Reflexión 221: Gloriarte a ti mismo

 

Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina

Reflexión 221: Gloriarte a ti mismo

A veces, los que son bastante "religiosos" hablan de muchas cosas "religiosas". Hablan un lenguaje piadoso y hablan de cosas santas. Pero al final, puede ser que todo lo que digan y hagan sea en realidad dicho y hecho como una forma de glorificarse a sí mismos ante los ojos de los demás. Esta es la lucha de los fariseos. Lamentablemente, aquellos que luchan con esto, al igual que los fariseos, pueden incluso engañarse pensando que están excepcionalmente cerca de Dios. Pero su orgullo los ha cegado. La meta de nuestras vidas debe ser señalar humildemente a Dios y ofrecerle toda la gloria a Él, no a nosotros mismos. Esto puede ser muy difícil, pero cuando se hace bien, como un acto de la máxima humildad y verdad, nos damos cuenta de que Dios realmente nos lleva a Su gloria y nos permite compartir el honor que le debemos. Solo así llegamos a darnos cuenta de nuestra verdadera dignidad como hijos e hijas suyos. Y al señalar humildemente a Dios en todas las cosas, también somos elevados por Dios mismo (verDiario n. ° 1149).

¿Eres capaz de darle toda la gloria a Dios en lugar de tratar de levantarte para que otros la vean? Reflexione sobre esto con toda honestidad y humildad. El problema es que si se eleva a sí mismo, no podrá elevarse demasiado y, de hecho, se encontrará en un estado más humillado de lo que podría haber imaginado. Levante al Señor en alto y señale a Él como la fuente de toda bondad y deje la elevación de su propia vida a Él. Él te elevará más alto de lo que jamás podrías hacerlo tú mismo.

Señor, oro por el don de la humildad. Oro para que en mi humildad pueda ver la verdad y proclamar solo esa verdad. Rezo especialmente para poder ver la verdad de que todas las cosas buenas provienen de ti y son realizadas por ti. ¡Toda la gloria sea a Ti, mi Señor! Jesús, en Ti confío.