sábado, 3 de febrero de 2018

Creación y evolución. La Resurrección es una "mutación


autor: Gino Oliosi
fecha: 2007-06-06
fuente: Creazione ed evoluzione



"No somos el producto casual y sin sentido de la evolución" (Benedicto XVI) 24-4-2005)

"La resurrección de Cristo (…), si utilizamos por una vez el lenguaje de la teoría de la evolución, es la más grande "mutación", el salto absolutamente más decisivo hacia una dimensión totalmente nueva, que en la larga historia de la vida y su desarrollo se haya jamás tenido: un salto en un orden completamente nuevo, que nos concierne y atañe a toda la historia.

Es un salto de calidad en la historia de la "evolución" y de la vida en general hacia una nueva vida futura, hacia un mundo nuevo que, partiendo de Cristo, "ya penetra continuamente en este mundo, lo transforma y lo atrae a si" (Homilía de la vigilia pascual, 15-4-2006).
"La resurrección de Cristo es un hecho ocurrido en la historia, del cual los Apóstoles han sido testigos y no ciertamente creadores. Al mismo tiempo no es para nada un simple regreso a nuestra vida terrenal; es en cambio la más grande "mutación" nunca ocurrida, un "salto" decisivo hacia una dimensión de vida intensamente nueva, la entrada en un orden decididamente diferente, que ante todo concierne a Jesús de Nazaret, pero con Él también a nosotros, a toda la familia humana, a la historia y al universo entero : por esto la resurrección de Cristo es el centro de la predicación y del testimonio cristiano, desde el principio hasta al fin de los tiempos. Se trata ciertamente de un gran misterio, el misterio de nuestra salvación, que encuentra en la resurrección del Verbo encarnado su realización y junto a la anticipación y testimonio de nuestra esperanza" (Benedetto XVI, Congreso Eclesial de Verona, el 19 de octubre del 2006).

El cardenal Schonborn en la introducción del dies academicus del Studium general Marcianum (Venecia 18-4-2007) con varias intervenciones en el debate sobre la creación y evolución, criticó las componentes ideológicas del darwinismo, afirmando: "La posibilidad de que el Creador se valga del instrumento de la evolución es algo aceptable para la fe católica. La cuestión es más bien, si el evolucionismo como principio de aproximación a la realidad es conciliable con la fe en un Creador".
Hoy la cuestión es si debemos el nacimiento del universo, y en él, el de nuestra tierra y en ella el de los hombres, al "ciego destino" o a un "proyecto sabio y bueno" exalta los ánimos de muchos en el mundo, porque se trata de las preguntas que cada ser humano, cada corazón antes o después se pone porque estan originalmente dentro de cada yo: "¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Cuál es el sentido de cada vida?".

Isaac Newton en 1686 se enfervoriza contra el deísmo dominante de entonces, de donde deriva el ateísmo (Dios no tiene que ver con la historia), el secularismo actual o sea la reducción de la obra divina a una actividad de arquitecto del universo, de "relojero", temporalmente situado al inicio.
Hoy existe una simplificación peligrosa que reduce todo a un conflicto entre evolucionistas y creacionistas. "La posición "creacionista" se basa - observa el cardenal - en una interpretación de la Biblia que la Iglesia católica no acepta: la primera página de las Escrituras no es un tratado cosmológico sobre el origen del mundo en seis dias… la posibilidad de que el Creador se sirva también de los instrumentos de la evolución es aceptable para la fe católica. La cuestión es más bien si el evolucionismo (como visión del mundo) sea conciliable con la fe en un Creador. Tal cuestión presupone a su vez que se distinga entre la teoría científica de la evolución y sus interpretaciones ideológicas o filosóficas. Esto significa por su parte que se llegue a una explicación de los presupuestos filosóficos, de pensamiento, del entero debate sobre la evolución."
Darwin era "obsesionado" de la idea de dar una explicación científica plausible sobre el origen de las especies que pudiera prescindir completamente del acto separado, transcendente, inteligente, libre, finalizado de la creación divina. Su "teoría de la descendencia", que sucesivamente fue llamada "teoría de la evolución", fue una larga argumentación a favor de una explicación "intramundana" o sea puramente material, mecánica, del "origen de las especies". Donde Newton afirma todavía que de la ciega necesidad no podía generarse ningún cambio y por lo tanto alguna variedad de las cosas, ya que eso sería solamente posible a partir de la idea y de la voluntad divina, para Darwin era lo contrario: la entera variedad de las especies tendría origen en las mutaciones casuales es decir sin una razón y sin una finalidad. Y para eso no sería necesaria ninguna intervención separada es decir transcendente, libre, inteligente, finalizadora del creador.

Darwin ideológicamente con su teoría intentaba favorecer la victoria científica del materialismo: no al azar Karl Marx y Friedrich Engels han abrazado la teoría darwiniana como el fundamento científico de su sistema ateo, materialista.
Esta componente ideológica de la teoría darwiniana, adoptada no solo del marxismo sino también del liberalismo fundamentalista, hoy dominante, con la radical reducción del hombre a un simple producto de la naturaleza, no realmente libre y por tanto susceptible de ser tratado como cualquier otro animal (un auténtico vuelco de esta cultura individualista), es la causa principal del hecho de que hasta hoy se sigue discutiendo de la evolución y de la creación con igual intensidad y pasión que en el pasado.

Culturalmente apremia separar, en la teoría de Darwin, (y en sus desarrollos siguientes), dónde realmente obra la ciencia y dónde en cambio se trata de elementos ideológicos, atados a una cierta visión del mundo y extraños a la ciencia. Y tiene que ser permitido en la escuela realizar críticas objetivas a los aspectos ideológicos del darwinismo sin permitir que se prohíba (tal como afirma el debate en los Estados Unidos) poner la cuestión de Dios en la enseñanza escolar.
Razón y fe católica afirman, junto a la Biblia de la Antigua y Nueva Alianza, que la razón puede conocer con certeza, aunque no sin fatiga como todo el pensar, la existencia del Creador en virtud de sus huellas, como por ejemplo el principio de la responsabilidad. No tiene sentido hablar de ética y de responsabilidad si no existen el espíritu, el alma, la razón y el libre albedrío.

Darwin, de manera "antropomórfica", habla de la "naturaleza" que ha hecho las cosas en un cierto modo, las ha originado, como si fuera un objeto dotado de espíritu, de inteligencia, de voluntad, que se pone asimismo objetivos y que trabaja para lograrlos. Las cosas naturales corpóreas, dice santo Tomás, que por sí mismas no tienen conocimiento, actúan de manera finalizada, como podemos ver, para alcanzar lo que es bueno para ellas: ellas consiguen su objetivo no por casualidad es decir sin una razón, sino intencionalmente. Pero no lo alcanzan desde su interior, sino de aquel de un ente conocido, que dirige hacia el objetivo como un arquero la flecha. Este ente consciente, que tiene una voluntad, libre que dirige las cosas materiales hacia su objetivo, lo llamamos Dios (Suma teológica I, q.2, a. 3).
¿Y para el dolor? ¿Qué fin? Tenemos una única respuesta, aquella escrita por Dios mismo, directamente. El Logos por el cual y en el cual todo es creado, se hizo carne, uniéndose de algún modo a cada hombre y con ello a la entera historia del universo, a la evolución, con sus lados grandiosos u horribles. Se ha asumido sobre si mismo la entera negativitá del dolor, de la destrucción y sobre todo del mal moral. Por cuanto importante la filosofía de la naturaleza es decir el ala de la razón, el ala de la fe en el Logos de la Cruz que es la puerta de la resurrección y la última sabiduría divina.

Si la resurrección de Cristo es "la más grande mutación", "la explosión del amor" que desató el enredo hasta entonces indisociable del "muere y transfórmate", pues también nosotros podemos decir: ésta es la meta "de la evolución."
"Iniciando del final, de su cumplimiento - ha concluido el cardenal -, se evidencia su sentido. Si en sus fases individuales quizás puede aparecer carente de un fin y de dirección, pero despues de la Pascua ese largo camino ha encontrado un sentido. No "el camino que te lleva alla meta", sino la resurrección es el sentido del camino", de la creación.

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