lunes, 18 de octubre de 2021

Compartir en Cristo - SER SANTOS Y APÓSTOLES, SANTIDAD Y MISIÓN.

 


SER SANTOS Y APÓSTOLES, SANTIDAD Y MISIÓN
Publicado el lunes, 18 octubre 2021| Comentarios desactivadosen SER SANTOS Y APÓSTOLES, SANTIDAD Y MISIÓN
«No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). “Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído” (Mensaje Domund 2021)
(Cristo se quiere reflejar y prolongar en cada bautizado)
Presentación: Cristo presente en su Iglesia bajo “signos” pobres (Iglesia “sacramento universal de salvación”). Hay siete “signos” especiales: los “sacramentos”. En el “Bautismo” hay encuentro con Cristo, transformación, consagración, desposorio, misión…
Cristo “bautizado” fue en el Jordán y nosotros en Él: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco” (Mc 1,11). Jesús “bautiza con el Espíritu Santo” (Jn 1,33). El “Padre nuestro”, “las bienaventuranzas”, “el mando del amor”, la “misión” = Él ora, vive, ama, evangeliza en nosotros… Es un “proceso” de santidad y misión, que abarca toda la vida y le da el verdadero sentido.
Bautizados para ser santos y apóstoles: “Revestidos de Cristo” (Gal 3,27), “injertados” en Cristo (Rom 11,17), “cuerpo” de Cristo, “completar” a Cristo (Col 1,24), “el sello del Espíritu” (Ef 1,13), “una carta de Cristo escrita por el Espíritu Santo” (1Cor 3,3), “desposados con Cristo” (2Cor 11,2). “Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva” (Rom 6,4). “Recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios” (Rom 8,15-16; cfr. Gal 4,6). “Vida nueva” (Rom 6,4). “Nueva creatura” (2Cor 5,17). “Nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Sato (Tit 3,5)
Cristo ora en nosotros (“Padre nuestro”), vive y ama en nosotros: “quien me come, vivirá por mí” (Jn 6,57); “para que vivamos por él” (1Jn 4,9). “Nacer del agua y del Espíritu” (Jn 3,5). Compartir su misma vida y misión: “Padre… como tú me enviaste al mundo, yo les he enviado… los has amado como a mí… yo en ellos” (Jn 17,18.23.26)
Si no viviéramos este proceso de vida en Cristo (“santidad” es amarle), ni se entiende ni existe la “misión” (misión es hacerle conocer y amar). Nuestra tarea: “Escucha” y anuncio de la Palabra. Hacer de la vida y de la humanidad entera una “oblación” eucarística con Cristo. “Mirar” al mundo y a la humanidad con los ojos de Jesús, para dejar la huella de su mirada salvífica en todos los corazones.
(Sta. Teresa) “Determiné hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese” (Camino, cap.1, 2). “Todo lo paso por amor de Vos” (Vida, cap.37,9) “El que os ama de verdad… seguro va por ancho camino y real … no ha tropezado tantico, cuando le dais, Vos, Señor, la mano” (Vida, cap.35,14). “Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo … quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo?” (Camino, cap.1,5). “Con hartas lágrimas, clamaba a nuestro Señor, suplicándole diese medio cómo yo pudiese algo para ganar algún alma para su servicio” (Fund., cap.1, 7)
(Concilio Vaticano II): “La Iglesia, contemplando su arcana santidad e imitando su caridad (de María), y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, también ella es hecha Madre por la palabra de Dios fielmente recibida: en efecto, por la predicación y el bautismo engendra para la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios. Y también ella es virgen que custodia pura e íntegramente la fe prometida al Esposo, e imitando a la Madre de su Señor, por la virtud del Espíritu Santo conserva virginalmente la fe íntegra, la sólida esperanza, la sincera caridad” (Lumen Gentium n.64)





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