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miércoles, 4 de marzo de 2020

Vive la Cuaresma fielmente siguiendo la voluntad de Dios

La Cuaresma nos recuerda que debemos reducir la velocidad, prestar atención y girar hacia adentro. Muy a menudo, nos enfocamos en hacer más, en convertir la actividad en éxito. No vemos el punto o el propósito de la dependencia, la impotencia y, en última instancia, la pasión. La mayoría de nosotros pasamos nuestras vidas buscando más de lo que podemos contribuir a la sociedad.
Pero cuando la vida nos golpea con una enfermedad prolongada, incapacidad temporal debido a un accidente o lesión, o envejecimiento, nos llamamos cargas. Esperar en la pasividad puede ser insoportable, pero pasar por la Cuaresma al meditar en la Pasión de Jesús nos da pistas sobre cómo podemos esperar sin perder nuestro tiempo.
La pasión es fructífera. Es la única forma en que cumplimos nuestro viaje cristiano siguiendo los pasos de Jesús.
En la Última Cena, Jesús dijo: "Todas las cosas están terminadas". (Algunas traducciones son "Mi trabajo está completo".) Pero en la Cruz dijo: "Está terminado". ¿Qué significa esto? Les dijo a sus discípulos que su trabajo estaba completo, pero aún quedaba mucho por hacer. Lo único que quedaría sería Su sufrimiento y muerte.


Esto es fundamental en nuestro entendimiento de que el trabajo no es nuestro objetivo más alto por el cual luchar, ni es lo que define nuestra valía. Jesús nos enseñó eso. Él demostró que el mayor llamado para todos nosotros es permitirnos quedar vacíos a medida que Su cuerpo fue vaciado de Preciosa Sangre y Agua, para morir a nuestros caprichos y preocupaciones. Al final, caemos en los brazos de Dios en total dependencia de su voluntad activa y permisiva.

La Cuaresma nos recuerda que la pasión tiene un propósito divino, no solo para Jesús, sino para todos nosotros. Podemos meditar en la vida de Jesús, ya que pasó tres años muy activos de predicación, curación, enseñanza y viajes. Pero este no fue el principio de todo. No fue el final, solo el medio para su voluntad de desampararse.
Jesús se permitió ser entregado a Pilato. Lo que fuera que se hiciera después, sabía que era el plan de su Padre celestial. Vivir nuestra pasión podría traducirse en ceder el control sobre cómo sufriremos o incluso lo que sufriremos. Ponernos en total confianza mientras vivimos la vida que Dios ha elegido para nosotros significa más que decidir por nosotros mismos qué tipo de sacrificios haremos por su causa.
El camino de Jesús es nuestro camino también.
A veces, las cosas que Dios nos pide difieren mucho de nuestros propios planes. La Cuaresma nos permite meditar sobre esta realidad en lo que respecta a lo que estamos llamados a hacer, aquí y ahora, en este momento y lugar.
No hace mucho tiempo, estaba en una temporada de espera particularmente dolorosa, una especie de mini-Cuaresma. Parecía que mi vida había perdido su brillo, y no pude encontrar ningún significado en la nada. Como la mayoría de las personas, quiero avanzar en lugar de estancarme, pero todos mis esfuerzos para hacerlo se volvieron estériles.
Ben y yo nos acabábamos de mudar a una nueva ciudad y hogar con nuestras dos hijas mayores, y esperamos la llegada de nuestra tercera hija a las pocas semanas de esta transición. Mientras estaba sentado en una cita de OB, me encontré con un amigo de la escuela primaria. Charlamos por unos momentos, luego nos separamos cuando fuimos llamados a salas de examen separadas.
Dos semanas después, recibí un mensaje de ella en las redes sociales. Ella estaba saliendo del hospital después de dar a luz, cuando un caballero Amish pasó y la felicitó por su nuevo bebé. Ella notó que él llevaba una pegatina que decía "padre orgulloso", así que le devolvió el gesto. Hizo una pausa, pensativo, y luego dijo: "Gracias. Nuestro hijo nació con lo que los médicos creen que es algo llamado síndrome de Apert ".
Inmediatamente, mi amiga recordó nuestra conversación de dos semanas antes, y ella le mencionó que conocía a otra familia que tenía un hijo con esta afección. Entonces ella me contactó para pedir permiso para conectarnos con esta familia. Acepté de todo corazón. Él y su esposa me llamaron desde el hospital, todavía nerviosos por las noticias.
Me acordé de estar bien en ese lugar y no tener a nadie con quien compadecerme, ni respuestas a nuestras grandes preguntas. Fue un honor y una alegría ser el agente de Dios en ese momento, brindar a los padres información útil, esperanza para su hijo y honestidad sobre el misterio de esta rara enfermedad.
Se me ocurrió que mi espera, aunque dolorosa, se había desarrollado de una manera tan inesperada pero providencial. Vivir mi Cuaresma se convirtió en una especie de oración encerrada, una encarnación de la temporada de la inutilidad. Se me recordó que Dios hace que todas las cosas sean hermosas y fructíferas en su tiempo y forma.
A veces pensamos que debemos hacer la obra de Dios cuando nos hace señas para que hagamos su voluntad. Creemos que el voluntariado para cada ministerio en la iglesia o la escuela, participar en organizaciones benéficas nobles y dignas, o hacer el bien, es automáticamente la voluntad de Dios. Pero ese no es siempre el caso.
Hay períodos poderosos de la vida en los que parece que no estamos haciendo nada en absoluto, sin embargo, Dios nos pide que seamos receptores del amor, la caridad y las obras de misericordia de otra persona. Su voluntad no siempre es obvia. Lo sabemos. Hay una especie de receptividad necesaria al Espíritu Santo que debe estar presente en nuestros corazones en todo momento. La Cuaresma nos hace más conscientes de esta necesidad de escuchar la voz de Dios y responder humildemente con nuestro fiat, incluso si eso significa decir "no" a otra cosa que sea buena.
El camino de Dios no es siempre nuestro camino. Cuando vivimos nuestra Cuaresma fielmente, Dios se mueve fructíferamente en nuestras vidas.

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