domingo, 8 de marzo de 2020

Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso


Templo de San Francisco - Celaya, Gto.
Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso
Lunes 9 de marzo
¡Paz y Bien!
Evangelio
Lucas 6, 36-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.

Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos».
Palabra del Señor 

Reflexión
Este tiempo especial nos invita a descubrirnos como pecadores, como personas necesitadas del amor y la misericordia de Dios. Y es importante llegar a ser conscientes de esta realidad, ya que solamente cuando uno reconoce lo miserable que es, su corazón se puede abrir a los hermanos. Ordinariamente, las personas soberbias, déspotas y egoístas no han tenido nunca la experiencia de encontrarse con sus debilidades y darse cuenta que, no solo no son mejores que la gente a la que han juzgado o maltratado, sino que, es posible que hayan sido peores que quienes juzgan.

Cuando sientas el impulso de juzgar o de condenar, mira un poco en tu interior y descubrirás que no eres mejor que los demás, y que a pesar de esto, Dios te ama y te muestra su misericordia, seguramente esta mirada interior te llevará a amar, a perdonar y a ayudar a tu hermano.
¡Feliz Lunes!




Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso Lunes 9 de marzo ¡Paz y Bien! Evangelio Lucas 6, 36-38 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos». Palabra del Señor Reflexión Este tiempo especial nos invita a descubrirnos como pecadores, como personas necesitadas del amor y la misericordia de Dios. Y es importante llegar a ser conscientes de esta realidad, ya que solamente cuando uno reconoce lo miserable que es, su corazón se puede abrir a los hermanos. Ordinariamente, las personas soberbias, déspotas y egoístas no han tenido nunca la experiencia de encontrarse con sus debilidades y darse cuenta que, no solo no son mejores que la gente a la que han juzgado o maltratado, sino que, es posible que hayan sido peores que quienes juzgan. Cuando sientas el impulso de juzgar o de condenar, mira un poco en tu interior y descubrirás que no eres mejor que los demás, y que a pesar de esto, Dios te ama y te muestra su misericordia, seguramente esta mirada interior te llevará a amar, a perdonar y a ayudar a tu hermano. ¡Feliz Lunes!

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