Con la fuerza del Espíritu siento que debo seguir brillando a la luz del cirio pascual, ser símbolo de alegría, de esperanza, de felicidad, de vida, de gloria e, incluso, ¡de asombro! Si Jesús es la luz del mundo, yo debo ser como fiel seguidor suyo lámpara que alumbre el mundo.
El fuego del Espíritu calentará nuestro corazón y alentará nuestro caminar como hijos de la luz. En la Vigilia de Pentecostés, me uno a la Virgen María, Señora de la Luz, esa luz que ilumina nuestra vida y guíe nuestros pasos para ser luz que enciende los corazones en la humildad, la generosidad, la paz, el amor, la alegría…
Me uno a María para recibir en su compañía los dones del Espíritu que un día recibí en el bautismo y que el Cristo Resucitado quiere derramar sobre mí para animar mi compromiso cristiano.
Como María quiero vivir en vela, para percibir siempre en mi vida la presencia del Espíritu, para acoger en mi corazón sus dones y sus gracias, para que se realice en mi un nuevo Pentecostés y llenar mi corazón con toda fuerza del amor de Dios.
Quiero estar junto a María, unido espiritualmente a Ella, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, invocando la presencia en mi vida del Paráclito. Quiero estar unido a María para proclamar que me siento parte de la Iglesia apostólica, porque como bautizado también soy un elegido en el Espíritu Santo.
Quiero estar junto a María para acoger en mi interior las gracias del Espíritu Santo que en Ella obra de manera manifiesta porque sí, la Virgen, es la obra maestra del Espíritu de Dios. Quiero estar unido a María porque quiero que me lleve a Jesús. Y unida a Ella quiero aprender a amar, seguir, comprender y unirme a su Hijo Jesús, que por medio del Espíritu Santo, en una noche como hoy realizará en mi corazón grandes maravillas.
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¡María, enséñame a perseverar en la oración como hicieron los apóstoles junto a Ti y otras mujeres en la vigilia de Pentecostés! ¡Enséñame, María ,a comprender el auténtico significado de vivir en el Espíritu Santo! ¡Ayúdame, como hiciste Tu, a acoger en mi corazón la Palabra revelada por Dios, a llevar en mi corazón a Jesús y transmitir todo mi amor por Él a todos los que me rodean! ¡Conviértete, María, en mi apoyo espiritual para que no desfallezca en la oración, en mi vida servicio a los demás ni en mi vida sacramental! ¡Que tu seas, María, el ejemplo a imitar para seguir siempre las inspiraciones que vienen del Espíritu Santo y que con tu sabiduría y humildad supiste acoger en el corazón! ¡Que de Ti, María, aprenda a tener la misma intimidad con el Espíritu Santo! ¡Ayúdame, María, a que convertir mi corazón en un auténtico templo del Espíritu Santo, que sea el faro que ilumine mi vida, la luz que me guíe, la columna que me fortalezca, el pañuelo que me consuele y el soplo que me indique qué camino tomar en cada momento de mi vida! ¡Y a ti, Espíritu Santo, aumenta mi devoción por María, tu Esposa, la Madre de Cristo, mi propio Madre! ¡Espíritu Santo, ayúdame a interiorizar en mi corazón las palabras de María y que como Ella se haga en mi según tu palabra!
Jaculatoria a María en el mes de mayo: María, mediadora de todas las gracias de Jesucristo, la majestad divina ordenó que todos sus bienes pasaran por tus santas manos benditas, cuida de los que peregrinamos de los que se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada.
Del compositor inglés Thomas Tallis escuchamos en esta vigilia de Pentecostés su motete Loquebantur variis linguis, a 7 voces (Y hablaron en varias lenguas), una obra de gran belleza musical:
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