domingo, 23 de diciembre de 2018

IV Domingo de Adviento, ciclo C



Dichosa tú, que has creído (cf. Lc 1, 39-45)



Sin duda, un ingrediente fundamental del amor es la confianza. Esa confianza que brota de saber que quien ama es bueno y busca el bien del amado. Así lo demuestra Jesús, que, cuando el Padre, creador bondadoso y amoroso de todas las cosas decidió rescatarnos del lío en que nos metimos al desconfiar de él y pecar, le dijo: “Aquí estoy para hacer tu voluntad”1.

Y lo cumplió; encarnándose de la Virgen María, se hizo uno de nosotros y vino al mundo para, amando hasta dar la vida, salvarnos del pecado, comunicarnos su Espíritu, hacernos hijos de Dios y guiarnos para que alcancemos su paz y participemos de su vida por siempre feliz, que consiste en amar 2.

Sí, Jesús ama al Padre, que es bueno y que lo ama a él. Por eso confía y hace lo que le pide. Y así lo hizo también aquella a quien san Paulo VI llama “la primera y la más perfecta discípula de Cristo” 3: María; cuando Dios le pidió concebir por obra del Espíritu Santo a su Hijo único para salvación del universo, respondió: “cúmplase en mí lo que me has dicho” 4. Y habiendo concebido al Amor Encarnado, se encaminó presurosa a amar y servir.

El sí de María a Dios –comenta el Papa Francisco– la puso en movimiento para dar lo mejor de ella a los demás 5. Dice san Ambrosio: “La aspereza de las montañas no hizo retroceder su deseo de cuidar a su parienta, ni lo largo del camino retardó sus servicios” 6 ¿Y qué mayor servicio que llevar a Jesús a los demás? ¡Sólo él puede hacernos saltar al gozo de la vida eterna!


Así lo declara Isabel que, iluminada por el Espíritu Santo, al tiempo de reconocer a María como Madre de Dios y de bendecir al fruto de su vientre, le dice: “Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte de Dios”.

¿Qué nos enseña todo esto? Que sólo podemos ser dichosos creyéndole a Dios, que es es la mismísima bondad y el mismísimo amor, que nos ama y que quiere lo mejor para nosotros. Y confiando en él, hacer lo que nos pide ¿Y qué nos pide? Para saberlo hay que escuchar lo que nos dice a través de su Palabra. Así descubriremos que lo que nos pide es amar y servir.

Sin embargo, amar y servir no es fácil, porque requiere que pensemos un poco más en los demás y un poco menos en nosotros para superar el egoísmo de creer que los sentimientos, necesidades, penas, problemas y sueños de la familia y de la gente son menos importantes que los nuestros, y que no nos echemos para atrás cuando encontremos obstáculos o veamos que nos aguarda un largo camino.

Para lograrlo, acerquémonos con confianza al Señor a través de sus sacramentos, en especial de la Eucaristía, y de la oración, y pidámosle que venga a nosotros y nos dé la fuerza de su Amor 7 para que hagamos su voluntad amando y sirviendo, y así seamos felices haciendo felices a los demás, y alcancemos una vida dichosa por toda la eternidad.



+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros



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1 Cf. 2ª Lectura: Hb 10,5-10.
2 Cf. 1ª Lectura: Miq 5,1-4.
3 Marialis cultus, 35.
4 Cf. Aclamación: Lc 1,38.
5 Cf. Homilía en la Santa Misa en la Basílica de Guadalupe, 13 de febrero de 2016.
6 Catena Aurea, 9139.
7 Cf. Sal 79.

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