Páginas

domingo, 4 de septiembre de 2022

4 de septiembre de 2022 Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario (Año C)

 



Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!

4 de septiembre de 2022
Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario (Año C)
Lecturas para hoy

“¿Quién de ustedes que desea construir una torre no se sienta primero y calcula el costo para ver si hay suficiente para terminarla?” Lucas 14:28

¿Estás preparado para todo lo que el Señor quiere de ti? Esta breve pregunta retórica anterior es la forma en que Jesús dice que debes estar preparado. Si tuviera que construir una torre, con suerte sería lo suficientemente prudente como para planificar con anticipación, asegurándose de tener suficientes recursos para completarla. Así es con la vida espiritual. Es esencial que nos aseguremos de tener todos los recursos que necesitamos para tomar la decisión de seguir a Cristo.

Esto plantea la pregunta: "¿Qué recursos necesito para seguir a Cristo?" La respuesta es simple. Jesús dice al final de este Evangelio: “Así, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33). En otras palabras, si queremos tener todo lo que necesitamos para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas, debemos rendirle todo a Dios.

Ser discípulo de Cristo no es algo que podamos hacer a medias, aunque hay muchos que lo intentan. Cuando elegimos seguirlo, debe ser de todo corazón . Debemos estar "todos adentro", por así decirlo. De lo contrario, nunca podremos lograr todo lo que nuestro Señor nos pide. Es un Dios exigente en el sentido de que quiere todo de nosotros. Pero esta demanda de parte de nuestro Señor es completamente para nuestro propio bien. Necesitamos darle todo si queremos felicidad y plenitud en la vida.

Reflexiona hoy sobre cuán listo y dispuesto estás para dar hasta la última parte de tu vida a Cristo. ¿Estás dispuesto a decirle “Sí” a Él sin importar qué? ¿Estás dispuesto a no retener nada y “renunciar a todas tus posesiones” si Él te lo pidiera? Puedes poseer muchas cosas, y aunque nuestro Señor no te llame a renunciar a todas las posesiones de manera literal y física, aún debes entregarle todo lo que tienes y todo lo que eres. Sólo entonces podrá Él darte lo que necesitas para cumplir Su más gloriosa voluntad.

Señor, mi vida es tuya. Por favor, dame la gracia de entregarte todo lo que constituye mi vida sin reservas. Te entrego mi vida, mis finanzas, mis posesiones, mi familia, mis trabajos y todo mi futuro. Todo es tuyo, amado Señor. Haz conmigo lo que quieras. Jesús, en Ti confío.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario