domingo, 3 de diciembre de 2017

¿Cuál es la posición de la Iglesia con respecto a la lucha contra el SIDA?


Catholic Link


La Iglesia católica tiene como preocupación fundamental la humanidad en su conjunto. Ningún tema de lo humano le podría ser ajeno. Hoy, 1ro de diciembre, se conmemora el día de la lucha contra el SIDA y la participación de la Iglesia en este grave asunto ha sido fundamental, casi el 25% de los pacientes infectados por esta enfermedad son atendidos por la ésta.
El VIH/SIDA, es una enfermedad que tiene unas pocas décadas de descubierta. Ha tomado al mundo por asalto y se ha expandido rápidamente debido a que es una enfermedad conductual, es decir depende de la conducta del ser humano. Las relaciones sexualescon personas infectadas es la vía de contagio más frecuente. El uso del preservativo se ha convertido en el caballo de batalla para la prevención de esta enfermedad y mucho se habla de la posición de la Iglesia en contra de esta práctica. Se la ha tildado de retrógrada en incluso de promover que la enfermedad se multiplique al prohibir el uso del preservativo. Veámos qué hay de cierto detrás de todo esto.

1. ¿Qué es el SIDA y cómo se contagia?

El VIH (Virus de Inmunodeficiencia humana) provoca el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), al infectar y atacar el sistema inmunológico, concretamente a los glóbulos blancos denominados linfocitos CD4 cooperadores. El SIDA es el estado más tardío de la infección, no todas las personas con VIH desarrollan SIDA. Esta enfermedad impide que el sistema inmunitario reaccione adecuadamente y luche contra las enfermedades de origen infeccioso dejando el organismo expuesto a ellas.

El VIH se contagia cuando los fluidos corporales de personas infectadas se introducen en el organismo de una persona no infectada, fluidos como el semen, la lubricación vaginal, la sangre e incluso la leche materna. El contagio depende mucho de la conducta de las personas y se puede contraer a través de cualquier tipo de relación sexual. Incluso si durante esa relación se utilizó un preservativo. Bastan unas pequeñas cantidades de estos fluidos para que la infección se dé. Las personas que ya padecían de otra enfermedad de transmisión sexual (ETS) tienen un riesgo mayor de infectarse con VIHEl intercambio o compartir jeringas (para inyectarse drogas) es también una vía frecuente de contagio. Una madre puede contagiar a su hijo durante el embarazo, el parto e incluso en la lactancia. El contagio a través de transfusiones de sangre es prácticamente nulo en países desarrollados debido a los controles y análisis que se les hace a todas las unidades de sangre.

2. El sexo seguro ¿existe?

Por muchos años las campañas de prevención de la enfermedad se centraban en el fomento del “sexo seguro”, que establece que en cualquier relación sexual que se utilice un método de protección de barrera (significa el uso principalmente del preservativo o condón). Durante los años se han desarrollado preservativos femeninos y también orales. El material en casi todos los casos es el látex pero también existen de otros materiales (poliuretano, poliisopreno, piel de cordero).
Diversos estudios han demostrado que la efectividad del preservativo está lejos de ser la del 100%. Por lo tanto el “sexo seguro” que estas campañas promueven es un mito. Tal es así que organismos como ONUSIDA y la misma Planned Parenthood han cambiado la nomenclatura de sus campañas y ya no usan “sexo seguro” sino “sexo más seguro” (Safer Sex). Éstas siguen promoviendo el uso del preservativo como la práctica más segura para evitar el contagio, pero a la vez dejan establecido que el preservativo no es totalmente efectivo, ni en la prevención del SIDA como en cualquier otra ETS. Por lo tanto tener relaciones sexuales seguras de contagio del SIDA, cuando se tiene distintas parejas sexuales, no existe.

3. ¿Cuál es la verdadera función de un preservativo?

El preservativo es un invento creado para evitar el embarazo. Con el tiempo se afirmó que también protegía contra distintas enfermedades de transmisión sexual (ETS) pero lo cierto es que los estudios demuestran que el tamaño del virus del VIH es aproximadamente 25 veces menor que la cabeza del espermatozoide, 450 veces veces menor que la longitud del mismo y 60 veces menor que la bacteria de la sífilis. Además de esto las pruebas de integridad (es decir que el preservativo esté libre de fallos) arrojan resultados que demuestran que, 4 entre 1000 preservativos, podrían ingresar al mercado presentando alguna falla como filtraciones o zonas más delgadas propensas a rupturas. Esto indicaría que actualmente deben haber cientos de preservativos defectuosos circulando para la venta o para ser distribuidos gratuitamente en campañas de prevención.
Así también, tampoco se informa que el riesgo de contagio se incrementa cuanto mayor es la frecuencia de encuentros sexuales casuales y la promiscuidad.
«Confiar en los preservativos es coquetear con la muerte» (Dra. Helen Singer-Kaplan, The Real Truth about Women and AIDS, Universidad de Cornell).

4. El método propuesto por la Iglesia

La función de la iglesia está principalmente enfocada a la prevención de la enfermedad y la asistencia a quienes han quedado afectados por ella. Está demostrado con cifras que las campañas de “sexo más seguro” no han sido eficaces en la lucha contra este mal. Las prácticas propuestas por la Iglesia se enfocan directamente en la dignidad del ser humano y su conducta. Si la transmisión del VIH/SIDA se da fundamentalmente por las conductas que se adoptan en cuanto a la actividad sexual, no es una locura apostar por la abstinencia, por la castidad y por la fidelidad en la lucha contra esta enfermedad. En países como Uganda, donde  se han adoptado políticas de prevención para retrasar el inicio de las relaciones sexuales, promover la abstinencia y la fidelidad, se ha obtenido una disminución en el número de personas contagiadas. Esta es una práctica 100% segura y además posible. El método ABC (Abstinence, Be Faithful and Condom) Abstinencia, fidelidad y uso de preservativo, establecida por distintas organizaciones no confesionales comprueba que la abstinencia y la fidelidad, es decir el educar la conducta humana, son factores fundamentales para la prevención de esta enfermedad.

5. Formarse, informarse y actuar

El único modo de preveer algo es prepararse y para esto es necesario formarse e informarse para tomar acciones al respecto. El Cardenal Alfonzo López Trujillo, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, en el año 2003 escribió una reflexión llamada: «Valores de la Familia contra el Sexo Seguro», que es un material excelente para informarse y conocer a fondo la verdad sobre la transmisión de esta enfermedad y la labor que la Iglesia realiza. La lucha contra el SIDA es tarea de todos, creyentes y no creyentes, y la Iglesia enseña una respuesta válida para ambos.
La familia, en este punto cobra un rol fundamental. Ella es la primera educadora de ser humano. Es allí donde se forma en valores a personas maduras y responsables que cuenten con la fuerza necesaria para superar comportamientos peligrosos como  la promiscuidad sexual y el abuso de sustancias
«La gente debería exigir de sus autoridades una mayor seriedad y originalidad en la resolución de estos problemas. Se debería pedir, al menos, el mismo coraje que el mostrado, por ejemplo, cuando comenzó en serio la lucha contra el tabaco. No podemos quedarnos quietos creyendo ingenuamente que un problema de tan enorme complejidad se puede solucionar con un “atajo” como el preservativo» (Jokin de Irala, profesor de epidemiología de la Universidad de Navarra -España).

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