viernes, 7 de abril de 2017

Via Matris por los cristianos perseguidos



Uno de los más importantes objetivos de este blog es mover a la oración por nuestros hermanos perseguidos por su fe en Cristo. Es lo que hoy les propongo, con la oración del Via Matris. Comparto con ustedes un texto que Ayuda a la Iglesia Necesitada proporciona a quienes desean ofrecer esta preciosa oración por los cristianos perseguidos.
El Vía Matris, que en su forma actual no es anterior al siglo XIX, propone considerar la vida de la Virgen, desde el anuncio profético de Simeón hasta la muerte y sepultura del Hijo, como un camino de fe y de dolor: las estaciones del “Vía Matris” son etapas del camino de fe y dolor en el que la Virgen ha precedido a la Iglesia y que esta deberá recorrer hasta el final de los tiempos (Directorio Piedad y liturgia, n. 137).
La devoción de los dolores de María nace en el siglo XV. En Colonia, en 1423, se reza la Conmemoración de la angustia y los dolores de la Virgen María, que principalmente se ha celebrado el viernes V de Cuaresma –denominado popularmente como Viernes de Dolores- y el 15 de septiembre, tras la fiesta de la Exaltación de la Cruz, en que se celebra a la Virgen como Virgen de los Dolores.
Les invito a rezar particularmente o en su parroquia el Via Matris por los cristianos perseguidos el próximo viernes 7 de abril, preparándonos así para entrar en la semana de la Pasión y Resurrección del Señor con los mismos sentimientos de la Madre
ORACIÓN PREPARATORIA
Señor,
tú has querido que la Madre
compartiera los dolores del Hijo al pie de la Cruz; haz que la Iglesia,
asociándose a la Pasión de Cristo,
merezca participar de su resurrección.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
RITOS INTRODUCTORIOS
En el lugar donde se pretende celebrar el Via Matris se prepara una imagen de la Santísima Virgen María y un ramo de flores, símbolo de la vida.
V: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
R: Amén
SALUDO
V: Contemplamos el dolor de Santa María
R: Para seguir a Cristo su Hijo en el camino de la fe

I ESTACIÓN: María recibe con fe la profecía de SimeónJesús, signo de contradicción


V: Por ti, Virgen María, recibimos al Salvador
R: Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación
Lector 1 - Palabra de Dios
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos
en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción, –y a ti misma
una espada te traspasará el alma– para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones» (Lc 2, 34-35).
Lector 2 - La fe de la Iglesia
La Presentación de Jesús en el templo (cf. Lc 2, 22-39) lo muestra como el Primogénito que pertenece al Señor (cf. Ex 13,2.12-13). Con Simeón y Ana toda la expectación de Israel es la que viene al Encuentro de su Salvador (la tradición bizantina llama así a este acontecimiento). Jesús es reconocido como el Mesías tan esperado,
«luz de las naciones» y «gloria de Israel», pero también «signo de contradicción». La espada de dolor predicha a María anuncia otra oblación, perfecta y única, la de la Cruz que dará la salvación que Dios ha preparado «ante todos los pueblos». Catecismo de la Iglesia Católica, 529
Presidente - Meditación
Madre, tú sabes lo que es que te digan que lo más bello te lo arrebatarán, y que nada te pertenece. Mira a nuestros hermanos recién bautizados, los que con amor acaban de entrar en la Iglesia, y cuida de ellos, porque nos los están quitando aquellos que no quieren entender la verdad del amor que trae la libertad.
V: Oremos por los cristianos de China, por Jesucristo nuestro Señor R: Amén

II ESTACIÓN: María huye a Egipto con Jesús y José. Jesús perseguido por Herodes

V: Por ti, Virgen María, recibimos al Salvador

R: Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación
Lector 1 - Palabra de Dios
Cuando ellos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto (Mt 2, 13-14).
Lector 2 - La fe de la Iglesia
La Huida a Egipto y la matanza de los inocentes (cf. Mt 2, 13-18) manifiestan la oposición de las tinieblas a la luz: «Vino a su Casa, y los suyos no lo recibieron» (Jn 1, 11). Toda la vida de Cristo estará bajo el signo de la persecución. Los suyos la comparten con él (cf. Jn 15, 20). Su vuelta de Egipto (cf. Mt 2, 15) recuerda el Éxodo (cf. Os 11, 1) y presenta a Jesús como el liberador definitivo. Catecismo de la Iglesia Católica, 530
Presidente - Meditación
Madre, tú que sabes lo que es tener que escapar, lo que es sentirte despojada y al mismo tiempo segura de que tu marido te cuida y tu Hijo te protege, mira con amor a nuestros hermanos que se ven obligados a salir de sus casas, a huir de su tierra, intercede por ellos ante tu Hijo Jesucristo y pide a San José que les acompañe.
V: Oremos por los cristianos de Irak, por Jesucristo nuestro Señor R: Amén

III ESTACIÓN: María busca a Jesús perdido en Jerusalén. Jesús vino a cumplir la voluntad del Padre

V: Por ti, Virgen María, recibimos al Salvador

R: Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación
Lector 1 - Palabra de Dios
«Y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo» (Lc 2, 43-45).
Lector 2 - La fe de la Iglesia
El hallazgo de Jesús en el Templo (cf. Lc 2, 41-52) es el único suceso que rompe el silencio de los Evangelios sobre los años ocultos de Jesús. Jesús deja entrever en ello el misterio de su consagración total a una misión derivada de su filiación divina: « ¿No sabíais que me debo a los asuntos de mi Padre?» María y José «no comprendieron » esta palabra, pero la acogieron en la fe, y María «conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón», a lo largo de todos los años en que Jesús permaneció oculto en el silencio de una vida ordinaria. Catecismo de la Iglesia Católica, 534
Presidente - Meditación
Madre, tú que sabes escuchar con el corazón, mira a los misioneros que están con los enfermos, los que no abandonan a sus hermanos, los que saben dar preferencia a las cosas del Padre, y enséñanos a leer las bienaventuranzas con la brisa del Espíritu.
Petición
V: Oremos por los cristianos de Kenia, por Jesucristo nuestro Señor R: Amén

IV ESTACIÓN: María encuentra a Jesús en el camino del Calvario. Jesús, siervo de Dios, Varón de Dolores

V: Por ti, Virgen María, recibimos al Salvador
R: Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación
Lector 1 - Palabra de Dios
«Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él» (Lc 23, 26-27)
Lector 2 - La fe de la Iglesia
Este designio divino de salvación a través de la muerte del «Siervo, el Justo» (Is 53, 11; cf. Hch 3, 14) había sido anunciado antes en la Escritura como un misterio de redención universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado (cf. Is 53, 11-12; Jn 8, 34-36). S. Pablo profesa en una confesión de fe que dice haber «recibido» (1 Co 15, 3) que «Cristo ha muerto por nuestros pecados según las Escrituras» (ibidem: cf. también Hch 3, 18; 7, 52; 13, 29; 26, 22-23). La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cf. Is 53, 7- 8 y Hch 8, 32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo doliente (cf. Mt 20, 28). Después de su Resurrección dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 25-27), luego a los propios apóstoles (cf. Lc 24, 44-45). Catecismo de la Iglesia Católica, 601
Presidente - Meditación
Madre, tú que has mirado a la cara del dolor y has sabido acompañarle, ayúdanos a mirar a Jesucristo cuando violentan a nuestros hermanos, a no esperar que nuestras solas fuerzas puedan con el odio, a descansar en el amor de Dios.
Petición
V: Oremos por los cristianos de Nigeria, por Jesucristo nuestro Señor R: Amén

V ESTACIÓN: María permanece junto a la Cruz del Hijo. Jesús, cordero levantado en la cruz

V: Por ti, Virgen María, recibimos al Salvador
R: Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación
Lector 1 - Palabra de Dios
«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego, dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio» (Jn 19, 25-27).
Lector 2 - La fe de la Iglesia
Jesús es el Hijo único de María. Pero la maternidad espiritual de María se extiende
(cf. Jn 19, 26-27; Ap 12, 17) a todos los hombres a los cuales Él vino a salvar: «Dio a luz al Hijo, al que Dios constituyó el mayor de muchos hermanos (Rom 8, 29), es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento y educación colabora con amor de madre» (LG 63). Catecismo de la Iglesia Católica, 501
Presidente - Meditación
Madre, tú que acompañaste a tu Hijo al pie de la cruz, enséñanos a querer de verdad a nuestros hermanos que sufren el sinsentido de la guerra y el odio, y a
comprender que nuestras oraciones son tan poderosas que les llevarán consuelo; ayúdanos a no caer en la aceptación de las fatalidades, sino a esperar el triunfo del amor.
Petición
V: Oremos por los cristianos de Siria, por Jesucristo nuestro Señor R: Amén

VI ESTACIÓN: María acoge en su seno al Jesús que fue bajado de la cruz. Jesús, Salvador rechazado por su propio pueblo

V: Por ti, Virgen María, recibimos al Salvador

R: Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación
Lector 1 - Palabra de Dios
«Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran» (Mt 27, 57-58) (Cfr. Jn 1,11; Lc 2,7; 4, 28.39; Mt 26, 47-56).
Lector 2 - La fe de la Iglesia
En Cristo, y por medio de su voluntad humana, la voluntad del Padre fue cumplida perfectamente y de una vez por todas. Jesús dijo al entrar en el mundo: «He aquí que yo vengo […] oh Dios, a hacer tu voluntad» (Hb 10, 7; Sal 40, 8-9). Sólo Jesús puede decir: «Yo hago siempre lo que le agrada a Él» (Jn 8, 29).
En la oración de su agonía, acoge totalmente esta Voluntad: «No se haga mi voluntad sino la tuya» (Lc 22, 42; cf Jn 4, 34; 5, 30; 6, 38). He aquí por qué Jesús «se entregó a sí mismo por nuestros pecados […] según la voluntad de Dios» (Ga 1, 4). «Y en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo» (Hb 10, 10). Catecismo de la Iglesia Católica, 2284
Presidente - Meditación
Madre, tú que recogiste en tus brazos el dolor y lo sumaste al que ya estaba en tu corazón, enséñanos a tener fe, a esperar sin flaqueza y a querer sin límites.
Petición
V: Oremos por los cristianos de India, por Jesucristo nuestro Señor R: Amén

VII ESTACIÓN: María acompaña a la sepultura del cuerpo de Jesús, en espera de la resurreción. Jesús, primicia de los resucitados

V: Por ti, Virgen María, recibimos al Salvador
R: Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación
Lector 1 - Palabra de Dios
«Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de , y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús» (Jn 19, 40-42).
Lector 2 - La fe de la Iglesia
La permanencia de Cristo en el sepulcro constituye el vínculo real entre el estado pasible de Cristo antes de Pascua y su actual estado glorioso de resucitado. Es la misma persona de «El que vive» que puede decir: «estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos» (Ap 1, 18): Dios [el Hijo] no impidió a la muerte separar el alma del cuerpo, según el orden necesario de la naturaleza pero los reunió de nuevo, uno con otro, por medio de la Resurrección, a fin de ser El mismo en persona el punto de encuentro de la muerte y de la vida deteniendo en él la descomposición de la naturaleza que produce la muerte y resultando él mismo el principio de reunión de las partes separadas (S. Gregorio Niceno, or. catech. 16). Catecismo de la Iglesia Católica, 625
Presidente - Meditación
Madre, tú que supiste convertir las lágrimas en fuente de confianza, enséñanos a aceptar la voluntad de Dios y a comprender que no estamos solos, que nunca estaremosabandonados, que siempre nos miras cuando miras a tu Hijo.
Petición
V: Oremos por los cristianos de Pakistán, por Jesucristo nuestro Señor R: Amén
DESPEDIDA
V: La cruz de Cristo sea consuelo en nuestro camino, para que siguiendo las huellas de la Virgen Madre y compartiendo la pasión de su Hijo, lleguemos a la gloria del Reino.
R: Amén.
Si quien preside es un presbítero o un diácono, bendice a los fieles diciendo:
V: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R: Amén.
V: Nos proteja Santa María, y nos guíe benignamente por el camino de la vida. R: Amén.

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