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jueves, 3 de febrero de 2022

Un proceso de tres pasos 3 de febrero de 2022 Jueves de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario

 




Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!

Un proceso de tres pasos
3 de febrero de 2022
Jueves de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario
Lecturas para hoy

San Blas, obispo y mártir—Memoria facultativa

San Ansgar, obispo—Memoria facultativa

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Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. Marcos 6:7

Lo primero que vale la pena señalar en este pasaje es que Jesús “llamó” a los Doce. Esto significa que Él los trajo a Sí mismo. Claro, podemos leer esto simplemente como que Él, en cierto sentido, convocó una reunión con ellos. Pero deberíamos mirar más profundo. Deberíamos ver en esta convocatoria el hecho de que Jesús no solo estaba llamando a una reunión, sino que los estaba atrayendo hacia Su misma persona. En este acto de convocatoria, los Apóstoles se encontraban personalmente con Jesús, recibiendo Su gracia y poder, y siendo ellos mismos transformados.

De allí los envió de dos en dos. Esto también es significativo. Jesús conoce nuestra debilidad humana. Sabe que por nosotros mismos lo más probable es que fracasemos, pero con el apoyo cristiano de otro nos fortalecemos grandemente. Esto se debe a que la misión de Jesús no es solo algo que hacemos nosotros mismos, es algo que también es comunitario. Cada uno de nosotros somos una pieza en Su misión. Sin embargo, para cumplir esa misión, necesitamos el amor y el apoyo de los demás. Tenemos que ir de dos en dos a la batalla.

Entonces, ¿qué pasa con esta autoridad que Jesús les dio? A menudo no se aprecia por lo que es. Jesús realmente quiere darnos autoridad sobre el maligno y sus secuaces, ya que son mucho más poderosos que nosotros. Entonces, si vamos a tener una oportunidad en la batalla, necesitamos la autoridad de Jesús. Esto no es solo un poder sobrenatural para expulsar demonios; más bien, es mucho más extenso. Entonces, ¿qué es esta autoridad y cómo la ejercemos?

Primero, es el poder de la verdadera caridad cristiana. La caridad, o el amor, abruma al maligno y lo deja impotente en nuestras vidas. El desinterés, el sacrificio, la humildad, la fe, la verdad, etc., están entre las armas más poderosas de nuestra batalla. El maligno no sabe qué hacer con estos. No necesariamente tenemos que involucrarnos en algún tipo de guerra espiritual dramática para luchar. ¡Simplemente ama a Dios y vive ese amor en tu vida diaria y, en cierto sentido, estarás expulsando demonios a diestra y siniestra! Tendremos la victoria en nuestro vivir cristiano porque Dios se encargará de todo lo demás. Es Su misión y Él es quien nos llama y nos envía. ¡Así que no tengas miedo de seguir su ejemplo!

Reflexiona, hoy, sobre este proceso de tres pasos que Jesús inicia con Sus Apóstoles y sabe que Él desea lo mismo contigo: 1) Él te convoca, diariamente, a Sí mismo; 2) Él te envía a llevar Su amor a los demás; 3) Él te da la autoridad y el poder que necesitas para cumplir Su voluntad. Esté abierto a este proceso y nuestro Señor lo usará abundantemente.

Mi Señor que me llama, dame el amor, el coraje y la fuerza que necesito para vivir Tu plan divino. Escucho que me llamas y elijo responder con generosidad. Acepto voluntariamente la autoridad de esa gracia en mi vida para que puedas lograr todo lo que deseas. Jesús, en Ti confío.


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