¡Que hacer con un colérico?
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
¿Qué podemos hacer con una persona que es colérica? Pues, en primer lugar, comprender las causas de las cóleras. ¿Por qué las personas se vuelven iracundas y coléricas? Todos sabemos que de vez en cuando surgen desacuerdos en las relaciones humanas. Se desearía llegar a un acuerdo, pero... un ataque de ira evita toda conversación objetiva. ¿Cuántas veces terminan, por ejemplo, las discusiones conyugales con un ataque de cólera de parte de uno de los cónyuges, mientras que el otro debe esperar paciente y desconsoladamente que se tranquilice la tormenta? De hecho no se puede hablar con una persona que está sumamente afectada por la cólera. Y en el caso de los matrimonios, cuando uno de los dos está frenético, se rompe por un rato la unión entre ambos.
La ira y la cólera conducen a una agresión generalmente de forma verbal. Según el grado de fuerza de la excitación, se gradúan los insultos o también, algunas veces, se pasa a la agresión física. Con frecuencia, la persona que está sujeta a la ira, rompe o destruye algún objeto en sustitución de lo que quisiera hacer: atacar directamente a su prójimo. Curiosamente, las personas que sufren continuamente de ataques de ira y cólera tienen problemas con muchas personas.
Las personas que padecen de estas iras buscan, por lo general, algún motivo de disculpa para aclarar que estas manifestaciones agresivas son provocadas por su temperamento colérico. Con esto, quieren expresar que ellos por naturaleza son personas acaloradas, apasionadas y que no se deben tomar demasiado en cuenta sus afectadas expansiones; que ellos nacieron así y que todos tenemos que soportarlos tal como son. Estas explicaciones sirven de poco a las víctimas de estos ataques y son absolutamente inciertas. ¡Nadie nace así! Estas explicaciones representan una maniobra de auto-engaño y las personas que generalmente están psíquicamente irritadas y desequilibradas, saben justificar su acción con las mismas excusas.
La moderna investigación psicológica nos enseña que la ira no es una disposición, no es un hecho constitucional; es decir, uno no nace así. En lo esencial, la ira y la cólera son el resultado de una mala educación que produce graves lesiones psíquicas en el niño en edad de desarrollo. El niño cuanto más sojuzgado, cuanto más incomprendido, cuanto más rebajado sea en su dignidad por sus formadores - papás, maestros, el ambiente, etc. - tanto más sensible se hará con respecto a los ataques reales o imaginarios que se efectúen al sentido de su propio valer. Todas las personas iracundas han sufrido mucho en su juventud debido a fuertes sensaciones de inferioridad. Debido a esto, adquirieron una imagen bastante hostil del mundo y de las personas, la cual llevan consigo en su subconsciente. De allí que ellos no pueden acercarse demasiado a otras personas, pues tienen miedo a sufrir lo que experimentaron en el pasado. De hecho viven una especie de soledad sentimental y adoptan ciertos mecanismos de auto-defensa. También tienden a querer demostrar que ellos "valen" y a querer dominar, porque ellos se dicen a sí mismos: Antes que me dominen, como me dominaban en el pasado, yo voy a dominar.
Se puede observar también que las personas iracundas son súper-sensibles. Cualquier acción contraria a la que ellos han indicado les hace sentirse atropellados, porque les recuerda las impresiones que vivieron en su infancia: la severidad de sus papás, la dureza de su ambiente, etc., las cuales los han hecho alérgicos de tal manera a esas críticas y desacuerdos de opinión, que piensan que deben defenderse con gritos y de forma frenética para no sufrir. Dice Joseph Ramnas que solamente se puede comprender a estas personas iracundas, si se tiene conocimiento de las humillaciones y desesperaciones habidas en el interior de su desarrollo psíquico.
De hecho resulta entonces que una persona colérica se desahoga con su inocente esposa, con sus hijos - que no tienen culpa alguna de su problema - y con sus subordinados en una empresa o en cualquier oficio, quienes ignoran en la mayoría de estos casos toda la desgracia y el desconsuelo habido durante su crecimiento y desarrollo. Las personas coléricas, en el fondo, creen tener un temperamento acalorado y no se están dando cuenta de que se están vengando en personas inocentes de un daño que les hicieron en su niñez. Es un mecanismo de defensa, una forma de desahogar su problemática y de vengarse con aquellos que les hicieron daño. Pero, curiosamente, esa venganza la están proyectando en los seres más cercanos a ellos que no tienen nada que ver con el asunto.
¿Qué hacer ante una situación así? Pues perdonar, comprender y ayudarlos a cambiar. Son personas también muy buenas, de grandes cualidades, pero que tristemente esta faceta de su vida no está bien elaborada, por su problemática interior del pasado. En parte son víctimas; también en parte son culpables. Por eso, ore mucho por esa persona, pídale a Dios que le dé la fuerza necesaria para comprender y ayudar a cambiar a esa persona colérica y no se olvide, con el Señor se puede, porque ¡CON DIOS, USTED ES... INVENCIBLE!
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