lunes, 19 de septiembre de 2022

Brillando 19 de septiembre de 2022 Lunes de la vigésima quinta semana del Tiempo ordinario Lecturas para hoy San Genaro, obispo y mártir—Memoria facultativa

 



Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!

Brillando
19 de septiembre de 2022
Lunes de la vigésima quinta semana del Tiempo ordinario
Lecturas para hoy

San Genaro, obispo y mártir—Memoria facultativa

“Nadie que enciende una lámpara la oculta con una vasija o la pone debajo de la cama; antes bien, lo coloca sobre un candelero para que los que entren vean la luz.” Lucas 8:16

Todos necesitamos “ver la luz”. Una forma en que sucede es cuando otros actúan como luces brillantes de Cristo para nosotros. Y una forma en que otros a nuestro alrededor “ven la luz” es cuando somos ejemplos brillantes de la luz de Cristo para ellos.

Este pasaje revela nuestro deber de ser la luz de Cristo para un mundo necesitado. Está claro en este pasaje que cuando encendemos la llama de Cristo en nuestros corazones, el efecto es que Cristo brilla a través de nosotros para que otros lo vean. Jesús dice que “Nadie que enciende una lámpara la oculta…” En otras palabras, si no estás brillando con la luz de Cristo, no es porque lo estés escondiendo, es porque Él no está ardiendo en tu alma. Cuando Él está ardiendo en tu alma, la luz no se puede contener.

Esta verdad básica es una gran fuente de discernimiento para nosotros con respecto a nuestra relación con Cristo. Básicamente, si Jesús está vivo en nuestras vidas, si estamos viviendo una verdadera relación de amor con Él, entonces podremos ver el efecto en las vidas de quienes nos rodean. Podremos ver esa luz brillando sobre otros. El efecto de Cristo brillando a través de nosotros será como un espejo para nuestras propias almas.

Reflexiona hoy sobre los que te rodean y reflexiona sobre la cuestión de qué efecto tiene tu amor por Cristo en sus vidas. ¿Ves a otros siendo atraídos al amor de Cristo a través de ti? Si no, mira dentro de tu propio corazón y busca reavivar el fuego del amor de Dios.

Señor, ven y arde dentro de mí, incendiando mi corazón con Tu amor. Deseo que mi corazón se convierta en un fuego ardiente a través del cual muchos sean atraídos hacia Ti. Úsame, amado Señor, como quieras. Jesús, en Ti confío


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