PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Dijo Jesús a un fariseo, Simón, que lo había convidado a comer en su casa y que se escandalizaba porque el Señor dejaba que una mujer pecadora le tocara los pies: «Sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco». Y a ella le dijo: «Han quedado perdonados tus pecados... Tu fe te ha salvado, vete en paz» (Lc 7,47-50).
Pensamiento franciscano:
De la carta de san Francisco a un ministro: «En esto quiero conocer si amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo: que no haya hermano alguno en el mundo que haya pecado todo cuanto haya podido pecar, que, después de ver tus ojos, se marche sin tu misericordia, si pide misericordia. Y si él no pidiera misericordia, que tú le preguntes si quiere misericordia. Y si mil veces pecara después delante de tus ojos, ámalo más que a mí para esto, para que lo atraigas al Señor; y ten siempre misericordia de tales hermanos» (CtaM 9-11).
Orar con la Iglesia:
Oremos a Dios Padre, que en Cristo nos muestra todo su amor y paciencia.
-Para que la Iglesia sea signo de la misericordia de Dios en medio el mundo, por su espíritu de perdón, de reconciliación y de acogida.
-Para que nuestra sociedad, que fomenta el pecado y se muestra intransigente con los débiles y con los culpables, reconozca sus propias culpas y se convierta.
-Para que, en la administración de justicia, y también en nuestro trato con los demás, prevalezca el espíritu de clemencia sobre el rigor excesivo.
-Para que aprendamos que el amor de Dios es más fuerte que todas nuestras culpas.
Oración: Señor, Dios nuestro, escucha nuestras súplicas, ten compasión de nosotros y concédenos el gozo de tu perdón. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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