Naturaleza.
Sal hijo mío de las sombras y podrás ver lo que he creado para ti. Contempla la luz que disipa las sombras del nuevo día en que vivirás en ti. Debe nacer en ti el deseo grande de ser luz, camino y albergue para todos tus hermanos, te necesitan para ver la luz. Contempla alma el sol que sale para todos y verás y sentirás su calor y su luz, así en tu alma cuando llegó y en tu corazón lo invade mi luz, tú serás para todos el camino.
Contempla los árboles y su esplendor, ve con alegría los colores y el verdor en sus ramas. Pajarillos cantan y con sus arrullos alaban y encantan al corazón y que alaban a su creador, sus trinos son cánticos de amor y alaban al que los cuida con amor.
Fíjate alma en el río, en el riachuelo, cómo sin rezar con sus cantares corriendo al pasar entre las rocas alaban sin par al Dios que es amor.
Alma mía, ve las flores de mil colores y aspira sus fragancias y olores. ¿Quién, dime, las pudo crear que al hacerlas no os da amor?
Mira las rosas y azucenas, unas blancas y otras bellas, fíjate en el pasto que, aún pisado y abandonado, es de gran esplendor.
Dime alma querida si haz contemplado tú el atardecer y suspirando contemplando los murmullos y las espumas del mar, no sientes mi presencia y mi amor y tu corazón se siente estremecer.
Dime alma mía que tu corazón palpita al ver la primera estrella resplandecer y la luna blanca brillar y ¡oh hermosura! las estrellas con gran majestuosidad pender de ese firmamento azul.
Anda alma mía, dime, dime todo esto ¿para quién lo di?
¡Más tesoros, he dado al hombre y he guardado aquí en mi Corazón! Esos, hijos, son eternos, no son de hoy sino esos son tesoros de toda una eternidad. Dichosos son los que me ven en los astros y estrellas y los mares y riachuelos, en las flores, pues ellos sí sabrán de mis amores y me amarán en todos ellos.
Sagrado Corazón de Jesús
Siervos del Divino Amor
Sal hijo mío de las sombras y podrás ver lo que he creado para ti. Contempla la luz que disipa las sombras del nuevo día en que vivirás en ti. Debe nacer en ti el deseo grande de ser luz, camino y albergue para todos tus hermanos, te necesitan para ver la luz. Contempla alma el sol que sale para todos y verás y sentirás su calor y su luz, así en tu alma cuando llegó y en tu corazón lo invade mi luz, tú serás para todos el camino.
Contempla los árboles y su esplendor, ve con alegría los colores y el verdor en sus ramas. Pajarillos cantan y con sus arrullos alaban y encantan al corazón y que alaban a su creador, sus trinos son cánticos de amor y alaban al que los cuida con amor.
Fíjate alma en el río, en el riachuelo, cómo sin rezar con sus cantares corriendo al pasar entre las rocas alaban sin par al Dios que es amor.
Alma mía, ve las flores de mil colores y aspira sus fragancias y olores. ¿Quién, dime, las pudo crear que al hacerlas no os da amor?
Mira las rosas y azucenas, unas blancas y otras bellas, fíjate en el pasto que, aún pisado y abandonado, es de gran esplendor.
Dime alma querida si haz contemplado tú el atardecer y suspirando contemplando los murmullos y las espumas del mar, no sientes mi presencia y mi amor y tu corazón se siente estremecer.
Dime alma mía que tu corazón palpita al ver la primera estrella resplandecer y la luna blanca brillar y ¡oh hermosura! las estrellas con gran majestuosidad pender de ese firmamento azul.
Anda alma mía, dime, dime todo esto ¿para quién lo di?
¡Más tesoros, he dado al hombre y he guardado aquí en mi Corazón! Esos, hijos, son eternos, no son de hoy sino esos son tesoros de toda una eternidad. Dichosos son los que me ven en los astros y estrellas y los mares y riachuelos, en las flores, pues ellos sí sabrán de mis amores y me amarán en todos ellos.
Sagrado Corazón de Jesús
Siervos del Divino Amor
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