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sábado, 2 de septiembre de 2017

Gold Fish

ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

Se hace difícil tener en un sentido trascendente de la vida! Nos olvidamos cada día de pensar en el más allá, ese lugar donde todo es gloria infinita. La realidad es que vivimos apegados a lo terreno; priman nuestros anhelos, nuestro afán de poseer, nuestras comodidades, nuestras necesidades supeditadas a los vaivenes del consumismo o del qué dirán, nuestras legitimas ambiciones… lamentablemente ese apego a lo mundano no siempre trae consigo la felicidad.
¿Cuántas veces al día elevo mi mirada al Cielo e imploro al Padre? ¿Cuántas veces mis ojos se levantan para dar gracias a Dios por las obras que opera en mí? ¿Lo hago cuando necesito ese milagro inmediato o cuando es perentorio que se solvente esa necesidad que tanto me agobia?
Sin embargo, el Señor me invita a salir del consumismo egoísta y penetrar en la dinámica del compatir. Me invita a seguir un camino hacia la plenitud humana. Me invita a aceptar los múltiples condicionamientos que se me van a presentar en la vida para darles un sentido transcendente. ¿Lo hago? ¿Lo acepto?

¡Qué difícil se hace a veces darle un sentido trascendente a la vida! ¡Pero que fácil es si uno es capaz de dirigir su mirada hacia el cielo y darle un sentido pleno a la realidad de su existencia! La vida del cristiano —en realidad la vida de cualquier ser humano— es un constante levantarse; es poner su corazón confiado y esperanzado a los pies del trono de la Cruz; es peregrinar con paso firme; es, en definitiva, dejarse llenar por la misericordia divina. Es a través de estas actitudes como uno puede ir cambiando su manera de ser y de actuar. De esta manera se experimenta el cielo en la tierra. Lo que el Señor desea es que el hombre se vaya acostumbrando en su peregrinaje por la vida a esa gloria eterna en la que Dios, al final del camino, nos recibirá con los brazos abierto. ¿Hasta qué punto le doy trascendencia a ese caminar y pongo los medios para alcanzar la salvación eterna?

Gold Fish

¡Señor, fortalece en mi la dimensión trascendente de la vida, mi dimensión espiritual para acrecentar mis valores, el sentido de la vida, mi relación contigo! ¡Concédeme la gracia de tener siempre una dimensión trascedente de los acontecimientos, de ser consciente de que es lo que sostiene mi vida, de cuál es el sentido de mi existencia! ¡Espíritu Santo, dador de vida, que haces todo extraordinario, pon mi persona siempre en relación con Dios! ¡No permitas que me centre solo en mi mismo! ¡Haz que mis pensamientos, mis acciones, mis palabras, mis actos, mis proyectos y mis afectos estén orientados hacia el bien, pensando en los demás que es como adquiero mi verdadero rostro! ¡Pero al mismo tiempo, Señor, hazme ver que la felicidad y la eternidad no la puedo llenar por mi mismo porque sino en mi corazón habrá siempre un gran vacío! ¡Concédeme la gracia de tener siempre presente que Tú eres el Amor, que sales siempre al encuentro, y que también estás en lo más profundo de cada persona! ¡Señor, Tu te revelas y manifiestas el misterio de Tu voluntad a través de Cristo y con el Espíritu Santo, que sea a través de Ellos como pueda acercarme a Ti y tener una experiencia personal contigo! ¡Señor, llena mi pequeño cántaro casi siempre vacío de la abundancia del Agua Viva y permíteme tener una experiencia personal contigo, una fe viva y una esperanza cierta que me haga consciente de la necesidad de una vida trascendente que me conduzca hacia el cielo prometido!

En este primer día de septiembre nos unimos a las intenciones del Papa Francisco que ruega a los cristianos recemos por nuestras parroquias, para que, animadas por un espíritu misionero, sean lugares de transmisión de la fe y testimonio de la caridad.

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