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"Eres la sal de la tierra ... Eres la luz del mundo". Mateo 5: 13a y 14a

Sal y luz, somos nosotros. ¡Ojalá! ¿Alguna vez has reflexionado sobre lo que significa ser sal o luz en este mundo? 

Comencemos con esta imagen. Imagina que cocinas una maravillosa sopa de verduras con los mejores ingredientes. Se cuece lentamente durante horas y el caldo se ve muy sabroso. Pero lo único de lo que está fuera es de sal y otras especias. Entonces, simplemente dejas que la sopa hierva a fuego lento y esperes lo mejor. Una vez que está completamente cocido, prueba un sabor y, para su decepción, es algo insípido. Entonces, busca hasta encontrar el ingrediente que falta, la sal, y agrega la cantidad correcta. Después de otra media hora de cocción a fuego lento, prueba una muestra y queda encantado. ¡Es increíble lo que la sal puede hacer!  

O imagina dar un paseo por el bosque y perderte. Mientras busca su salida, el sol se pone y lentamente se oscurece. Está nublado, así que no hay estrellas ni luna. Aproximadamente media hora después del atardecer, te encuentras en completa oscuridad en medio del bosque. Cuando te sientas allí, de repente ves la luna brillante asomarse a través de las nubes. Es luna llena y los cielos nublados se están despejando. De repente, la luna llena arroja tanta luz en su camino que puede navegar una vez más por el bosque oscuro.

Estas dos imágenes nos brindan la importancia de un poco de sal y un poco de luz. ¡Solo un poco lo cambia todo!  

Así es con nosotros en nuestra fe. El mundo en que vivimos es oscuro de muchas maneras. El "sabor" del amor y la misericordia también es bastante nulo. Dios te está llamando a agregar ese pequeño sabor y producir esa pequeña luz para que otros puedan encontrar su camino.  

Como la luna, no eres la fuente de luz. Solo reflejas la luz. Dios quiere brillar a través de ti y quiere que reflejes Su luz. Si estás abierto a esto, Él moverá las nubes en el momento adecuado para utilizarte de la manera que Él ha elegido. Su responsabilidad es simplemente ser abierto.  

Reflexiona hoy sobre cuán abierto eres. Ora cada día para que Dios te use de acuerdo con su propósito divino. Ponte a disposición de Su gracia divina y te sorprenderá la forma en que Él puede usar las pequeñas cosas en tu vida para marcar la diferencia.

Señor, quiero ser utilizado por ti. Quiero ser sal y luz. Quiero hacer una diferencia en este mundo. Me entrego a ti y a tu servicio. Jesús, confío en ti.

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