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viernes, 8 de mayo de 2020

La casa de nuestro padre


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Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!


La casa de nuestro padre
8 de mayo de 2020
Viernes de la Cuarta Semana de
Lecturas de Pascua para hoy



“En la casa de mi padre hay muchas viviendas. Si no fuera así, ¿te habría dicho que te prepararé un lugar? Y si voy y preparo un lugar para ti, volveré otra vez y te llevaré a mí mismo, para que donde yo esté, tú también estés. Juan 14: 2–3

¡De vez en cuando es importante que nos enfoquemos en la gloriosa realidad del Cielo! El cielo es real y, si Dios quiere, algún día todos estaremos unidos allí con nuestro Dios Triuno. Si entendiéramos correctamente el Cielo, lo anhelaríamos con un amor profundo y ardiente y lo esperaríamos con un deseo poderoso, llenos de paz y alegría cada vez que pensamos en él.

Desafortunadamente, sin embargo, la idea de abandonar esta Tierra y conocer a nuestro Creador es un pensamiento aterrador para algunos. Tal vez sea el miedo a lo desconocido, la constatación de que dejaremos atrás a nuestros seres queridos, o posiblemente incluso el miedo a que el Cielo no sea nuestro lugar de descanso final.  

Como cristianos, es esencial que trabajemos para fomentar un gran amor por el Cielo al obtener una comprensión adecuada no solo del Cielo mismo, sino también del propósito de nuestras vidas en la Tierra. El cielo ayuda a ordenar nuestras vidas y nos ayuda a mantenernos en el camino que conduce a esta eterna bienaventuranza.

En el pasaje anterior se nos da una imagen muy consoladora del Cielo. Es la imagen de la "casa del padre". Esta imagen es buena para reflexionar porque revela que el Cielo es nuestro hogar. El hogar es un lugar seguro. Es un lugar donde podemos ser nosotros mismos, relajarnos, estar con seres queridos y sentir que pertenecemos. Somos hijos e hijas de Dios y Él ha decidido que le pertenezcamos allí.  

Reflexionar sobre esta imagen del Cielo también debería consolar a aquellos que han perdido a un ser querido. La experiencia de decir adiós, por ahora, es muy difícil. Y debería ser difícil. La dificultad de perder a un ser querido revela que hay amor verdadero en esa relación. Y eso está bien. Pero Dios quiere que los sentimientos de pérdida también se mezclen con alegría mientras reflexionamos sobre la realidad de nuestro ser querido con el Padre en su hogar por la eternidad. Son más felices allí de lo que jamás podremos imaginar, y algún día seremos llamados a compartir esa alegría.

Reflexione hoy sobre esta imagen del cielo: la casa de nuestro Padre. Siéntate con esa imagen y deja que Dios te hable. Mientras lo hace, deje que su corazón se atraiga al cielo para que este deseo lo ayude a dirigir sus acciones aquí y ahora.

Señor, anhelo estar contigo eternamente en el cielo. Anhelo ser consolado, consolado y lleno de alegría en Tu hogar. Ayúdame a mantener esto siempre como mi objetivo en la vida y a crecer, a diario en un deseo por este lugar de descanso final. Jesús, confío en ti.

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