Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 Días con Santa Faustina
Reflexión 32: La Misericordia del Perdón
A lo largo de la vida serás herido por los pecados de los demás. Esto es inevitable. La verdadera pregunta a considerar es qué haces con este dolor. ¿Te aferrarás a él y lo prepararás? ¿O perdonarás? Pero el perdón no es suficiente. Debes dejar que la Divina Misericordia entre en tu alma para que no solo perdones, sino que también permitas que esta Misericordia llene tu corazón de compasión. Debéis dejar que la Misericordia de Dios os inspire a amar profundamente. Debéis venir a orar por aquellos que os han hecho daño y, al hacerlo, dispensarles la gracia de Dios. Eres un dispensador de la Misericordia de Dios cuando permites que el perdón fluya de tu corazón a los corazones de aquellos que te han lastimado (Ver Diario #31).
Reflexiona humildemente sobre tu llamado a ser dispensador de la compasión del Corazón de Jesús hacia aquellos que han pecado contra ti. Este es un llamado elevado y requiere una profunda entrega y amor. Pero es el único camino a la libertad y es la única forma en que la Misericordia de Dios llenará tu propia alma.
Señor, elijo, este día, perdonar a todos los que me han hecho mal. Ayuda a que ese acto de Misericordia inunde mi mente, corazón, pasiones, sentimientos y cada rincón de mi alma. Que yo sea dispensador de Tu amor perfecto e ilimitado para todos. Jesús, en Ti confío.
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Reflexión 32: La Misericordia del Perdón
A lo largo de la vida serás herido por los pecados de los demás. Esto es inevitable. La verdadera pregunta a considerar es qué haces con este dolor. ¿Te aferrarás a él y lo prepararás? ¿O perdonarás? Pero el perdón no es suficiente. Debes dejar que la Divina Misericordia entre en tu alma para que no solo perdones, sino que también permitas que esta Misericordia llene tu corazón de compasión. Debéis dejar que la Misericordia de Dios os inspire a amar profundamente. Debéis venir a orar por aquellos que os han hecho daño y, al hacerlo, dispensarles la gracia de Dios. Eres un dispensador de la Misericordia de Dios cuando permites que el perdón fluya de tu corazón a los corazones de aquellos que te han lastimado (Ver Diario #31).
Reflexiona humildemente sobre tu llamado a ser dispensador de la compasión del Corazón de Jesús hacia aquellos que han pecado contra ti. Este es un llamado elevado y requiere una profunda entrega y amor. Pero es el único camino a la libertad y es la única forma en que la Misericordia de Dios llenará tu propia alma.
Señor, elijo, este día, perdonar a todos los que me han hecho mal. Ayuda a que ese acto de Misericordia inunde mi mente, corazón, pasiones, sentimientos y cada rincón de mi alma. Que yo sea dispensador de Tu amor perfecto e ilimitado para todos. Jesús, en Ti confío.
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