sábado, 22 de mayo de 2021

La misa, centro de nuestra fe.

 



La misa, centro de nuestra fe.

La Eucaristía es el centro de nuestra fe, la fuente y cima de toda la vida cristiana (Cat 1324). Es el compendio y suma de toda nuestra fe ( Cat 1327). La Eucaristía se celebra solemnemente el primer día de la semana, es decir, el domingo, por ser el día de la resurrección de Jesús, cuando los cristianos se reunían para partir el pan (Hech 20,7).

“Desde entonces hasta nuestros días, la celebración de la misa se ha perpetuado de suerte que hoy la encontramos por todas partes con la misma estructura fundamental, siendo el centro de la vida de la Iglesia” (Cat 1343). 

“La Eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias, ofrecido una vez por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia” (Cat 407).

La misa es el acto más grande, más sublime y más santo, que se celebra todos los días en la tierra. La misa es el acto que mayor gloria y honor puede dar a Dios. Sto. Tomás de Aquino afirma que la misa vale tanto como la muerte de Jesús en la cruz. La misa es la renovación y actualización del sacrificio del Calvario.

El efecto de la misa abarca a todos los hombres de todos los tiempos y a todo el universo. Es una misa cósmica, una misa universal, una misa “católica” en el mejor sentido de la palabra. Por ser la misa de Jesús, tiene el mismo valor que la misa del Calvario y sirve para la salvación de todos los hombres. En ella “somos colmados de gracia y bendición” (Plegaria I).

La misa es el memorial de Cristo, que nace, sufre, muere y resucita por nosotros. El sacerdote en la misa actualiza, renueva y realiza eficazmente la obra de la Redención, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Por eso, decimos que la misa es el memorial de la Pascua de Cristo, el memorial de su infinito amor, el memorial de la cena del Señor, el memorial de la Redención, el memorial de su Pasión, Muerte y Resurrección. En la misa es Jesús quien celebra, el sacerdote es un instrumento suyo,consciente y libre. Durante la misa el sacerdote actúa “in persona Christi” en la persona de Cristo, personifica a Cristo (canon 899). Cristo toma posesión de su persona y, a través de él, se ofrece a sí mismo al Padre, como lo hizo en la cruz. El sacerdote en la misa es verdaderamente Jesús. Y María lo presenta al Padre como a su Hijo.

En la misa, Jesús se hace presente entre nosotros como en una nueva Navidad. Por eso, es una celebración gozosa del amor de Dios. Es el memorial del amor de Dios, en el que están presentes también todos los santos y ángeles del Universo, adorando a su Dios.

Todos los santos han vivido plenamente esta presencia de Cristo en la Eucaristía. Muchos han tenido experiencias en este sentido y lo han visto, sobre todo San Pascual

Bailón, Sta. Margarita Ma. de Alacoque, Sta. Teresa de Jesús... Todos ellos pasaban horas y horas en oración ante el Santísimo Sacramento y Cristo ha confirmado su

presencia con infinidad de milagros. En Lourdes muchos enfermos son sanados al momento de la bendición con el Santísimo Sacramento. En el Monasterio del Escorial

de Madrid, se conserva milagrosamente, después de varios siglos, una hostia consagrada, teñida en sangre, que salió al ser pisada por un incrédulo. El mismo Lutero admitió la presencia real de Cristo en la Eucaristía y la virginidad perpetua de María.

No es de extrañar que S. Pablo, pensando en los que ya en su tiempo cambiaban el evangelio con interpretaciones erróneas decía: “Me maravillo que os paséis tan pronto a otro Evangelio, no es que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren deformar el Evangelio de Cristo. Pero aún cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un Evangelio distinto del que os hemos anunciado ¡sea maldito!” (Gal 1,6-9). La Eucaristía es uno de los puntos fundamentales que pertenecen al depósito de la fe, de que habla S. Pablo en 1 Tim 6,20; 2 Tim 1, 12.14 etc.

Vayamos al sagrario a visitarlo, a adorarlo y a recibirlo dignamente en la comunión. 


Padre Ángel Peña Benito. O.A.R.

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