![orar con el corazon abierto](https://orarconelcorazonabierto.files.wordpress.com/2017/09/orar-con-el-corazon-abierto22.jpg?w=518&h=324)
Primer sábado de octubre con María en el corazón. ¡Qué hermoso día el que se presenta hoy! Es la festividad de Nuestra Señora del Rosario, la advocación mariana en la que veneramos a la Bienaventurada Virgen María del Santísimo Rosario. No es el Rosario una oración de última hora, es una tradición que viene del siglo XIII cuando la misma Virgen se la enseñó a rezar a Santo Domingo de Guzmán. Es, junto al Padrenuestro, mi oración preferida porque en su sencillez pero al mismo tiempo en su profundidad es un encuentro cotidiano con la Madre; es la contemplación de la vida de María en el misterio de Jesús y su entrega a su obra redentora. En cada cuenta del Rosario que las manos van pasando desgranas las escenas de su vida llenándola con la inmensidad del amor mariano. No es solo una reiteración de avemarías sino es llenar de amor lo que rezas porque cada día en el correspondiente misterio de la Encarnación, de la Luz, de la Redención y de la Vida Eterna puedes poner en sus santas e inmaculadas manos tus peticiones más íntimas para que las eleve al Padre.
Personalmente el Rosario me llena de paz, sosiega mi corazón, me permite avanzar en mi peregrinaje por la fe y me inclina hacia la piedad mariana; me permite llegar a través de María al gozo de Cristo, a la luz de Cristo, al sufrimiento de Cristo y a la gloria de Cristo. Unido a María para unir mi corazón con el de Cristo.
En este primer sábado de mes le pido encarecidamente a María que me ayude a ser personaje vivo de cada uno de los misterios del Rosario para abrir mi vida a la novedad de Dios y, desde el rezo de cada Avemaría, ser testimonio de amor, de paz, de servicio y de generosidad para los demás como lo fue Ella. Por eso le pido que me ayude a acoger en mi corazón la gracia que se desprende de cada misterio para llevarlo a los que me rodean.
En el Rosario uno comprende lo mucho que María ama, como su fe le permite unirse al pensamiento de Dios y como su voluntad se une al querer de Dios. ¡Ojalá fuese así mi vida para, como hacía María, poner en cada momento a Cristo en el centro de mi corazón!
¡Dios te salve, María, llena eres de gracia! ¡Tu María, Madre, nos invitas a rezar el Santo Rosario para unidos a Ti llegar al corazón mismo de Cristo! ¡Gracias por esta escuela de la Sagrada Escritura; gracias por desgranar las escenas de tu vida unidas a las de tu Hijo; gracias por convertir el Rosario en la mejor arma espiritual; gracias por permitirnos amarte con el desgranar de las avemarías; gracias por sentirnos acogidos por tus santas manos; gracias por atender nuestras peticiones; gracias por auxiliar nuestras pobrezas; gracias por mirar con ojos de misericordia nuestras vidas y elevar nuestras peticiones al Padre! ¡Gracias, María, por ser Madre! ¡Concédenos, María, Virgen Clemente y Madre amable, consuelo de los pecadores, abogada de los afligidos, mediar siempre con Dios! ¡Concédenos, María, poder dirigirnos siempre a Ti para llevar una vida santa, una vida impregnada de la amistad con Jesús, una vida llena de gracia y bondad! ¡Contemplando el Rosario soy consciente de que tu vida no fue sencilla, por eso te pido que me ayudes a aceptar con entereza las contrariedades de mi vida, que aprenda a amar el sufrimiento y el dolor y que me ayudes a aceptar siempre los planes de Dios! ¡Ayúdame, Madre, a poner siempre todas mis esperanzas en Jesús y no desfallecer nunca en la confianza en Él y en Ti! ¡Ayúdame a ser como fuiste Tu ejemplo de caridad, de amor, de entrega, de generosidad, de cariño, de fortaleza, de sosiego, de prudencia, de humildad y de alegría! ¡Y, sobre todo, María ayúdame a estar siempre abierto a la voluntad del Padre y a las inspiraciones cotidianas del Espíritu Santo! ¡Ayúdame a imitarte en todo, María!
Las letanías lauretanas cantadas en gregoriano para acompañar la meditación de hoy:
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