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lunes, 27 de mayo de 2019

ESCRÚPULOS DE CONCIENCIA: QUÉ SON Y CÓMO REMEDIARLOS (I)



Publicado: 26 de mayo de 2019 15:07 PDT

Conciencia escrupulosa es aquella que ante cualquier acto realizado no sabe determinar la moralidad del mismo


Definición

Se define conciencia escrupulosa como aquella que ante cualquier acto realizado no sabe determinar la moralidad del mismo, sino que se encuentra en un mar continuo de dudas del que no sabe salir.

Distinción entre conciencia escrupulosa, delicada y laxa

Hemos de distinguir la conciencia escrupulosa de la conciencia delicada. Conciencia delicada es aquella que juzga correctamente incluso ante pequeñas faltas. Cuida, por amor que tiene a Dios y por rechazo al pecado de hacer cualquier acto, incluso leve, que pudiera ofenderle. A la hora de hacer un examen de conciencia, no sólo se examina de modo genérico, sino que desciende hasta los detalles y luego es capaz con serenidad de manifestarlos en la confesión.


Lo opuesto a conciencia delicada sería una conciencia laxa. Conciencia laxa es aquella que no ve pecado es muchas acciones que de suyo lo son. Cuando una persona con conciencia laxa se examina, va a lo genérico: “Padre, hace dos años que no me confieso. No tengo pecados, pues no mato ni robo”.


Factores causantes o desencadenantes de los escrúpulos de conciencia

A lo largo de mi experiencia sacerdotal en el trato con personas escrupulosas he podido comprobar la existencia de tres elementos que actúan en la mayoría de los casos como factores causantes y/o desencadenantes de los escrúpulos: la soberbia espiritual, la falta de aceptación de uno mismo y el enfocar la vida espiritual no tanto en amar a Dios cuanto en no cometer pecados. Estos tres elementos son un a modo de sustrato común, y que aunque de suyo no sean propiamente el origen de los escrúpulos, sí que justifican que tarden más en curarse o incluso que puedan agravarse si no se corrigen adecuadamente.

1.- Soberbia espiritual o también llamada más vulgarmente “perfeccionismo” es una inclinación psicológica a buscar ser perfectos por el ánimo de ser perfectos y no por ningún ulterior motivo humano o espiritual. Son personas que cuando descubren un defecto o limitación de su personalidad se entristecen en un primer estadio. Comienzan a luchar para quitar esas limitaciones y cuando ven que es casi imposible, intentan negar que esas imperfecciones sean suyas, aparecen los escrúpulos para autojustificarse y empieza de ese modo un círculo vicioso. Ese círculo hay que cortarlo haciendo ver a esas personas que “sólo Dios es perfecto”. Nosotros hemos de seguir la consigna de Jesucristo: “ser perfectos como mi Padre celestial es perfecto”, pero sabiendo que es una meta y no un resultado que podamos obtener con el propio esfuerzo personal y sin la ayuda de la gracia de Dios; y que mientras que no lo alcancemos tendremos que tener paciencia con nosotros mismos, no desanimarnos y pedir la ayuda de Dios para ir poco a poco corrigiéndonos.

2.- Falta de aceptación de las propias limitaciones. Es muy frecuente que un escrupuloso no se acepte a sí mismo tal como es, con sus luces y sombras, virtudes y defectos. Es por ello que cuando descubre sus defectos o pecados veniales los enmarañe en un mar de dudas para intentar exculparse de los mismos. En el fondo no es sino otra manifestación de esa soberbia espiritual. Conforme la persona va madurando humana y espiritualmente y se va aceptando tal como es, esa intranquilidad y desasosiego que le producía descubrirse como es, se va apaciguando; uno reconoce sus limitaciones y es capaz de verlas con serenidad y ánimo positivo para poderlas ir solucionando poco a poco, una tras otra.

3.- Mal enfoque de la vida espiritual. Las personas escrupulosas tienden a focalizar su vida espiritual, no tanto en amar a Dios, cuanto en evitar los pecados. Aparentemente parece lo mismo, pero no lo es. Cuando uno orienta su vida espiritual en amar a Dios, tiende a tener una actitud más positiva y gozosa. Se alegra de amarle, servirle, entregarle su vida. En cambio cuando enfoca su vida espiritual en el hecho de no cometer pecados, se pasa todo el tiempo escudriñando su conciencia y su conducta para intentar descubrir si está haciendo o pensando algo que pueda de algún modo ir en contra de la voluntad de Dios. Este modo de proceder le produce desasosiego, intranquilidad, y con el tiempo, puede desembocar en una neurosis de ansiedad.

Un examen personal y humilde de estos tres factores desencadenantes de los escrúpulos de conciencia nos pueden ayudar mucho a la hora de descubrirlos, evitarlos y corregirlos. Dicho de otro modo, el buen diagnóstico de una enfermedad es el primer paso para poder poner el tratamiento adecuado de la misma.

Tipos de conciencia escrupulosa según su gravedad o duración

Los escrúpulos de conciencia pueden tener multiplicidad de manifestaciones y grados. Simplificando y resumiendo diremos:

1.- Conciencia escrupulosa que bordea la neurosis

·      Sería una persona que psíquicamente no es estable. Tiene tendencias o inclinaciones de tipo neurótico u obsesivo. Esa “neurosis”, cuando tiene como objeto la moralidad de los actos humanos, hace que la persona sufra muchísimo, y debido a su proceso no sabe valorar la moralidad de los mismos.

·    Es típico de estas personas estar continuamente cambiando de sacerdote, pues nunca encuentran quién les comprenda de modo satisfactorio: unos son demasiado rígidos, otros, demasiado blandos; unos les tratan como a débiles mentales, otros, exigen de ellos heroicos esfuerzos de voluntad.

·       La psicología actual tiende a desestimar la función que el sacerdote pueda hacer en estos casos, y más bien opina que lo que solemos hacer los sacerdotes es empeorar su situación. Respecto a este punto concreto, si habláramos de una neurosis de tipo obsesiva que no afectara a la conciencia moral, un buen psiquiatra será la primera elección; pero cuando el problema es de tipo moral, el primer indicado para estudiar el problema debe ser el sacerdote, y si éste ve que la situación es realmente grave, debería por honestidad profesional, buscar la ayuda de un buen psiquiatra. La solución ideal sería la colaboración entre un sacerdote y un psiquiatra, para que cada uno en su campo, pudiera aportar las debidas soluciones a estas personas.

2.- Cierta inclinación o tendencia al escrúpulo

·     Sería una persona, que sin llegar a una conducta neurótica, tiene cierta tendencia a los escrúpulos, sobre todo en algún área muy concreta de la moralidad de los actos. En la mayoría de los casos suele tener relación con pecados contra el sexto y el noveno mandamiento. Este problema se suele solucionar de modo relativamente fácil si se encuentra un adecuado director espiritual.

3.- Escrúpulos durante un breve plazo de la vida

·       Persona totalmente normal desde este punto de vista, pero que durante una época de su vida relativamente breve, tiene escrúpulos. En bastantes ocasiones suele ser un “truco” que Dios utiliza para que la persona tome una mayor conciencia de la situación moral de su vida y cambie. En numerosas ocasiones, Dios se aprovecha de estos escrúpulos para “remover” la conciencia y despertar una posible vocación al sacerdocio o a la vida consagrada.

·      Yo me he encontrado con relativa frecuencia este tipo de personas cuando a lo largo de mi vida sacerdotal he estado en algunas parroquias donde los fieles acudían asiduamente al confesonario y se planteaban una vida espiritual seria.

·     Estos escrúpulos suelen ser temporales, en ningún momento llegan a la neurosis, y sirven para formar una conciencia más delicada.

·       En la mayoría de los casos aparecen en personas que anteriormente no eran escrupulosas o incluso tenían una conciencia relativamente laxa. Es frecuente que desaparezcan de modo casi milagroso una vez que han cumplido su “función”.

4.- Escrúpulos como una cruz personal

·       Y por último, hay personas que tienen una tendencia escrupulosa, que sin llegar a ser una neurosis, ni mucho menos, se manifestará más bien como una forma de ser o inclinación hacia ellos.

·   Es un “modo de ser”, del mismo modo que hay personas que tienen tendencia a ser tranquilas y otras a ser impacientes. Tendrán que cargar como esa cruz durante muchos años, y a veces durante toda la vida. En la mayoría de los casos es fruto de la formación que recibieron, pero sobre todo, porque Dios los hizo así. Como cruz, tendrán que tener paciencia y ofrecer ese modo particular de ser a Dios; del mismo modo que todos tendremos que luchar con otras peculiaridades de nuestro carácter.

Por: P. Lucas Prados

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