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martes, 10 de septiembre de 2019

Pero, ¡ay de ustedes, los ricos!

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Templo de San Francisco - Celaya, Gto.


Pero, ¡ay de ustedes, los ricos!
Miércoles 11 de septiembre
¡Paz y Bien!
Evangelio
Lucas 6, 20-26
En aquel tiempo, mirando Jesús a sus discípulos, les dijo:
"Dichosos ustedes los pobres,
porque de ustedes es el Reino de Dios.
Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre,
porque serán saciados.
Dichosos ustedes los que lloran ahora,
porque al fin reirán.
Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.
Pero, ¡ay de ustedes, los ricos,
porque ya tienen ahora su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora,
porque después tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ríen ahora,
porque llorarán de pena!
¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe,
porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!"
Palabra del Señor.

Reflexión

San Lucas resume en este apartado de su evangelio el sermón de las bienaventuranzas. Es importante darnos cuenta que los criterios de Jesús son diametralmente opuestos a los que ordinariamente tiene el mundo. 

Sólo por poner un ejemplo: el hombre de hoy quiere estar siempre satisfecho, pasársela bien, y piensa que en ésto está su felicidad. La experiencia nos dice que esta "saciedad" nunca se da, incluso que, en la medida que más "tiene", que mejor se la pasa, cada vez se siente más vacío. Conocí a un hombre tan miserable, pero tan miserable, que lo único que tenía era dinero. 

Sólo cuando el hombre tiene hambre de lo infinito es cuando puede ser verdaderamente saciado. Revisemos hoy nuestros valores. ¿En cuál de las categorías que nos propone Jesús estamos?
¡Feliz Miércoles!

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