martes, 5 de septiembre de 2017

Justicia y Religión

Justicia y Religión
Presencia de Dios - Ayúdame, oh Dios, por tu gracia, a rendirte todo el homenaje de que soy capaz.
MEDITACIÓN La
justicia nos lleva a rendir a cada uno lo que le corresponde. Pero cuando se trata de una cuestión de justicia para Dios, nunca podremos darle todo lo que le debemos, al hacerle un retorno adecuado a todos sus dones, al pagarle la adoración y el homenaje que se debe a su majestad infinita. Podemos cumplir nuestras obligaciones con los demás según la justicia, pero no podemos hacerlo con respecto a Dios. Por mucho que el hombre lo haga, siempre será mucho menos de lo que exige la justicia. Por lo tanto, la justicia a Dios crea en nosotros una necesidad urgente de darnos a Él sin reserva, sin medida, sin cálculos, en otras palabras, para hacernos un don total de nosotros mismos a Dios, en un intento por rendirle todo el homenaje de que Él, por Su gracia, nos ha hecho capaces.

Debido a que nuestra justicia es insuficiente, debemos recurrir a Jesús "que de Dios nos ha sido hecho ... justicia" (1 Corintios 1:30), no sólo en el sentido de que Él nos justificó del pecado, sino también en que Él vino sobre tierra para dar al Padre, en nombre de toda la humanidad, el culto digno de Él. Por lo tanto, debemos buscar en Jesús, en Sus heridas y Su sangre preciosa, todo lo que compensará nuestra insuficiencia, y pagará nuestra deuda con Dios; y la encontraremos sobreabundante. Aunque nos hemos consagrado al servicio y al culto de Dios, somos siempre sirvientes inútiles, siempre sus grandes deudores; esto, sin embargo, no debe desalentarnos, sino que debe servir para estimularnos a no disminuir nunca, ni a retroceder en nuestra dedicación a Dios. Al mismo tiempo, debe instarnos a apelar con inmensa confianza a Jesús, nuestro Salvador y Mediador.
COLLOQUE
¿Qué devolución te haré, oh Dios, por todo lo que me has dado? La razón y la justicia humana me obligan a entregarme completamente a Ti de quien he recibido todo lo que soy, y me ordenan amarte con todas mis fuerzas. Pero la fe me enseña que debo amarle aún más porque sus dones son mayores que yo. Tú me has dado no sólo mi ser, sino también, por gracia, Tu ser.
"Si, debido a que me creaste, debo darme totalmente a Ti, ¿qué debo añadir a cambio de mi redención? Cuando me creaste, me diste a mí mismo; cuando me redimiste, me diste a mí mismo y, al hacerlo, me devolviste. Dado y luego devuelto, me debo a ti a cambio de mí mismo; Me debo dos veces. Pero, ¿qué puedo darte, Dios mío, a cambio de ti mismo? Incluso si pudiera darme a Ti mil veces, ¿qué soy comparado contigo?
"Yo te amaré, Señor, mi fortaleza, mi apoyo, mi refugio, mi redentor. Yo te amaré por Tus dones, según mi medida, la cual ciertamente será menor que la medida justa, pero no será menor que mi capacidad para amarte. Sin duda, sabré amarte más cuando te dignas darme más amor, y sin embargo nunca podré amarte tanto como Te mereces. Tus ojos han visto mi imperfección, pero los nombres de aquellos que han hecho todo lo que pudieron están escritos en Tu libro, aunque no pudieran hacer todo lo que deberían " (San Bernardo).
"Te invoco, Padre omnipotente, por la caridad de Tu Hijo omnipotente; ni conozco otro intercesor, sino éste que se hizo propiciación por nuestros pecados. Te suplico por medio de él, el Sumo Sacerdote, verdadero Pontífice y Buen Pastor, que se ofreció a sí mismo como sacrificio y dio Su vida por su rebaño; Te ruego a través de Aquel que está sentado a tu diestra intercediendo por nosotros, para darme la gracia de bendecirte y alabarte y glorificarte junto con él, con intensa compunción de corazón, con muchas lágrimas y con gran reverencia. Él es mi defensor con Ti, Dios el Padre; Él es la víctima sagrada, agradable a Ti, perfecta, ofrecida en el olor de dulzura y agradable a Ti " (San Agustín).

No hay comentarios. :

Publicar un comentario