viernes, 12 de junio de 2020

Evitar el pecado


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Evitar el pecado
12 de junio de 2020
Viernes de la décima semana de
lecturas del tiempo ordinario para hoy



“Si tu ojo derecho te hace pecar, sácalo y tíralo. Es mejor para ti perder a uno de tus miembros que arrojar todo tu cuerpo a Gehenna. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala ”. Mateo 5: 29-30a

¿Jesús realmente quiere decir esto? ¿Literalmente?  

Podemos estar seguros de que este lenguaje, que es impactante, no es una orden literal, sino más bien una declaración simbólica que nos ordena evitar el pecado con gran celo y evitar todo lo que nos lleva a pecar. El ojo puede entenderse como una ventana a nuestra alma donde residen nuestros pensamientos y deseos. La mano puede verse como un símbolo de nuestras acciones. Por lo tanto, debemos eliminar todo pensamiento, afecto, deseo y acción que nos lleve al pecado.

La verdadera clave para entender este pasaje es permitirnos ser afectados por el lenguaje poderoso que Jesús usa. No duda en hablar de una manera impactante para revelarnos el llamado que debemos enfrentar con mucho celo lo que lleva al pecado en nuestras vidas. "Arrancarlo ... cortarlo", dice. En otras palabras, elimina tu pecado y todo lo que te lleve a pecar de manera definitiva. El ojo y la mano no son pecaminosos en sí mismos; más bien, en este lenguaje simbólico se los menciona como aquellas cosas que conducen al pecado. Por lo tanto, si ciertos pensamientos o ciertas acciones lo llevan a pecar, estas son las áreas a las que debe apuntar y eliminar.

Con respecto a nuestros pensamientos, a veces podemos permitirnos detenernos excesivamente en esto o aquello. Como resultado, estos pensamientos pueden llevarnos al pecado. La clave es "arrancar" ese pensamiento inicial que produce el fruto malo.

Con respecto a nuestras acciones, a veces podemos ponernos en situaciones que nos tientan y nos llevan al pecado. Estas ocasiones de pecado deben ser separadas de nuestras vidas.

Reflexione hoy sobre este lenguaje muy directo y poderoso de nuestro Señor. Deje que la contundencia de sus palabras sea un impulso para el cambio y evite todo pecado.

Señor, lamento mi pecado y te pido Tu misericordia y perdón. Por favor, ayúdame a evitar todo lo que me lleva a pecar y a entregar todos mis pensamientos y acciones a Ti todos los días. Jesús, confío en ti.

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