viernes, 26 de enero de 2018

Fiesta de la conversión de San Pablo

Ángeles y Santos




La Iglesia celebra la conversión de San Pablo, por lo que es conveniente recordar en qué consiste la conversión. Ante todo, hay que decir que la conversión, una obra del espíritu, no es el fruto de las fuerzas naturales de la creatura, sino un don que viene de lo alto, una gracia que brota del Corazón mismo de Dios Trino: “El Evangelio anunciado por mí no es cosa humana; (…) y no lo recibí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo” (Ga 1, 11-12; 2Co 11, 10. cfr. 7). Esto significa que la conversión permite que el alma realice en un giro de 180º en su cosmovisión y en su concepción de Dios, del mundo y de la vida eterna, y significa también que el alma es incapaz de obrar la conversión, sino es por medio de la gracia santificante.

         Ahora bien, ¿en qué consiste la conversión? Lo dice el mismo Señor en las Escrituras: “A éstos te envío ahora para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, del poder de Satanás a Dios; para que por la fe en mí reciban el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los justos” (Hch 26, 16b-18). La conversión, entonces, consiste en que el alma tiene su sentido espiritual –los ojos del alma- cerrado a la vida eterna -y a esto se refiere la Escritura cuando habla de “abrir los ojos”-, además de estar bajo el dominio de Satanás. Por la gracia santificante el alma “abre los ojos del alma” y es liberada del poder de Satanás, ambas acciones las cuales no puede hacer, de ninguna manera, sin la ayuda de la gracia.
La conversión, de orden espiritual, es un cambio cualitativo de la misma, un salto hacia lo sobrenatural, propiciado por el Espíritu de Dios que actúa en el alma. Se traduce en el orden existencial, y así es cómo San Pablo pasó, de ser perseguidor de Jesucristo y su Iglesia, a ser un instrumento elegido por el mismo Jesucristo para propagar la Buena Nueva del Evangelio.

Antes de la conversión, el alma está movida por su propio orgullo; luego de la conversión, quien mueve al alma es la gracia del Espíritu Santo.
Publicado por P. Álvaro Sánchez Rueda .

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