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sábado, 20 de agosto de 2022

Reflexión 232: Calmando la tormenta

 



Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 Días con Santa Faustina

Reflexión 232: Calmando la tormenta

Recuerda la historia de Jesús calmando la tormenta (Mateo 8:23-27). Este acto milagroso se realizó como una señal profética de que Él te trae paz durante los desafíos particulares que enfrentas en la vida. Jesús hizo esto en un nivel práctico para la seguridad y el bienestar de Sus Apóstoles. Sin embargo, al mostrar que Él tenía autoridad absoluta e inmediata sobre la tormenta en el mar, Jesús también dejó en claro que Él tiene autoridad absoluta e inmediata sobre cualquier tormenta en tu vida, prometiendo Su cercanía en medio de ti. Debe ser un consuelo para usted saber que no hay nada demasiado para la omnipotencia de Dios. Él puede hacer todas las cosas y puede traer paz a cualquier situación. Saber esto debería darte confianza a medida que entregas tus “tormentas” a Él. Y cuando la tormenta sigue siendo feroz, a pesar de tus oraciones, debe estar seguro de que es por su bien o el bien de los demás. Es una oportunidad para profundizar tu confianza en Él y saber de Su particular cercanía en esos momentos (VerDiario #1197).

Identifica la tormenta en tu vida ahora mismo. Y si las cosas están relativamente tranquilas, agradece pero también recuerda que no siempre será así. La vida puede “cambiar en un centavo” como se ha dicho. Debemos estar preparados para cualquier cosa y todo lo que nos suceda. Mientras reflexiona sobre una tormenta de la vida, pregúntese si cree que Jesús está allí, en medio, a su lado, manteniéndolo a salvo. ¿Sabes que Él podría resolver cualquier problema instantáneamente? Asegúrate de este hecho y permite que esta fe añada confianza a tu corazón atribulado. El amor del Señor por ti es perfecto; Él nunca dejará que te ahogues.

Señor, confío en tu poder todopoderoso y amor incondicional. Confío en que Tú te preocupas por mí y estás presente en cada tormenta que enfrento en la vida. Dame esperanza en medio de cada prueba y permíteme volverme a Ti como la fuente de mi paz. Te amo, amado Señor. Jesús, en Ti confío.




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