PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
«Señor, no me corrijas con ira, no me castigues con cólera. Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia, no se te ocultan mis gemidos; siento palpitar mi corazón, me abandonan las fuerzas, y me falta hasta la luz de los ojos. No me abandones, Señor, Dios mío, no te quedes lejos; ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación» (cf. Salmo 37).
Pensamiento franciscano:
Así dice san Francisco en su Carta a todos los fieles: «Hagamos frutos dignos de penitencia. Y amemos al prójimo como a nosotros mismos. Y si alguno no quiere o no puede amarlo como a sí mismo, al menos no le cause mal, sino que le haga bien» (2CtaF 25-27).
Orar con la Iglesia:
Elevemos nuestra oración a Dios Padre, de quien procede la reconciliación y el perdón de los pecados:
-Para que la Iglesia sea siempre la casa paterna en la que también los hijos pródigos encuentren amor y acogida.
-Para que la Iglesia sea en toda situación instrumento y espacio de reconciliación y pacificación entre los hombres.
-Para que los cristianos, a la hora de perdonar, seamos fiel imagen del Dios del perdón.
-Para que los ofendidos perdonemos con la generosidad y benevolencia con que Dios nos perdona.
-Para que los contemplativos como María y los activos como Marta, tengan en la Iglesia su hogar acogedor.
Oración: Concédenos, Padre de bondad, vivir siempre reconciliados y en paz contigo, con nosotros mismos y con nuestros hermanos. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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