martes, 4 de diciembre de 2018

La experiencia de ser precedido por Dios

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«Caminamos por medio de la fe y todavía no por medio de la visión». Este texto de san Pablo lo he leído hoy al buscar aleatoriamente una frase en la Carta a los Corintios para que me ilumine en la oración.
Así comprendes que sin vida espiritual la vida cristiana es difícil. En este tiempo de Adviento que comenzó ayer deseo caminar con una mayor experiencia de Dios, que mi vida tenga una relación más estrecha con Él. A veces da la sensación de que vives tu vida de fe, tu experiencia personal, con el compromiso con el mundo no dando tanta importancia a la relación personal con Dios porque la vives en el contexto de lo comunitario por medio de la participación en la Eucaristía y en la escucha de la Palabra dominical o asistiendo a los encuentros de oración. Pero cuando lo reduces todo a esta experiencia se debilita la fe que necesita una experiencia real de Dios, bajo la guía del Espíritu santo.
Si creo en Dios debo tratar de tener una experiencia personal de Él y esta experiencia viene de la fe, no de la visión. Lo dice distinta uno de mis salmos preferidos, el 139, cuando exclama: «El Señor rodea por detrás y por delante… ¿A dónde huir lejos de tu presencia? Si subo al cielo, allí estás tú; si desciendo al abismo, allí te encuentro».

Es cierto que en muchas ocasiones la experiencia espiritual viene marcada por el vacío interior que se concreta en el aparente silencio de Dios, en esa aridez interior que te impide encontrar el sentido de la vida. Pero Dios también habla —¡y mucho!— en el silencio de lo cotidiano, en los momentos de oscuridad, de tribulación, de desasosiego o de crisis.
Dios nos precede siempre, nos busca, nos interpela, nos previene, nos reclama, se hace el encontradizo. Así, la experiencia espiritual es, por encima de todo, la experiencia de ser precedidos por Dios. ¡Por que Él siempre está en todo, en cualquier circunstancia, en cualquier lugar! Y esa experiencia tiene en Cristo su mediador. La experiencia espiritual se transforma también en una experiencia en la búsqueda del Hijo, que nacerá en Belén en unos días. Y este es el camino de mi Adviento, caminar iluminado por la luz del Espíritu Santo al encuentro del Dios hecho Hombre que me precede y orienta mi experiencia personal para llevarla hacia la santificación con el propósito de hacer de este breve tiempo hasta la Navidad de un examen personal de mi vida de fe, del reconocer si Cristo habita en mi como se desarrolla en mi corazón y en mi vida la experiencia real de Dios.


¡Señor, comienza mi caminar en el Adviento y te pido la gracia de la autenticidad para ver con verdad lo que anida en mi interior! ¡No permitas, Señor, que en este tiempo me quede con la imagen que traslado de mi yo sino que aliente mi vida de acuerdo con la guía del Espíritu Santo para romper la imagen que me he formado para acomodarme a la vida y no a la que Tu quieres de mi! ¡Señor, abre mi corazón para tener una experiencia real de ti, para que con las virtudes de la honestidad pueda adherirme a Ti, para que con la fidelidad a tus principios me pueda unir más a Ti, para que con la firmeza de la fe pueda acercarme más a Ti, para que con mi conocimiento de Ti pueda crecer mi relación contigo! ¡Deseo, Señor, como María darle mi «sí» a Dios que me invita a seguir su plan para mi vida con las capacidades y los dones que me ha dado y con los límites que me ha puesto por mi condición humana! ¡Señor, quiero reconocer que tu habitas cada día en mi! ¡Quiero sentirte en mi corazón, en mi alma, en mi mente, en lo íntimo de mi ser, en todo mi querer, en cualquier decisión que tome, en cualquier acto que desempeñe! ¡Quiero caminar hacia Ti, para encontrarte el día de Navidad, con la profundidad de la experiencia espiritual, abriendo de par en par mi corazón! ¡Quiero adorarte, Señor, desde el corazón! ¡Quiero, Señor, desde la profundidad de mi vida espiritual ser partícipe de la vida divina, llegar al Dios que se ha hecho hombre para tener un mayor encuentro con Él! ¡Quiero ser uno en Él, Señor, para algún día ser capaz de exclamar, Cristo hiciste Tu en la cruz, que te le entrego mi vida, mi espíritu y mi ser!

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