entre las naciones adonde marcharon, voy a congregarlos de todas partes y los voy a repatriar. Los haré un solo pueblo en su país, en los montes de Israel, y un solo rey reinará sobre todos ellos. No volverán a ser dos naciones ni a estar divididos en dos reinos. No se mancharán más con sus ídolos y abominaciones y con todos sus crímenes. Los libraré de sus pecados y prevaricaciones, los purificaré: ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis mandatos y cumplirán mis preceptos, poniéndolos por obra. Habitarán en la tierra que le di a mi siervo Jacob, en la que habitaron vuestros padres; allí vivirán para siempre, ellos y sus hijos y sus nietos; y mí siervo David será su príncipe para siempre.



Haré con ellos una alianza de paz, alianza eterna pactaré con ellos. Los estableceré, los acrecentaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y sabrán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté entre ellos mi santuario para siempre."»



RESPONSORIO Ez 37, 21. 22; Jn 10, 16. 11



R. Voy a recoger a los hijos de Israel, voy a congregarlos de todas partes y haré de ellos un solo pueblo, * para que se forme un solo rebaño y un solo pastor.

V. El buen pastor da su vida por las ovejas.

R. Para que se forme un solo rebaño y un solo pastor.



SEGUNDA LECTURA



De la carta de san Pablo Le-Bao-Tinh a los alumnos del seminario de Ke-Vinh, enviada el año mil ochocientos cuarenta y tres.

(A. Launay, Le clergé tonkinois et ses pretres martyrs, MEP, Paris 1925, pp. 80-83)



LA PARTICIPACIÓN DE LOS MÁRTIRES EN LA VICTORIA DE CRISTO CABEZA



Yo, Pablo, encarcelado por el nombre de Cristo, os quiero explicar las tribulaciones en que me veo sumergido cada día, para que, enfervorizados en el amor a Dios, alabéis conmigo al Señor, porque es eterna su misericordia. Esta cárcel es un verdadero infierno: a los crueles suplicios de toda clase, como son grillos, cadenas de hierro y ataduras, hay que añadir el odio, las venganzas, las calumnias, palabras indecentes, peleas, actos perversos, juramentos injustos, maldiciones y, finalmente, angustias y tristeza. Pero Dios, que en otro tiempo libró a los tres jóvenes del horno de fuego, está siempre conmigo y me libra de estas tribulaciones y las convierte en dulzura, porque es eterna su misericordia.



En medio de estos tormentos, que aterrorizarían a cualquiera, por la gracia de Dios estoy lleno de gozo y alegría, porque no estoy solo, sino que Cristo está conmigo.



Él, nuestro maestro, aguanta todo el peso de la cruz, dejándome a mí solamente la parte más pequeña e insignificante. Él, no sólo es espectador de mi combate, sino que toma parte en él, vence y lleva a feliz término toda la lucha. Por esto en su cabeza lleva la corona de la victoria, de cuya gloria participan también sus miembros.



¿Cómo resistir este espectáculo, viendo cada día cómo los emperadores, los mandarines y sus cortesanos blasfeman tu santo nombre, Señor, que te sientas sobre querubines y serafines? ¡Mira, tu cruz es pisoteada por los paganos! ¿Dónde está tu gloria? Al ver todo esto, prefiero, encendido en tu amor, morir descuartizado, en testimonio de tu amor.



Muestra, Señor, tu poder, sálvame y dame tu apoyo, para que la fuerza se manifieste en mi debilidad y sea glorificada ante los gentiles, ya que, si llegara a vacilar en el camino, tus enemigos podrían levantar la cabeza con soberbia.



Queridos hermanos, al escuchar todo esto, llenos de alegría, tenéis que dar gracias incesantes a Dios, de quien procede todo bien; bendecid conmigo al Señor, porque es eterna su misericordia. Proclame mi alma la grandeza del Señor, se alegre mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su siervo y desde ahora me felicitarán todas las generaciones futuras, porque es eterna su misericordia.



Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos, porque lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder, y lo despreciable, lo que no cuenta, lo ha escogido Dios para humillar lo elevado. Por mi boca y mi inteligencia humilla a los filósofos, discípulos de los sabios de este mundo, porque es eterna su misericordia.



Os escribo todo esto para que se unan vuestra fe y la mía. En medio de esta tempestad echo el ancla hasta el trono de Dios, esperanza viva de mi corazón.



En cuanto a vosotros, queridos hermanos, corred de manera que ganéis el premio, haced que la fe sea vuestra coraza y empuñad las armas de Cristo con la derecha y con la izquierda, como enseña san Pablo, mi patrono. Más os vale entrar tuertos o mancos en la vida que ser arrojados fuera con todos los miembros.



Ayudadme con vuestras oraciones para que pueda combatir como es de ley, que pueda combatir bien mi combate y combatirlo hasta el final, corriendo así hasta alcanzar felizmente la meta; en esta vida ya no nos veremos, pero hallaremos la felicidad en el mundo futuro, cuando, ante el trono del Cordero inmaculado, cantaremos juntos sus alabanzas, rebosantes de alegría por el gozo de la victoria para siempre. Amén.



RESPONSORIO Cf. Hb 12, 1-3



R. Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, * fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús.

V. Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.

R. Fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús.



ORACIÓN.



OREMOS,

Oh Dios, fuente y origen de toda paternidad, tú hiciste que los santos mártires Andrés y sus compañeros fueran fieles a la cruz de Cristo, con una fidelidad que llegó hasta el derramamiento de su sangre; concédenos, por su intercesión, que difundamos tu amor entre nuestros hermanos y que nos llamemos y seamos de verdad hijos tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén



CONCLUSIÓN



V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.



LAUDES

(Oración de la mañana)



INVOCACIÓN INICIAL



V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza



INVITATORIO



Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.



Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA



Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.



Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.



Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.



Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.



Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.



Himno: TESTIGOS DE LA SANGRE.



Testigos de la sangre

con sangre rubricada,

frutos de amor cortados

al golpe de la espada.



Testigos del amor

en sumisión callada,

canto y cielo en los labios

al golpe de la espada.



Testigos del dolor

de vida enamorada;

diario placer de muerte

al golpe de la espada.



Testigos del cansancio

de una vida inmolada

a golpe de Evangelio

y al golpe de la espada.



Demos gracias al Padre

por la sangre sagrada;

pidamos ser sus mártires,

y a cada madrugada

poder morir la vida

al golpe de la espada. Amén.



SALMODIA



Ant 1. Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?



Salmo 76 - RECUERDO DEL PASADO GLORIOSO DE ISRAEL.



Alzo mi voz a Dios gritando,

Alzo mi voz a Dios para que me oiga.



En mi angustia te busco, Señor mío;

de noche extiendo las manos sin descanso,

y mi alma rehúsa el consuelo.

Cuando me acuerdo de Dios, gimo,

y meditando me siento desfallecer.



Sujetas los párpados de mis ojos,

y la agitación no me deja hablar.

Repaso los días antiguos,

recuerdo los años remotos;

de noche lo pienso en mis adentros,

y meditándolo me pregunto:



¿Es que el Señor nos rechaza para siempre

y ya no volverá a favorecernos?

¿Se ha agotado ya su misericordia,

se ha terminado para siempre su promesa?

¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,

o la cólera cierra sus entrañas?



Y me digo: ¡Qué pena la mía!

¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!

Recuerdo las proezas del Señor;

sí, recuerdo tus antiguos portentos,

medito todas tus obras

y considero tus hazañas.



Dios mío, tus caminos son santos:

¿qué dios es grande como nuestro Dios?



Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,

mostraste tu poder a los pueblos;

con tu brazo rescataste a tu pueblo,

a los hijos de Jacob y de José.



Te vio el mar, ¡oh Dios!,

te vio el mar y tembló,

las olas se estremecieron.



Las nubes descargaban sus aguas,

retumbaban los nubarrones,

tus saetas zigzagueaban.



Rodaba el fragor de tu trueno,

los relámpagos deslumbraban el orbe,

la tierra retembló estremecida.



Tú te abriste camino por las aguas,

un vado por las aguas caudalosas,

y no quedaba rastro de tus huellas:



mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,

por la mano de Moisés y de Aarón.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?



Ant 2. Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.



Cántico: ALEGRIA DE LOS HUMILDES EN DIOS 1S 2,1-10



Mi corazón se regocija por el Señor,

mi poder se exalta por Dios;

mi boca se ríe de mis enemigos,

porque gozo con tu salvación.

No hay santo como el Señor,

no hay roca como nuestro Dios.



No multipliquéis discursos altivos,

no echéis por la boca arrogancias,

porque el Señor es un Dios que sabe;

él es quien pesa las acciones.



Se rompen los arcos de los valientes,

mientras los cobardes se ciñen de valor;

los hartos se contratan por el pan,

mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar;

la mujer estéril da a luz siete hijos,

mientras la madre de muchos se marchita.



El Señor da la muerte y la vida,

hunde en el abismo y levanta;

da la pobreza y la riqueza,

humilla y enaltece.



Él levanta del polvo al desvalido,

alza de la basura al pobre,

para hacer que se siente entre príncipes

y que herede un trono de gloria;

pues del Señor son los pilares de la tierra,

y sobre ellos afianzó el orbe.



Él guarda los pasos de sus amigos,

mientras los malvados perecen en las tinieblas,

porque el hombre no triunfa por su fuerza.



El Señor desbarata a sus contrarios,

el Altísimo truena desde el cielo,

el Señor juzga hasta el confín de la tierra.

él da fuerza a su Rey,

exalta el poder de su Ungido.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.



Ant 3. El Señor reina, la tierra goza.



Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.



El Señor reina, la tierra goza,

se alegran las islas innumerables.

Tiniebla y nube lo rodean,

justicia y derecho sostienen su trono.



Delante de él avanza fuego

abrasando en torno a los enemigos;

sus relámpagos deslumbran el orbe,

y, viéndolos, la tierra se estremece.



Los montes se derriten como cera

ante el dueño de toda la tierra;

los cielos pregonan su justicia,

y todos los pueblos contemplan su gloria.



Los que adoran estatuas se sonrojan,

los que ponen su orgullo en los ídolos;

ante él se postran todos los dioses.



Lo oye Sión, y se alegra,

se regocijan las ciudades de Judá

por tus sentencias, Señor;



porque tú eres, Señor,

altísimo sobre toda la tierra,

encumbrado sobre todos los dioses.



El Señor ama al que aborrece el mal,

protege la vida de sus fieles

y los libra de los malvados.



Amanece la luz para el justo,

y la alegría para los rectos de corazón.

Alegraos, justos, con el Señor,

celebrad su santo nombre.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. El Señor reina, la tierra goza.



LECTURA BREVE 2Co 1, 3-5



Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo.



RESPONSORIO BREVE



V. Los justos viven eternamente.

R. Los justos viven eternamente.



V. Reciben de Dios su recompensa.

R. Viven eternamente.



V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Los justos viven eternamente.



CÁNTICO EVANGÉLICO



Ant. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.



Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79



Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:



Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.



Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.



Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.



Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.



PRECES



Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:



Nos has comprado, Señor, con tu sangre.



Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe,

concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.



Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su sangre,

concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.



Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus pasos,

concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.



Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del Cordero,

concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.



Se pueden añadir algunas intenciones libres



Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:



Padre nuestro...



ORACION



Oh Dios, fuente y origen de toda paternidad, tú hiciste que los santos mártires Andrés y sus compañeros fueran fieles a la cruz de Cristo, con una fidelidad que llegó hasta el derramamiento de su sangre; concédenos, por su intercesión, que difundamos tu amor entre nuestros hermanos y que nos llamemos y seamos de verdad hijos tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén



CONCLUSIÓN



V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.



HORA TERCIA



INVOCACIÓN INICIAL



V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.



Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA



El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.



Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.



En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.



SALMODIA



Ant 1. Llamé, y él me respondió.



Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ



En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.



¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.



¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Llamé, y él me respondió.



Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.



Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.



Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.



No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.



El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.



El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.



Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.



Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN



¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.



Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,



según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.



Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»



Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.



LECTURA BREVE Dt 1, 16-17a



Yo di a vuestros jefes estas normas: «Vosotros escucharéis los pleitos de vuestros hermanos y juzgaréis con justicia las causas que surjan entre un hombre con su hermano o un extranjero. No seáis parciales en la sentencia, oíd por igual al pequeño y al grande; no os dejéis amedrentar por nadie, que la sentencia es de Dios.»



V. El Señor es justo y ama la justicia.

R. Los buenos verán su rostro.



ORACIÓN



OREMOS.

Señor, Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.



CONCLUSIÓN



V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.



HORA SEXTA



INVOCACIÓN INICIAL



V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.



Himno: EL PAN DE CADA DÍA



El pan de cada día

dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;

convierte en alegría

nuestras labores buenas

y acaricia el dolor de nuestras penas.



¡Horas de tedio largas

sin la presencia buena de tus manos!

¡Ay, las horas amargas

nos vuelven inhumanos,

si no abrimos el alma a los hermanos!



Santifica el momento

de este ruido tenaz, de esta fatiga.

Busquemos el aliento

de tu presencia amiga

que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.



SALMODIA



Ant 1. He examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.



Salmo 118, 57-64



El Señor es mi herencia;

he resuelto guardar tus palabras;

de todo corazón busco tu favor:

ten piedad de mí según tu promesa;

he examinado mi camino,

para enderezar mis pies a tus preceptos.



Con diligencia, sin tardanza,

observo tus mandatos;

los lazos de los malvados me envuelven,

pero no olvido tu voluntad;

a media noche me levanto para darte gracias

por tus justos mandamientos.



Me junto con tus fieles,

que guardan tus decretos;

Señor, de tu bondad está llena la tierra;

enséñame tus leyes.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. He examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.



Ant 2. Me asalta el temor y el terror: hazme caso y respóndeme, Señor.



Salmo 54, 2-15. 17-24 I - ORACIÓN ANTE LA TRAICIÓN DE UN AMIGO



Dios mío, escucha mi oración,

no te cierres a mi súplica;

hazme caso y respóndeme,

me agitan mis ansiedades.



Me turba la voz del enemigo,

los gritos del malvado:

descargan sobre mí calamidades

y me atacan con furia.



Se estremece mi corazón,

me sobrecoge un pavor mortal,

me asalta el temor y el terror,

me cubre el espanto,



y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma

para volar y posarme!

Emigraría lejos,

habitaría en el desierto,



me pondría en seguida a salvo de la tormenta,

del huracán que devora, Señor;

del torrente de sus lenguas.»



Violencia y discordia veo en la ciudad:

día y noche hacen la ronda

sobre las murallas;



en su recinto, crimen e injusticia;

dentro de ella, calamidades;

no se apartan de su plaza

la crueldad y el engaño.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Me asalta el temor y el terror: hazme caso y respóndeme, Señor.



Ant 3. Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.



Salmo 54, 2-15. 17-24 II



Si mi enemigo me injuriase,

lo aguantaría;

si mi adversario se alzase contra mí,

me escondería de él;



pero eres tú, mi compañero,

mi amigo y confidente,

a quien me unía una dulce intimidad:

juntos íbamos entre el bullicio

por la casa de Dios.



Pero yo invoco a Dios,

y el Señor me salva:

Por la tarde, en la mañana, al mediodía,

me quejo gimiendo.



Dios escucha mi voz:

su paz rescata mi alma

de la guerra que me hacen,

porque son muchos contra mí.



Dios me escucha, los humilla

el que reina desde siempre,

porque no quieren enmendarse

ni temen a Dios.



Levantan la mano contra su aliado,

violando los pactos;

su boca es más blanda que la manteca,

pero desean la guerra;

sus palabras son más suaves que el aceite,

pero son puñales.



Encomienda a Dios tus afanes,

que él te sustentará;

no permitirá jamás

que el justo caiga.



Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos

a la fosa profunda.

Los traidores y sanguinarios

no cumplirán ni la mitad de sus años.

Pero yo confío en ti.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.



LECTURA BREVE Is 55, 8-9



Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.



V. Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?

R. El poder y la fidelidad te rodean.



ORACIÓN



OREMOS.

Dios todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.



CONCLUSIÓN



V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.



HORA NONA



INVOCACIÓN INICIAL



V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.



Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE



Fundamento de todo lo que existe,

de tu pueblo elegido eterna roca,

de los tiempos Señor, que prometiste

dar tu vigor al que con fe te invoca.



Mira al hombre que es fiel y no te olvida,

tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte

para amarte y servirte en esta vida

y gozarte después de santa muerte.



Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa

en este atardecer que se avecina,

serena claridad y dulce brisa

será tu amor que todo lo domina. Amén.



SALMODIA



Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.



Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.



Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.



Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.



Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.



Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.



Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.



Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.



Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.



Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

los que coméis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!



La herencia que da el Señor son los hijos;

una recompensa es el fruto de las entrañas:

son saetas en mano de un guerrero

los hijos de la juventud.



Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

no quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.



Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.



Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO



¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!



Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;



tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.



Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Dichoso el que teme al Señor.



LECTURA BREVE 1S 16, 7b



La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón.



V. Señor, sondéame y conoce mi corazón.

R. Guíame por el camino eterno.



ORACIÓN



OREMOS.

Señor Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.



CONCLUSIÓN



V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.



VÍSPERAS

(Oración de la tarde)



INVOCACIÓN INICIAL



V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.



Himno: ESPÍRITUS SUBLIMES.



Espíritus sublimes,

¡oh mártires gloriosos!,

felices moradores

de la inmortal Sión,

rogad por los que luchan

en las batallas recias,

que alcancen la victoria

y eterno galardón.



¡Oh mártires gloriosos

de rojas vestiduras,

que brillan con eternos

fulgores ante Dios!

Con vuestro riego crezca

de Cristo la semilla,

y el campo de las mieses

se cubra ya en sazón. Amén.



SALMODIA



Ant 1. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro salvador.



Salmo 61 - DIOS, ÚNICA ESPERANZA DEL JUSTO.



Sólo en Dios descansa mi alma,

porque de él viene mi salvación;

sólo él es mi roca y mi salvación,

mi alcázar: no vacilaré.



¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre

todos juntos, para derribarlo

como a una pared que cede

o a una tapia ruinosa?



Sólo piensan en derribarme de mi altura,

y se complacen en la mentira:

con la boca bendicen,

con el corazón maldicen.



Descansa sólo en Dios, alma mía,

porque él es mi esperanza;

sólo él es mi roca y mi salvación,

mi alcázar: no vacilaré.



De Dios viene mi salvación y mi gloria,

él es mi roca firme,

Dios es mi refugio.



Pueblo suyo, confiad en él,

desahogad ante él vuestro corazón,

que Dios es nuestro refugio.



Los hombres no son más que un soplo,

los nobles son apariencia:

todos juntos en la balanza subirían

más leves que un soplo.



No confiéis en la opresión,

no pongáis ilusiones en el robo;

y aunque crezcan vuestras riquezas,

no les deis el corazón.



Dios ha dicho una cosa,

y dos cosas que he escuchado:



«Que Dios tiene el poder

y el Señor tiene la gracia;

que tú pagas a cada uno

según sus obras.»



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro salvador.



Ant 2. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.



Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.



El Señor tenga piedad y nos bendiga,

ilumine su rostro sobre nosotros;

conozca la tierra tus caminos,

todos los pueblos tu salvación.



¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.



Que canten de alegría las naciones,

porque riges el mundo con justicia,

riges los pueblos con rectitud

y gobiernas las naciones de la tierra.



¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.



La tierra ha dado su fruto,

nos bendice el Señor, nuestro Dios.

Que Dios nos bendiga; que le teman

hasta los confines del orbe.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.



Ant 3. Todo fue creado por él y para él.



Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20



Damos gracias a Dios Padre,

que nos ha hecho capaces de compartir

la herencia del pueblo santo en la luz.



Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,

y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,

por cuya sangre hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.



Él es imagen de Dios invisible,

primogénito de toda creatura;

pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:

celestes y terrestres, visibles e invisibles,

Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;

todo fue creado por él y para él.



Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.

Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.

Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,

y así es el primero en todo.



Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.

Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:

haciendo la paz por la sangre de su cruz

con todos los seres, así del cielo como de la tierra.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Todo fue creado por él y para él.



LECTURA BREVE 1Pe 4, 13-14



Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.



RESPONSORIO BREVE



V. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.

R. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.



V. Aclamadlo, los rectos de corazón.

R. Y gozad con el Señor.



V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.



CÁNTICO EVANGÉLICO



Ant. Se alegran en el cielo los santos que siguieron las huellas de Cristo; y, porque lo amaron hasta derramar su sangre, reinan con el Señor eternamente.



Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55



Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.



Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.



El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.



Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Se alegran en el cielo los santos que siguieron las huellas de Cristo; y, porque lo amaron hasta derramar su sangre, reinan con el Señor eternamente.



PRECES



En esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos, presentó al Padre su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los mártires, diciendo:



Te glorificamos, Señor.



Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires, porque nos amaste hasta el extremo.



Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos y les das parte en los premios de tu reino.



Te damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el perdón de los pecados, la sangre de la alianza nueva y eterna.



Te damos gracias, Señor, porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que ahora termina.



Se pueden añadir algunas intenciones libres



Te damos gracias, Señor, porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte.



Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:



Padre nuestro...



ORACION



Oh Dios, fuente y origen de toda paternidad, tú hiciste que los santos mártires Andrés y sus compañeros fueran fieles a la cruz de Cristo, con una fidelidad que llegó hasta el derramamiento de su sangre; concédenos, por su intercesión, que difundamos tu amor entre nuestros hermanos y que nos llamemos y seamos de verdad hijos tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén



CONCLUSIÓN



V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.



COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)



INVOCACIÓN INICIAL



V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.



EXAMEN DE CONCIENCIA



Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.



Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.



Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.



V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.



Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE



Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.



Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.



Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.



Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. Amén.



SALMODIA



Ant 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.



Salmo 30 - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.



A ti, Señor, me acojo:

no quede yo nunca defraudado;

tú, que eres justo, ponme a salvo,

inclina tu oído hacia mí;



ven aprisa a librarme,

sé la roca de mi refugio,

un baluarte donde me salve,

tú que eres mi roca y mi baluarte;



por tu nombre dirígeme y guíame:

sácame de la red que me han tendido,

porque tú eres mi amparo.



En tus manos encomiendo mi espíritu:

tú, el Dios leal, me librarás.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.



Ant 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor.



Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.



Desde lo hondo a ti grito, Señor;

Señor, escucha mi voz;

estén tus oídos atentos

a la voz de mi súplica.



Si llevas cuenta de los delitos, Señor,

¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón,

y así infundes respeto.



Mi alma espera en el Señor,

espera en su palabra;

mi alma aguarda al Señor,

más que el centinela la aurora.



Aguarde Israel al Señor,

como el centinela la aurora;

porque del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa;

y él redimirá a Israel

de todos sus delitos.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.



LECTURA BREVE Ef 4,26-27



No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.



RESPONSORIO BREVE



V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.



V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.



V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.



CÁNTICO EVANGÉLICO



Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.



CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32



Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,



porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos



luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.



ORACION



OREMOS

Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.



BENDICIÓN



V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.



ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN



Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra,

Dios te salve.



A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,

a ti suspiramos , gimiendo y llorando

en este valle de lágrimas.



Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,

y después de este destierro muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.



¡Oh clemente, oh piadosa,

oh dulce Virgen María!





Publicado por Padre Francisco Javier Rebollo León sda en 14:00




 

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