martes, 1 de diciembre de 2020

Los ojos de la fe 1 de diciembre de 2020 Martes de la primera semana de Adviento

 




Reflexiones diarias católicas
¡Mi vida católica!

Los ojos de la fe
1 de diciembre de 2020
Martes de la primera semana de Adviento
Lecturas de hoy

Dirigiéndose a los discípulos en privado, dijo: “Bienaventurados los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis, pero no lo vieron, y oír lo que oís, pero no lo oyeron ”. Lucas 10: 23-24

¿Qué vieron los discípulos que hizo que sus ojos "fueran bendecidos"? Claramente, fueron bendecidos al ver a nuestro Señor. Jesús era el prometido por los profetas y reyes de la antigüedad y ahora estaba allí, en carne y hueso, presente para que los discípulos lo vieran. Aunque no tenemos el privilegio de "ver" a nuestro Señor de la misma manera que lo hicieron los discípulos hace unos 2.000 años, tenemos el privilegio de verlo de innumerables formas en nuestra vida diaria, si solo tenemos "ojos que ven" y oídos para oír.

Desde el momento de la aparición de Jesús en la Tierra, en la carne, muchas cosas han cambiado. Los apóstoles fueron finalmente llenos del Espíritu Santo y enviados en una misión para cambiar el mundo. Se estableció la Iglesia, se instituyeron los sacramentos, se ejerció la autoridad docente de Cristo e innumerables santos han dado testimonio de la Verdad con sus vidas. Los últimos 2000 años han sido años en los que Cristo se manifestó continuamente al mundo de innumerables formas.

Hoy, Cristo todavía está presente y continúa ante nosotros. Si tenemos los ojos y los oídos de la fe, no lo extrañaremos día tras día. Veremos y entenderemos las innumerables formas en las que Él nos habla, nos guía y nos guía hoy. El primer paso hacia este don de vista y oído es su deseo. ¿Deseas la Verdad? ¿Deseas ver a Cristo? ¿O estás satisfecho con las muchas confusiones de la vida que buscan distraerte de lo que es más real y que más cambia tu vida?

Reflexione hoy sobre su deseo. Los profetas y reyes de la antigüedad “deseaban” ver al Mesías. Tenemos el privilegio de tenerlo vivo en nuestra presencia hoy, hablándonos y llamándonos continuamente. Fomenta en ti el deseo de nuestro Señor. Deja que se convierta en una llama ardiente que anhela consumir todo lo verdadero y todo lo bueno. Deseo a Dios. Desea Su Verdad. Desea Su mano guiadora en tu vida y permítele que te bendiga más allá de lo que puedas imaginar.

Mi divino Señor, sé que estás vivo hoy, hablándome, llamándome y revelándome Tu gloriosa presencia. Ayúdame a desearte y, dentro de ese deseo, a volverme a Ti con todo mi corazón. Te amo, mi Señor. Ayúdame a amarte más. Jesús, en Ti confío. 

No hay comentarios. :

Publicar un comentario