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lunes, 16 de mayo de 2022

Compartir en Cristo PRESENCIA MATERNA DE MARÍA. DEJÉMOSLA ENTRAR


PRESENCIA MATERNA DE MARÍA. DEJÉMOSLA ENTRAR

JUAN PABLO IIEn sintonía con la presencia activa y materna de María:

La Madre de Jesús y Madre nuestra nos acompaña en el camino de la fe y del amor:

“Su presencia activa y ejemplar en la vida de la Iglesia… María, como Madre de Cristo, está unida de modo particular a la Iglesia” (Redemptoris Mater, nn.1 y 5). «Haced lo que él os diga»… “En Caná María aparece como la que cree en Jesús; su fe provoca la primera ‘señal’ y contribuye a suscitar la fe los discípulos… se trata de una mediación maternal” (ibídem, n. 21). “Esta ‘nueva maternidad de María’, engendrada por la fe, es fruto del nuevo amor, que maduró en ella definitivamente junto a la Cruz, por medio de su participación en el amor redentor del Hijo” (ibídem, n.23). “El Evangelio de Juan… ninguno puede percibir el significado si antes no ha posado la cabeza sobre el pecho de Jesús y no ha recibido de Jesús a María como Madre” (ibídem, n.23, nota 47).

Su maternidad continúa como presencia activa y materna:

“Las palabras que Jesús pronuncia desde lo alto de la Cruz significan que la maternidad de su madre encuentra una ‘nueva’ continuación en la Iglesia y a través de la Iglesia … Así la que está presente en el misterio de Cristo como Madre, se hace -por voluntad del Hijo y por obra del Espíritu Santo- presente en el misterio de la Iglesia. También en la Iglesia sigue siendo una presencia materna, como indican las palabras pronunciadas en la Cruz: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»… « Ahí tienes a tu madre»” (ibídem, n.24). “No sólo se dirigen con veneración y recurren con confianza a María como a su Madre, sino que buscan en su fe el sostén para la propia fe. Y precisamente esta participación viva de la fe de María decide su presencia especial en la peregrinación de la Iglesia como nuevo Pueblo de Dios en la tierra” (ibídem, n.27).

Es “Medianera” y colaboradora como Madre:

“Mantiene así continuamente su solicitud hacia los hermanos de su Hijo. Efectivamente, la mediación de María está íntimamente unida a su maternidad y posee un carácter específicamente materno … Esta función constituye una dimensión real de su presencia en el misterio salvífico de Cristo y de la Iglesia” (ibídem, n.38). “En virtud de este amor… desde el principio ella acogió y entendió la propia maternidad como donación total de sí, de su persona, al servicio de los designios salvíficos del Altísimo… A través de esta colaboración en la obra del Hijo Redentor, la maternidad misma de María conocía una transformación singular, colmándose cada vez más de «ardiente caridad» hacia todos aquellos a quienes estaba dirigida la misión de Cristo” (ibídem, n.39)“Después de la ascensión del Hijo, su maternidad permanece en la Iglesia como mediación materna” (ibídem, n. 40).

Si la dejamos entrar, aprenderemos de ella a ser Iglesia misionera y madre:

“Se puede afirmar que la Iglesia aprende también de María la propia maternidad” (ibídem, n.43). “La maternidad de María, que se convierte en herencia del hombre, es un don: un don que Cristo mismo hace personalmente a cada hombre. …. Entregándose filialmente a María, el cristiano, como el apóstol Juan, «acoge entre sus cosas propias» a la Madre de Cristo y la introduce en todo el espacio de su vida interior, es decir, en su «yo» humano y cristiano” (ibídem, n.45). “María acoge, con su nueva maternidad en el Espíritu, a todos y a cada uno en la Iglesia, acoge también a todos y a cada uno por medio de la Iglesia. En este sentido María, Madre de la Iglesia, es también su Modelo” (ibídem, n.47)“Toda la Iglesia es invitada a vivir más profundamente el misterio de Cristo, colaborando con gratitud en la obra de la salvación. Esto lo hace con María y como María, su madre y modeloes ella, María, el ejemplo de aquel amor maternal que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres” (Redemptoris Missio 92; cita implícita de LG 65)


 

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