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viernes, 5 de agosto de 2022

Reflexión 217: El alma perezosa y ociosa

 



Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 Días con Santa Faustina
Reflexión 217: El alma perezosa y ociosa
Agradamos al maligno cuando permitimos que nuestras almas se vuelvan perezosas y ociosas en las cosas de Dios. Un alma ociosa es aquella que no busca ocupar la vida de Dios. Un alma ociosa es aquella que es pasiva en las cosas espirituales en vez de activa . Ser "pasivo" significa que la persona es algo indiferente a los asuntos de fe y moralidad. Hay poco interés en estas áreas y, como resultado, se les dedica muy poco esfuerzo. No deleites al maligno estando ocioso en tu vida espiritual. Vuélvanse celosos, apasionados, trabajadores, diligentes y comprometidos en el camino de la santidad. Busque encontrar a nuestro Señor, personalmente, a través de una vida de entrega generosa a Él. Y no te canses de hacerlo con todas las fuerzas de tu alma (Ver Diario #1127).
¿Qué te apasiona? Por ejemplo, ¿tienes algún hobby o pasatiempo? ¿Tienes alguna actividad que te encanta hacer y con la que pasas mucho tiempo? Aunque un pasatiempo puede ser saludable, su mayor “pasatiempo” debe ser el de buscar a Dios y servir a Su santa Voluntad. Nada en la vida debería tomar más tiempo y enfoque que tu amor por Dios. Reflexiona sobre cuán determinado estás en tu vida de fe. ¿Qué tan comprometido estás en construir una relación con tu Señor misericordioso? ¿Eres ocioso o perezoso en esta área? Renueva tu celo por Dios y permite que ese celo te guíe hacia una relación cada vez más profunda con tu Señor. Dale más de una hora a la semana y cosecharás las bendiciones de tu compromiso.
Señor, quiero ser santo. Sin embargo, me doy cuenta de que no deseo lo suficiente la santidad, prefiriendo en cambio ser ociosa y perezosa a veces. Por favor aumenta mi celo y mi deseo de llegar a conocerte más. Y a medida que crezca en un amor más profundo por Ti, magnifica ese amor y ayúdalo a seguir creciendo de manera exponencial. Que nunca me canse de buscarte y amarte, amado Señor. Te doy mi vida. Jesús, en Ti confío.

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