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martes, 20 de diciembre de 2016

La Epifanía del Señor

La Epifanía del Señor

EL MISTERIO DE LOS MAGOS
adoracion de magos El Evangelio y la fe son una oferta que Dios hace a la humanidad entera. Todos fuimos invitados al banquete nupcial del Amor infinito de Dios que se nos hace visible, accesible, se pone al alcance de nuestras manos…en la fragilidad del Niño recién nacido. Este Niño del pesebre es la epifanía más real de la misericordia, de la bondad de Dios para todos los pueblos. “Porque se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres” (Tit.2,11); “Mas cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres…” (Tit.3, 4)
Los Magos de Oriente son las primicias de los gentiles que se abren a la luz de Jesucristo. “La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Jn. 1, 9). Y como dice el anciano Simeón en el  Templo de Jerusalén: “este Niño es salvación para todas las naciones, luz para todas las gentes” (Lc. 2, 30-32).
El camino de los Magos, siguiendo la estrella, puede ser muy bien una catequesis sobre el camino de la fe. Camino nada fácil que nos hace estar abiertos a la luz, a desinstalarnos, a seguir con fidelidad y constancia, a saber sufrir las noches del alma y a aceptar que Dios siempre es desconcertante.
Es necesario descubrir la identidad de estos misteriosos personajes venidos de lejos y que llegan al pesebre… Son unos buscadores. Han captado una señal y se han puesto a caminar. Tal vez una señal demasiado discreta y silenciosa pero que alienta los deseos y la búsqueda que ellos tienen en su corazón…
Tenemos que aprender la lección de estos “nómades de la fe”, aprender el sentido del movimiento, del peregrinaje, del salir de nuestros esquemas, de nuestros preconceptos, de nuestras imágenes, del propio mundito…Salir a buscar…con la seguridad de contar ya no con una estrella sino con un camino que el mismo Dios ha abierto antes nosotros, ese camino humanado que es la realidad misma de Cristo.
Ser creyentes quiere decir ser incansables buscadores de Dios. El creyente es alguien que no se considera nunca “llegado”. Dios no es una posesión, un objeto de bolsillo siempre a mano…sino una persona que jamás es encontrada de una vez para siempre.
El texto de Mt.2, 1-12 nos presenta dos modos opuestos de posicionarse ante Jesús: o ir a su encuentro, o el rechazo absoluto.  Herodes y su gente son del bando que rechazó a Jesús. Prefirieron la seguridad del palacio y no reaccionaron ante los signos.
¿Qué simboliza Herodes? Herodes sabe. Tiene expertos a su servicio y puede alcanzar la verdad. Pero tiene el problema de no querer ser medido por la verdad. No le interesa cambiar de vida ni tampoco quiere encontrarse con Jesús.
El cristianismo no es una ciencia que se transmite, sino un encuentro con Alguien que es preciso adorar. Tal vez, los cristianos, estemos dando el triste espectáculo de Herodes: cuando nos preguntan por Cristo…nosotros nos conformemos con dar una respuesta vaga, señalemos con el dedo, indiquemos de mala gana el camino…hablemos como eruditos o nos mostremos desconcertados. De poco sirve todo si no nos encuentran en camino.
Que siempre sea la Iglesia- y nosotros en ella- como María, transparencia y trono de Cristo,  hogar de misericordia, para que toda búsqueda quede saciada y todos encuentren a Aquél que es el Deseado de todas las Naciones y su Salvador.
Guíame luz bondadosa
las tinieblas me rodean,guíame hacia delante.La noche es densa,me encuentro lejos del hogar,guíame hacia delante.Protégeme al caminar.No te pido ver claro el futuro,sólo un paso, aquí y ahora”
  Beato Cardenal Newman
“Hay que tocar el Pesebre…” del Padre Claudio Bert

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