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martes, 10 de septiembre de 2019

Santo Evangelio del Día 10 de septiembre

SAN NICOLÁS DE TOLENTINO,
Confesor

n. 1245 en Marca de Ancona, Italia;
† 10 de septiembre de 1305 en Tolentino, Italia

Doble
(ornamentos blancos)

He aprendido a estar contento con lo que tengo,
sé vivir en pobreza y sé vivir en abundancia:
todo lo he probado y estoy ya hecho a todo.
(Filipenses 4, 11-12)




Lección
Hermanos: Porque pienso que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha asignado el último lugar, como condenados a muerte, puestos a modo de espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. Nosotros, necios por seguir a Cristo; vosotros, sabios en Cristo. Débiles nosotros; mas vosotros, fuertes. Vosotros llenos de gloria; mas nosotros, despreciados. Hasta el presente, pasamos hambre, sed, desnudez. Somos abofeteados, y andamos errantes. Nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Si nos insultan, bendecimos. Si nos persiguen, lo soportamos. Si nos difaman, respondemos con bondad. Hemos venido a ser, hasta ahora, como la basura del mundo y el desecho de todos. No os escribo estas cosas para avergonzaros, sino más bien para amonestaros como a hijos míos queridos.
I Corintios IV, 9-14

Evangelio
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: No tengas temor, pequeño rebaño mío, porque plugo a vuestro Padre daros el Reino. Vended aquello que poseéis y dad limosna. Haceos bolsas que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde el ladrón no llega, y donde la polilla no destruye. Porque allí donde está vuestro tesoro, allí también está vuestro corazón".
Lucas XII, 32-34


Catena Aurea

Crisóstomo, In Matthaeum hom. 26

No hay pecado que no pueda borrar la limosna que es remedio contra toda llaga. Pero la limosna no se hace sólo con dinero, sino también por las obras, como cuando alguno protege a otro, cuando un médico cura, o cuando un sabio aconseja.


San Basilio, in Cat. graec. Patr., ex Asceticis, id est, Regulis brevioribus, ad interrogat. 92

Alguno preguntará: ¿en virtud de qué consideración es conveniente vender lo que se posee? ¿Acaso porque es naturalmente dañoso, o por la tentación que ofrece al hombre? A esto debe contestarse, en primer lugar, que si cada una de las cosas que existen en el mundo fuese mala por sí misma, no habría creatura de Dios, porque toda creatura de Dios es buena ( 2Tim 4). En segundo lugar, que el precepto del Señor no nos ha enseñado a arrojar como malo lo que poseemos sino a distribuirlo, porque dice: "Y dad limosna".


Beda

Debe entenderse sencillamente en esto que el dinero que se guarda desaparece y que dado al prójimo produce un fruto eterno en los cielos. O bien que el tesoro de las buenas obras, si se coloca en asunto de interés mundano, se corrompe y desaparece fácilmente. Pero si se ahorra, no para merecer exteriormente la aprobación de los hombres -como el ladrón que roba de fuera- ni para buscar interiormente la vanagloria -como la polilla que destruye en lo interior- sino con santa intención, no se corrompe.


San Eusebio, in Cat. graec. Patr

Porque todo hombre depende naturalmente de aquello de que está apasionado y fija toda su alma en aquello que cree que puede darle todo lo que le conviene. Por tanto, si alguno fija toda su atención y su afecto -lo que llamó corazón- en las cosas de la vida presente, únicamente se ocupa de las cosas de la tierra. Pero si se fija en las cosas del cielo, allí tendrá también su corazón. De modo que parecerá que trata con los hombres sólo por el cuerpo, pero que su alma ha alcanzado ya las mansiones del cielo.







Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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