sábado, 27 de octubre de 2018

Dom 28 Oct Homilía XXX Domingo del tiempo ordinario - Ciclo B

La imagen puede contener: comida

Logo dominicosdominicos



Introducción

Las lecturas de este domingo giran en torno a la salvación. Comenzamos escuchando un pequeño fragmento de los oráculos del profeta Jeremías. Es un mensaje para la porción del Pueblo de Israel que vive desterrada en el extranjero. Para ellos tiene palabras de consuelo y esperanza.

En el salmo 125 el salmista da gracias a Dios porque ha cambiado la suerte de su pueblo, el cual está contento y feliz por todo el bien que Él le ha hecho.


El autor de la carta a los Hebreos nos dice que Jesús, como sumo sacerdote, puede ejercer su labor de mediación salvadora ante el Padre porque Él mismo le ha llamado para ello.


Y en el Evangelio según san Marcos hemos escuchado el pasaje de la curación de Bartimeo, el ciego de Jericó, alguien a quien Jesús hace feliz curándole y, sobre todo, transformando totalmente la vida.


Fray Julián de Cos Pérez de Camino

Fray Julián de Cos Pérez de CaminoConvento de Santo Domingo (Caleruega



“ Maestro, que pueda ver ”


Evangelio de hoy y lecturas
Primera lectura
Lectura del Profeta Jeremías 31, 7-9
Esto dice el Señor:
Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: el Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel.
Mirad que yo os traeré del país del Norte, os congregaré de los confines de la tierra.
Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna.
Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán.
Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito.

Salmo


Sal. 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 R: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, 
nos parecía soñar:
La boca se nos llenaba de risas, 
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían: 

«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros, 
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte, 

como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas, 
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando, 

llevando la semilla;
Al volver, vuelve cantando, 
trayendo sus gavillas.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1-6
Hermanos: El Sumo Sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades.
A causa de ellas tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de Sumo Sacerdote, sino Aquel que le dijo: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy», o como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres Sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosa. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: 
–Hijo de David, ten compasión de mí. 
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: 
–Hijo de David, ten compasión de mí. 
Jesús se detuvo y dijo: 
–Llamadlo. 
Llamaron al ciego diciéndole: 
–Ánimo, levántate, que te llama. 
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. 
Jesús le dijo: 
–¿Qué quieres que haga por ti? 
El ciego le contestó: 
–Maestro, que pueda ver. 
Jesús le dijo: 
–Anda, tu fe te ha curado. 
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.


Comentario bíblico 

de Fray Miguel de Burgos Núñez - Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

También puede ver el comentario de: 


¡Maestro, que pueda ver!

Comentario bíblico:
El milagro de la fe

Iª Lectura: Jeremías (31,7-9): En las manos de Dios, que es Padre

I.1. Esta lectura, de profeta Jeremías, nos ofrece un mensaje de salvación que es digno de resaltar, ya que a este profeta le tocó vivir la tragedia más grande de su pueblo: el destierro de Babilonia. El destierro y su vuelta es semejante al éxodo. El destierro ha marcado a Israel casi como el éxodo. En realidad estos veros que hoy leemos no los podríamos clasificar de fáciles. Se habla ¿a Israel o a Judá? ¿son de Jeremías o de sus discípulos? La vuelta se describe no solamente como posesión de de la tierra, sino también como nueve hermanamiento de los del norte y los del sur, de Israel y Judá. Es un retorno idílico, utópico que solamente está en las manos de Dios. Para un profeta verdadero toda la historia está en las manos de Dios y el pueblo debe estar abierto a las mejores sorpresas.

I.2. Jeremías fue un profeta crítico, radical, pero en este caso saca de su corazón la mejor inspiración para poner de manifiesto que de un «resto», de lo que es insignificante, puede resurgir la esperanza, e incluso el antiguo pueblo del norte, Israel, volverá a unirse al del sur, Judá, para juntos emprender un marcha hacia la fuente de agua viva, que es Dios. Desde los cuatro puntos cardinales afluirán hacia una gran asamblea (que no se dice dónde), en la que caben ciegos, cojos, mujeres encinta; es decir, todos están llamados a la esperanza. ¿Por qué? La razón de este oráculo la encontramos al final: porque Dios es un Padre. Esta será también la teología de Jesús. Dios está cerca de los suyos como un padre, algo a lo que no se había atrevido la teología oficial judía. Y la verdad es que mientras no experimentemos a Dios como un padre y como una madre, no entenderemos que creer en Dios tiene sentido eterno.




IIª Lectura: Hebreos (5,1-6): Solidaridad sacerdotal de Jesús

II.1. La carta a los Hebreos sigue ofreciéndonos la teología de Jesucristo como sumo sacerdote, que es uno de los temas claves de esta carta. Como sacerdote debe ser sacado de entre los hombres. No comienza siendo sacerdote “desde el cielo”, sino desde la tierra, desde lo humano. Y además, este sacerdote “humano”, para introducirnos en lo “divino”, no ofrece cosas extrañas o externas a él, sino su propia vida como “expiación” porque se siente compasivo con sus hermanos y los pecados del pueblo. Es un lenguaje sacrificial, imprescindible para aquella mentalidad, pero que va más allá de lo puramente sacrificial o ritual. En su vida sacerdotal, Jesús, no necesito más que su propia vida para ofrecerla a Dios. Esta es la verdadera solidaridad con sus hermanos los hombres.

II.2. En la lectura de hoy, pues, se resalta especialmente que este sacerdote está «entre los hombres», no está alejado de nosotros. Y aquí es donde Jesús es único, porque sabemos que entre los hombres se viven las miserias de pecado. Y está ahí, justamente, para intervenir en favor nuestro, nunca estará contra nosotros. Está ahí para disculparnos, para explicar nuestras debilidades, para defendernos contra toda arrogancia. Estando entre nosotros, percibe mejor que nadie que muchas veces nos equivocamos por ignorancia o por debilidad. Esta tarea de Cristo como Sumo Sacerdote viene a poner de manifiesto que no era así en las instituciones del pueblo judío y que los sacerdotes hicieron todo más difícil para el pueblo alejándose de él. Sabemos que los sacrificios son signos y símbolos de lo que se busca y de lo que se tiene en el corazón, y es ello lo que Jesús (que recibe esta misión de Dios) realiza ante Dios por nosotros.




III. Evangelio: Marcos (10,46-52): El seguimiento y la fe de un ciego

III.1. En el evangelio de hoy, Marcos nos relata la última escena de Jesús en su camino hacia Jerusalén. Se sitúa en Jericó, la ciudad desde la que se subía a la ciudad santa en el peregrinar de los que venían desde Galilea. Jesús se encuentra al borde del camino a un ciego. Por razones que se explican, incluso ecológicamente, los ciegos abundaban en aquella zona. Está al borde del camino, marginado de la sociedad, como correspondía a todos los que padecían alguna tara física. Pero su ceguera representa, a la vez, una ceguera más profunda que afectaba a muchos de los que estaban e iban tras Jesús porque realizaba cosas extraordinarias. El camino de Jesús hasta Jerusalén es muy importante en todos los evangelios (más en Lucas). En ese camino encontrará mucho gente. Los ciegos no tienen camino, sino que están fuera de él. Jesús, pues, le ofrecerá esa alternativa: un camino, una salida, un cambio de situación social y espiritual.

III.2. El gesto del ciego que abandona su manto y su bastón, donde se apoyaba hasta entonces su vida, contrasta con la fuerza que le impulsa a “ir a Jesús” que le llama. ¿Por qué le “llamó” Jesús y no se acerca él hasta el ciego? La misma gente vuelve a repetirle: él te llama. Las palabras y los gestos simbólicos de la narración hay que valorarlos en su justa medida. Diríamos que hoy en el texto son más importantes de lo que parece a primera vista. Jesús “le llama”. La llamada de Jesús, al que el ciego interpela como “hijo de David” tiene mucho trasfondo. Jesús ha llamado a seguirle a varias personas; ahora “llama” a un ciego para que se acerque. No le llama aparentemente para seguirle, sino para curarle, pero la curación verdadera será el “seguirle” camino de Jerusalén, en una actitud distinta de los mismos discípulos que habían discutido por el camino “quién es el mayor”. El ciego no estará preocupado por ello. De ahí que la escena del ciego Bartimeo en este momento, antes de subir a Jerusalén, donde se juega su vida, es muy significativa.


III.3. La insistencia del ciego en llamar a Jesús muestra que lo necesita de verdad y lo quiere seguir desde una profundidad que no es normal entre la multitud. Jesús le pide que se acerque, le toca, lo trata con benevolencia; entonces su ceguera se enciende a un mundo de fe y de esperanza. Después no se queda al margen, ni se marcha a Jericó, ni se encierra en su alegría de haber recuperado la vista, sino que se decide a seguir a Jesús; esto es lo decisivo del relato. En el evangelio de Marcos el camino que le lleva a Jerusalén le conducirá necesariamente hasta la muerte. La vista recuperada le hace ver un Dios nuevo, capaz de iluminar su corazón y seguir a Jesús hasta donde sea necesario. Vemos, pues, que un relato de milagro no queda solamente en eso, sino que se convierte en una narración que nos introduce en el momento más importante de la vida de Jesús: su pasión y muerte en Jerusalén.


Fray Miguel de Burgos Núñez


Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

No hay comentarios. :

Publicar un comentario