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martes, 15 de octubre de 2019

Santo Evangelio del Día 15 de octubre

SANTA TERESA
Virgen

n. 28 de marzo de 1515 en Ávila, España;
† 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes, España

Doble mayor
(ornamentos blancos)

SANTA TERESA, Virgen y Doctora de la Iglesia

Así, pues, con gusto me gloriaré en mis flaquezas,
a fin de que la fuerza de Cristo habite en mí.
(2 Corintios 12, 9)



Epístola
Hermanos: “El que se gloría, gloríese en el Señor”. Pues no es aprobado el que se ecomienda a sí mismo, sino aquel a quien recomienda el Señor. ¡Ojalá me toleraseis un poco de fatuidad! Sí, ¡tolerádmela! Porque mi celo por vosotros es celo de Dios, como que a un solo esposo os he desposado, para presentaros cual casta virgen a Cristo. 
II Corintios X, 17-18; XI, 1-2


Evangelio
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: “En aquel entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes, que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de entre ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo, mientras que las prudentes tomaron aceite en sus frascos, además de sus lámparas. Como el esposo tardaba, todas sintieron sueño y se durmieran. Mas a medianoche se oyó un grito: “¡He aquí al esposo! ¡Salid a su encuentro!”. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Mas las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan”. Replicaron las prudentes y dijeron: “No sea que no alcance para nosotras y para vosotras; id más bien a los vendedores y comprad para vosotras”. Mientras ellas iban a comprar, llegó el esposo; y las que estaban prontas, entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Después llegaron las otras vírgenes y dijeron: “¡Señor, señor, ábrenos!”. Pero él respondió y dijo: “En verdad, os digo, no os conozco”. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora”. 
Mateo XXV, 1-13


Catena Aurea

San Hilario, in Matthaeum, 27
Dice, "entonces" porque todo esto se refiere al gran día del Señor del que arriba hablaba.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12,1
El reino de los cielos, del presente tiempo, se llama la Iglesia; como se lee en San Mateo: "Enviará el Hijo del hombre sus ángeles y quitarán de su reino todos los escándalos" ( Mt 13,41).

San Jerónimo
La semejanza de las diez vírgenes necias y prudentes, es aplicada por algunos sencillamente a las vírgenes, de las cuales unas según el Apóstol lo son de cuerpo y de espíritu; y otras solamente de cuerpo, careciendo de las demás obras; o guardadas bajo la custodia de sus padres; pero que sin embargo intentan casarse. Pero a mí me parece, por lo arriba dicho, que es otro el sentido, y que no pertenece esta comparación a la virginidad corporal, sino a todo género de personas.

Orígenes, in Matthaeum, 32
O de otro modo: los sentidos de todos los que recibieron la palabra de Dios, son vírgenes; pues tal es la virtud de la palabra divina, que de su pureza participan todos los que por su doctrina abandonaron la idolatría y se convirtieron por Jesucristo al culto de Dios. Y sigue: "Que tomando sus lámparas salieron", etc. Toman sus lámparas, es decir, los órganos de sus sentidos, y salen del mundo de los errores al encuentro del Salvador, que siempre está preparado a venir para entrar juntamente con los que son dignos en la Iglesia, su bienaventurada esposa.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
Por las cinco vírgenes necias se entiende la pérdida de la continencia destruida por los cinco deleites de la carne; pues debe contenerse el apetito de la voluptuosidad de los ojos, de los oídos, del olfato, del gusto y del tacto. Pero como esta continencia se hace en parte delante de Dios para agradarle con el gozo interior de la conciencia y en parte delante de los hombres únicamente para captarse la gloria humana, por eso se llaman cinco prudentes y cinco necias, si bien unas y otras se llaman vírgenes. Porque ambas gozan del mismo título aunque por diverso motivo.

San Jerónimo
La tradición judía es que Cristo vendrá a media noche como en tiempo de los egipcios, cuando se celebró la Pascua y vino el Angel exterminador, y el Señor pasó por encima de los tabernáculos, y los postes de los frontispicios de nuestras casas fueron consagrados con la sangre del cordero. De lo que infiero que permanece la tradición apostólica, de que en el día de la vigilia de Pascua, no es lícito despedir al pueblo antes de media noche, esperando la venida de Cristo, para que después de pasado este tiempo se tenga la seguridad de que todos celebran el día festivo. Por lo que dice el salmo: "Me levantaba a media noche a confesar tu nombre" ( Sal 118,62).

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 78,1
Estas vírgenes no sólo eran necias porque descuidaron las obras de misericordia, sino que también, porque creyeron que encontrarían aceite en donde inútilmente lo buscaban. Aunque nada hay más misericordioso que aquellas vírgenes prudentes, que por su caridad fueron aprobadas; sin embargo, no accedieron a la súplica de las vírgenes necias. Respondieron, pues, diciendo: "No sea que falte para nosotras y para vosotras", etc. De aquí, pues, aprendemos que a nadie de nosotros podrán servirles otras obras sino las propias suyas.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12
Afligidas bajo el peso del sentimiento de la repulsa, redoblan la súplica implorando la autoridad del Señor y sin atreverse a llamar Padre a aquél cuya misericordia despreciaron en vida.

San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
No se dice que compraron aceite; y así debe entenderse que no quedando ya satisfacción ninguna de alabanza ajena, volvieron llenas de angustia y aflicción a implorar la misericordia de Dios. Pero después del juicio es muy grande la severidad de aquél que antes del juicio ensanchó tanto su inefable misericordia. Y por esto sigue: Y el Señor respondiendo dice: "En verdad os digo, que no os conozco". De aquí, pues, aquella regla: no sabe los secretos de Dios, esto es, su sabiduría para entrar en su reino, el que, si bien se afana en obrar según sus preceptos, no es por agradar a Dios sino a los hombres.


San Jerónimo
Conoce, pues, el Señor a los suyos, y el que no le conoce será desconocido ( 2Tim 2,19). Y aunque sean vírgenes, ya por la pureza del cuerpo, o ya por la confesión de la verdadera fe, sin embargo, son desconocidas por el esposo porque no tienen aceite. De aquí se infiere aquello de "Vigilad, pues, porque ignoráis el día y la hora": esta sentencia comprende todo lo que queda dicho antes; a fin de que siéndonos desconocido el día del juicio, nos preparemos solícitamente con la luz de las buenas obras.






Sea todo a la mayor gloria de Dios.



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