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domingo, 2 de mayo de 2021

Labor de la Iglesia en el mundo

 




 Labor de la Iglesia en el mundo

A pesar de reconocer que la Iglesia, compuesta por seres humanos imperfectos, ha tenido muchos puntos negativos y sombríos, también debemos recordar, con humildad y

verdad, tantos aspectos luminosos de su historia: la Iglesia de los mártires, que resistieron a los poderosos; la Iglesia de los santos, que vivieron el evangelio de manera heroica; los grandes testigos de la fe en nuestro tiempo; las obras de caridad que la Iglesia ha llevado a cabo en todas las épocas y que hoy sigue realizando, sobre todo, al servicio de los pobres del tercer mundo; la contribución de la Iglesia a la paz, tanto en el pasado como en la actualidad; su contribución al conocimiento de la dignidad de la persona, de la dignidad de la mujer y de la libertad de conciencia.

 Prescindamos por un momento de la Iglesia en la historia del mundo y preguntémonos qué es lo que quedaría y qué aspecto tendría. Pero, sobre todo, la Iglesia ha guardado hasta hoy el recuerdo de Jesucristo. Sin ella, no habría Evangelio ni S. Escritura; sin ella, nada sabríamos de Jesucristo ni de la esperanza que El nos ha traído. Ella ha llevado a todos los pueblos del mundo el mensaje salvador de Jesucristo.

Recordemos aquí la labor cultural inmensa realizada por los monjes ante la invasión de los bárbaros en Europa. Los benedictinos, sobre todo, conservaron y transcribieron antiguos códices, guardándolos de la destrucción, conservando de este modo la cultura grecorromana para las generaciones posteriores. La mayor parte de los sabios de la Edad Media fueron eclesiásticos. Las primeras universidades fueron creadas por la Iglesia. En el siglo XIV, de 44 universidades europeas, 31 eran de fundación pontificia. En el Perú fue fundada la primera universidad del continente americano, en los claustros del convento de Sto. Domingo el año 1551. 

En el concilio de Trento se estableció que todas las catedrales tuvieran su escuela catedralicia y en el Perú en 1583, en el tercer concilio limense, se estableció que todos los párrocos tuvieran a su cargo escuelas parroquiales. Esta preocupación de la Iglesia por la cultura sigue hasta el día de hoy a través de colegios y universidades. Y esto mismo podemos decir también respecto a los hospitales y obras de caridad. Los primeros hospitales fueron fundados también a la sombra de catedrales o parroquias,bajo el auspicio de la Iglesia.

Sin la Iglesia, la historia de la humanidad hubiera sido muy diferente y lo mismo podemos decir de nuestra propia historia personal. Por eso, decir: Jesús, sí; Iglesia, no, es olvidarse de que Jesús nos da su gracia, su perdón y su amor por medio de la Iglesia, de sus estructuras y personas, aunque sean imperfectas. Y “Cristo amó a la Iglesia y se entregó a si mismo por Ella” (Ef 5,25) 


Padre Ángel Peña Benito. O.A.R.

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