miércoles, 15 de diciembre de 2021

Reflexión 349: Perder la paz del corazón

 




Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina

Reflexión 349: Perder la paz del corazón

¿Qué es lo que tiene el poder de robar la paz y la calma de tu corazón? ¿Qué pasa si lo insultan, lo ridiculizan, lo juzgan falsamente, lo encarcelan, lo golpean o incluso lo matan? ¿Alguno de estos robaría la paz de Dios en tu corazón? Solo si lo dejas. Es fundamental que sepas y creas con fe firme que nada puede robar la paz de tu corazón a menos que lo permitas. Tu objetivo debe ser liberarte de todo en este mundo. Debes estar desapegado de todas las riquezas, honores, respeto, miedo y todo. Si estás completamente desapegado, entonces eres libre de estar completamente apegado a Cristo y no importa lo que se te presente, no importa lo que te suceda, tu único apego a nuestro Señor y Su Voluntad, nunca podrá ser quitado de ti a menos que lo permitas. (Ver Diario # 1685).

Reflexione sobre las cosas que le han quitado la paz en el pasado. Identificarlos te ayudará a darte cuenta de qué es aquello a lo que estás apegado de una manera poco saludable. Si, por ejemplo, el ridículo público le ha robado la paz, entonces está demasiado apegado a su reputación. Si la pobreza lo ha dejado deprimido, entonces está demasiado apegado al dinero. Si el rechazo de un amigo o familiar te ha convertido en enojo, entonces estabas demasiado apegado a esta persona. Esta lista podría seguir y seguir. Aunque el objetivo espiritual del desapego total puede ser muy difícil de entender e incluso más difícil de aceptar, no lo descarte demasiado rápido. Reflexiona sobre los apegos que tienes, incluso hacia las cosas aparentemente buenas. Date cuenta de que si el único apego que tienes es a Dios, todas las cosas buenas seguirán.

Señor, te elijo a ti y a tu voluntad como mi única posesión en la vida. Todo lo demás pasa y todo lo demás se puede perder en un instante. Pero Tú, oh Señor, eres eterno y nunca podrás ser quitado si te elijo. Te amo, querido Señor, ayúdame a estar firmemente unido a Ti y a Tu Voluntad. Jesús, en Ti confío.


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